jueves, 5 de septiembre de 2019

Dedos cortos, dedos largos

Edgardo "Gato" Norberto Andrada. Nació en 1939 y falleció este martes a los 80 años. El “Gato” llegó a las inferiores de Central en 1957 y debutó como profesional en 1960. En 1962 fue convocado por primera vez a la selección nacional. Su último torneo en el Canalla fue el Metropolitano de 1969. En total jugó 284 partidos entre 1959 y 1969, por lo que es el arquero con más presencia en Rosario Central, Posteriormente estuvo en Vasco da Gama, donde el 19 de noviembre de 1969 no le pudo atajar el penal con el que Pelé convirtió su gol número mil, y en Esporte Clube Vitória, ambos de Brasil, para después recaer en Colón y dar por terminada su carrera a los 43 años, jugando en el Club Renato Cesarini. Continuó trabajando en las inferiores de Rosario Central luego de retirarse, siendo el coordinador general de fútbol en la zona sur de la ciudad por muchos años. Lo imperdonable. Ingresó como espía del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario en 1981. Según su legajo, que se ventiló durante la investigación de los asesinatos de Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi ocurridos en mayo de 1983, cumplió funciones como Personal Civil de Inteligencia (PCI) y participó del secuestro de los militantes peronistas mencionados, en un bar de Rosario. En mayo de 2016 un tribunal condenó como autores de esos crímenes al ex policía bonaerense Luis Abelardo Patti y a otros tres acusados, mientras que seis imputados resultaron absueltos por el beneficio de la duda, entre ellos, el “Gato” Andrada, Cuando fue citado a declarar, en 2011, Rosario Central le pidió la renuncia.
Mis recuerdos. Soy hincha de Rosario Central y fui total admirador del Gato Andrada, a quien intentaba emular en los encuentros barriales. Se destacaba por su agilidad, lo que le permitía compensar el problema de no ser alto. Lo recuerdo saliendo a la cancha con uniforme generalmente de color negro, y dando saltos que terminaban en una figura en la que parecía sentarse en el aire con los pies extendidos y las manos tocando la punta de sus botines. Volaba de palo a palo y recuerdos grandes atajadas en la cancha del Huracán de Rendo y Veira. Ver jugar al Gato en el arco, brindaba seguridad y placer. Nació en un barrio pobre de Rosario llamado Tiro Suizo, el mismo en donde se crió mi padre. Tuve dos ídolos hasta que las investigaciones determinaron que esos dedos que le quedaron corto para atajar el penal que le permitió al gran Pelé marcar su número mil, fueron lo suficientemente largos para señalar a los militantes peronistas luego asesinados. Mi otro ídolo, vigente por siempre, fue y es mi padre, cuyos dedos siempre se levantaron para denunciar y luchar por las injusticias a las que se sometía a los trabajadores de la carne.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva