sábado, 28 de marzo de 2009

Malvinas: el crimen de la guerra

Los 27 años transcurridos desde aquel 2 de abril de 1982 permiten consensuar que fue una guerra absurda, una aventura criminal, según quedó demostrado en los procesos abiertos posteriormente. Las Fuerzas Armadas, responsables primeras pero no únicas, comenzaron por entonces un acelerado proceso de búsquedas de chivos expiatorios, limitadas a defender el secreto mafioso de las acciones aberrantes y de las desapariciones de personas.
El Ejército argentino moderno nació en dos guerras infames: la de la Triple Alianza y la de la llamada “conquista del Desierto”. En los dos casos se buscó la apropiación territorial con el fin de repartir las tierras entre los dueños del poder. El ejército de las leyendas escolares, murió cuando se dejó a San Martín abandonado en Guayaquil. Nuestro Ejército se forjó en la represión de los primeros de Mayo a comienzos del siglo pasado, en la Semana Trágica; en la Patagonia Rebelde; en la matanza de los quebrachales, en los golpes de Estado; los fusilamientos de anarquistas, de obreros, en los bombardeos aéreos a los civiles en Plaza de Mayo, en Trelew, en la Triple A, y en la masacre sistemática, planificada, que comenzó el 24 de marzo de 1976, secuestrando, torturando, violando, robando bebés a sus madres en cautiverio, para después asesinarlas.
Recuerda el columnista Carlos Abel Suárez que Jorge Luís Borges decía, pocos meses después de la capitulación de las tropas argentinas, que “la de Malvinas fue una guerra entre dos calvos que se disputaban un peine”. Y agregaba: “los militares argentinos que gobiernan actualmente son ignorantes e incompetentes, y mucho más peligrosos para sus compatriotas que para el enemigo”.

Malvinas no fue improvisación

Entre 1977 y 1982, la Argentina compró armas por unos 2.000 millones de dólares; durante la guerra de Malvinas –cuando estaba vigente el bloqueo– se gastaron millones de dólares en la compra de armas a Israel, mediante una operación de triangulación con el Banco Ambrosiano, del cardenal Marzincus. No se trato de la ocurrencia de un general borracho, en la estrategia misma de la dictadura estaba desde el inicio, el conflicto territorial. Ya en 1979 se estuvo a punto de llegar al enfrentamiento bélico con Chile, lo que hubiese significado pérdidas humanas superiores a las de la guerra de Malvinas. La Central obrera intuyo los acontecimientos que se desarrollarían, anticipadas por el diario La Prensa, porque no debe dejarse de lado la consigna de Paz, Pan y Trabajo, en el paro y movilización del 30 de marzo de 1982.

La oposición

A fines de abril comenzó a circular un folleto titulado: ¿La verdad o la mística nacional? Estaba firmado por el Círculo Espacio Independiente, perteneciendo la autoría a Carlos Alberto Brocato, un intelectual de larga trayectoria en la lucha sindical. La nota, reproducida por el semanario Nueva Presencia, denunciaba que Malvinas se monto sobre tres falacias: La falacia de una soberanía nacional, que escondía la evidencia de que el pueblo había sido despojado del ejercicio soberano del poder, en tanto llamaban soberanía a una cuestión territorial. Aquellos que no se inmutaban ante el remate del patrimonio nacional y que habían llegado al poder matando y sometiendo, se constituían en intérpretes y representantes de la soberanía. Una segunda falacia se montaba en relación al colonialismo, proponiendo que se trataba de la dictadura de un país oprimido que enfrentaba a un imperio colonial, por lo que era una guerra justa y tenían todos que aliarse a los genocidas torturadores. Y la tercera falacia es que se habían agotado los tiempos de la negociación; patraña en la que entró toda la dirigencia política argentina.

