jueves, 24 de septiembre de 2020

Pensando en tiempos de pandemia VI

La colaboración siguiente, fue escrita en marzo 2020

Yo no tengo que hacerme cargo de tu soledad 

Ahora que andamos con tiempo de pensar un poco, veamos algunas cosas: la "soledad", correlativo del aislamiento de estos días. Aunque parezca irónico tiene incluida la palabra "sol", sinónimo de luz y calor, siendo todo lo contrario.
El virus hizo que todos tuvieran que convivir con quienes, en muchos casos, no conviven; es decir, habitan en un mismo predio pero no conviven. Padres e hijos, que en realidad no se conocen; parejas que debieron dejar a su real pareja. Por otro lado, todos nos volvimos solidarios con aquel anciano que vive solo. Muy bien esto, mientras el miedo al virus nos une ¿Y el día después? 
Hagamos ejercicio de imaginación: es septiembre 2020, ya está la vacuna o el mayor peligro de contagio pasó, y la vida vuelve a tomar su ritmo normal ¿Habrán aprendido los padres divorciados que aunque no convivan con sus hijos tienen que alimentarlos y cuidarlos, caerán todos los expedientes que atiborran los juzgados? ¿Atenderán los hijos adultos a sus padres mayores si no les interesa su dinero? ¿ Se acordarán de la persona que vivió, vive y vivirá sola, por ella misma y no por los beneficios que me pueda reportar aprovecharme de su soledad? 
Aventuro que habrá mas aislamiento y no pandémico, porque se han puesto al descubierto las almas en su desnudez con esta situación: las promesas de amor vanas, los reales intereses, nuestra miserabirilidad interior, nuestro propio ser, nuestras esencias, ya no pudieron ser aromatizadas con los modelos y perfumes que el consumo nos ofrece, ya nuestras angustias no fueron maquilladas con slogans políticos de moda. Ahora somos nosotros con nuestro ser en si, con tiempo de sobra para hablar con nosotros mismos.
Tenemos varias opciones, buscar excusas para mitigar nuestra conciencia, buscar culpables en otros de las angustias que atormentan nuestro ser o … enfrentarnos con nosotros mismos, hacer un minucioso, aunque sea doloroso, cuadro de nuestra situación, ser realista y desarmarnos. Luego, lentamente, armar todos los pedacitos que han quedado dispersos, como un gran rompecabezas. No quedaremos igual, ninguna copa que se rompe por más que la pegue el mejor artista, queda igual. Pero sabremos exactamente quienes somos nosotros. Nuestras virtudes, defectos y miserias. 
A partir de aquí septiembre despertara como la primavera misma con nueva toma de decisiones. Con cambios verdaderos que nos ayudaran a crecer y no solo a envejecer. Ojo, esto no tiene limite de edades ni condiciones socio económicas; el humano es con el otro en serio, y no en slogan. 
¿Podrá el burócrata agilizar expedientes, antes que el anciano muera sin su jubilación? ¿Podrá aquel que cometió el error de abandonar a quien lo necesitaba, caminar sobre sus pasos y pedir perdón? ¿Podrá aquel padre que no cuidó a su hijo, resarcirlo del maltrato? 
Esperemos que este virus nos enseñe que, si la Patria es el otro, entonces mi nuevo ser renacido saldrá de su zona de confort y dirá: Yo me hago cargo de tu soledad, caminemos juntos en todas las situaciones que la vida nos presente.

C.A.R.

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