Juan Carlos Ramirez

martes, 24 de marzo de 2009

Noticias

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la sentencia a reclusión perpetua por genocidio para el represor y ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz. El máximo tribunal del país ratificó además que quienes cometen delitos de lesa humanidad deben cumplir la pena en cárcel común, independientemente de la edad del represor. Jorge Julio López, considerado el "primer desaparecido en democracia", es buscado desde hace más de dos años y las organizaciones de defensa de los derechos humanos aseguran que en el hecho están involucrados miembros de las fuerzas de seguridad que actuaron durante la dictadura. En el testimonio que ofreció en el juicio contra Etchecolatz, López identificó a éste como uno de sus torturadores cuando estuvo secuestrado durante dos años y medio por agentes del régimen militar, el cual causó la desaparición de 18.000 personas, según datos oficiales, aunque organismos humanitarios elevan esa cifra a 30.000.
Cuantificar es necesario para tener una idea de la magnitud... pero de la magnitud del dolor provocado, del dolor presente, esa, esa es inconmensurable.
Juan Carlos Ramirez

Julio Jorge López

Julio alguna vez dijo que daría su vida por la patria. Lo dijo en un asado. Se lo dijo a Martín González. Lo dijo en serio. El comentario se tomó con cierta naturalidad, después de todo los muchachos que estaban en el asado eran peronistas y eran muchachos y pensaban dar su vida por la patria. Puede ser que la conversación haya involucrado alguna reflexión sobre las circunstancias políticas aunque es más factible haya virado a algún tema trivial. Lo cierto es que Julio había dicho que daría la vida por la patria. Nadie lo notó pero yo recalco que las palabras sonaron firmes. De la cantidad de palabras que se dijeron en ese asado yo solamente transcribo ese comentario porque es el único que me sirve para desarrollar la historia.
A Julio lo secuestraron el 7 de diciembre de 1976. En esos tiempos hacían desaparecer a los jóvenes que militaban en alguna agrupación subversiva y como Julio era montonero fue capturado y conducido al CCD "La Perla" de la ciudad de La Plata. De este episodio también tomaré un solo aspecto: un comisario de apellido Etchecolatz que pocos días antes lo había torturado lo obligó a construir una serie de celdas. Es llamativo, el preso, el detenido, el desaparecido construyendo su lugar de tortura. Hay algo de esta imagen que me resulta metafórica. Cinco años después, Julio pudo recobrar su libertad. Otros no lo hicieron. Para el caso tenemos a Martín González que aun está desaparecido. Julio llegó a su casa y se reencontró con la que más tarde sería su mujer, Margarita Solim. Una lágrima cayó por el rostro curtido de la enamorada. Más de una vez ella había soñado que nunca volvería a verlo. Parecería que la gente gradúa sus emociones al momento en que vive. Ella lloraba al ver a su hombre. Al mirarlo se sentía feliz. Tomemos a las millones de mujeres que ven a sus hombres llegando a su casa, es una escena cotidiana y simple que se puede celebrar con un saludo o con un beso en la mejilla. Pero el hombre que estaba entrando había desparecido y ese regreso era más bien extraño a su destino. Desde este punto de vista el llanto es razonable.
Los años apagan el fuego. Julio fue albañil, Construyó casas, arregló piezas, levantó paredes. Margarita Solim le dio tres hijos que pronto dieron nietos. Omito detalles de lo que fue una vida común, esa no es la historia que quiero contar. La foto que recuedo muestra a Julio levantando el dedo. La gorra que tiene puesta no impide apreciar las canas de hombre mayor. Está señalando al comisario Etchecolatz porque el juez le había pedido que indique al torturador. Su testimonio es vital para el juicio. Julio no duda. Su dedo de albañil apunta al comisario que ese mismo día recibe la condena. Me pregunto si Julio pensó que podrían matarlo por aquel testimonio. Diré que sí. Diré que supo desde el primer momento que lo volverían a secuestrar. Puedo decir también que el albañil nunca dejó de ser un desaparecido y que se tomó veinticinco años para cumplir su promesa.
Julio necesitó estar en el juicio para que Etchecolatz pudiese ir preso, el resto fue reencontrar su destino. Ahora camina por una vereda de baldosas rotas. La luz de la mañana le pinta el rostro de amarillo. Sabe que no llegará a los tribunales donde el torturador recibirá la condena. Camina sereno y con los ojos abiertos, satisfecho, justificando estos veinticinco años. Gira la cabeza cuando un auto que me imagino nuevo frena de golpe. Apenas se resiste cuando lo agarran entre cuatro personas. Uno de ellos levanta la gorra que ha quedado en el piso.

Mariano Bringas


sábado, 21 de marzo de 2009

1958 - 2008

En estos días he recibido un e-mail que me pareció brillantemente cuestionador, sobre todo, para los que intentamos aportar propuestas educativas, para los que aún no hemos desistido de la Educación como Herramienta Liberadora. He respetado en la trascripción, el punto de vista del anónimo autor (lástima, me impide comunicarme, felicitarlo y enriquecerme con su ácida visión):
Escenario 1: Juan y Marcos se trompean después de clase.
Año 1958: Los compañeros los animan, Juan gana. Se dan las manos y terminan siendo compañeros en el equipo del barrio.
Año 2008: La escuela se cierra, se proclama el mes antiviolencia escolar, Crónica titula a cinco columnas el asunto y los canales de TV se apostan frente a la puerta del colegio para presentar el noticiero.
Escenario 2: Juan no se queda quieto en clase. Interrumpe y molesta a los compañeros.
Año 1958: Mandan a Juan a ver al director y éste le da una buena filípica. Vuelve a clase, se sienta en silencio y no vuelve a molestar.
Año 2008: Se le administran a Juan grandes dosis de tranquilizantes. Se transforma en un zombi. La escuela recibe una subvención por tener un discapacitado.
Escenario 3: Luís rompe el cristal de un coche en el barrio.
Año 1958: Su padre le pega un buen cachetazo. Luís tiene más cuidado la próxima vez, crece normalmente, va a la universidad y se convierte en un hombre de éxito.
Año 2008: Arrestan al padre de Luís por maltrato. Sin la figura paterna, Luís se une a una banda. La madre de Luís se enrolla con el psicólogo.
Escenario 4: José se cae mientras corría y se raspa la rodilla. Su profesora, María, lo encuentra llorando al borde de la pista y lo abraza para confortarlo.
Año 1958: Al poco rato, Juan se siente mejor y sigue corriendo.
Año 2008: María es acusada de abuso y se enfrenta a tres años de cárcel. José se pasa cinco años en terapia. Sus padres demandan al colegio por negligencia y a la profesora por trauma emocional, ganando ambos juicios. María se suicida tirándose de un edificio. Definitivamente los movileros se quedan acampando en una carpa frente al colegio.
Escenario 5: Disciplina escolar.
Año 1958: Hacías una macana en clase. el profesor te ponía en penitencia frente a la clase por una semana. Al llegar a casa tu padre te ponía en penitencia no dejándote salir a jugar por una semana.
Año 2008: Haces una macana. El profesor te pide disculpas. Tu padre te pide disculpas y te compra una moto.

No comparto la idea de un entrañable amigo, sobre que deberíamos subsidiar la exportación de licenciados en educación, pedagogos, docentes proponedores, sicólogos comprensivos y otras yerbas dañinas. Quizás porque estoy en ese grupo.
Juan Carlos Ramírez

miércoles, 18 de marzo de 2009

María Amelia dice...

Excelente la síntesis del pensamiento de la militancia educativa. Recuperemos el amor por la escuela y el ansia de aprender para nuestros niños y jóvenes... desde Ezeiza....María Amelia

jueves, 5 de marzo de 2009

Militantes de la Educación (o la Educación siempre)

Operadores tendenciosos y cansinas mentes, expresan y consienten que el alto grado de desarrollo económico y social de la primera mitad del pasado siglo, se debió al "uso extensivo y liberal" de la tierra para las actividades agrícolas ganaderas; ergo, nuestros pesares actuales se deben a las retenciones sojeras y a los ecologistas. Sin embargo, no es difícil comprender que la abundancia de lo deseado en el momento apropiado, no genera riqueza por si solo. Basta recordar la generosidad de la plata potosina, el guano peruano, o el demandado cobre chileno y, observar el escaso desarrollo de nuestra latinoamérica pese a la explotación extensiva y liberal de los mencionados recursos naturales.
Ayer
Nuestro país se convirtió en objeto curioso de análisis por el alto grado de preparación de nuestros universitarios y la formación de una estructura social que demandaba estudios para sus hijos. El sistema de instrucción pública obligatoria y gratuita, la no superada Ley 1420, creó generaciones alfabetas que le dieron una base y un sentido a nuestra nación, tal como afirma el historiador Juan Carlos Nicolau. Hoy, no existe licenciado en ciencias de la educación que no alborote con la problemática de la diversidad, como si nuestro país no hubiese sabido cómo superarla transformando aluviones inmigratorios en patriotas ciudadanos. Se escandalizan los medios cuando descubren que los niños, adolescentes, jóvenes y más de un adulto, no conocen historia argentina básica, olvidándose que no es la primera vez que habitantes de nuestro suelo no conocen siquiera los colores de la bandera o su significado. Solo tenemos que emular a las generaciones anteriores. Hace 2500 años, el filósofo Protágoras concluyó en que el hombre es la medida de todas las cosas, por lo que no conlleva esfuerzo comprender que la economía solo existe en función del hombre en sociedad; es el hombre el que demanda y piensa en cómo satisfacerse. Eso es lo que enseñaron los políticos y docentes que comenzaron a marcar a la sociedad hace ya un siglo: enseñaron a pensar y a viabilizar una sociedad más equitativa. La sociedad aluvionada se amalgamó, la economía como ciencia de lo escaso se hizo más justa y la sociedad se organizó con una creciente fe en el futuro dado la revolución que se puso en marcha gracias al esfuerzo del trabajo y la promoción social que posibilitaba el estudio. Por supuesto que no pudieron escapar a xenofobias, a una década infame, a revoluciones que terminaban con las “tiranías” de aquellos que procuraban satisfacer las demandas populares mientras creaban condiciones para que los hijos de los obreros se convirtieran también en universitarios. Hubo, claro, muchas caídas... que confirmaron que siempre podemos volver a ponernos de pié.
Hoy
Hoy nos está faltando la política de estado que pretenda fortalecer las estructuras de la cultura. No nos servirá realizar “distribuciones de riqueza” si no van acompañadas de levantar escuelas primarias y secundarias, de valorar los esfuerzos material y moralmente, de trabajar con más eficiencia, de terminar con la política del resolvamos "siempre y sólo lo de hoy", sin reparar para el mañana. Sostiene el profesor B. Mc Gettrick (BBC), que una sociedad donde la dignidad del ciudadano introduce en cada situación la posibilidad de aprender es una sociedad virtuosa y que cualquier sociedad que reduzca esa dignidad es una sociedad abusiva. No continuar tenazmente el esfuerzo de educar y de instruir, nos reduce a una sociedad abusiva que “no enseña a pescar”.
Siempre
Pongámonos de pié todas las veces que tropecemos. En los últimos tiempos no le hemos encontrado la vuelta pero no desconocemos que la escuela debe volver a ser el lugar de inicio de la liberación social de lo humano. A principios del S XVII, Comenius se propuso desarrollar una pedagogía infantil con el objeto de encontrar la solución a los dramas de su tiempo. Supo que el camino era lograr en los niños, razonamientos justos; un niño escolarizado, inevitablemente devendría en un hombre de buena voluntad. Reclamo que se erigieran escuelas, gimnasios, academias; dio instrucciones para que los establecimientos fueran confortables, se les cuidara la salud y que no importara su origen. El humanismo de Comenius descubrió la pedagogía, estableciendo principios como el tener que empezar a trabajar temprano antes que el espíritu sea corrompido, ir de lo general a lo particular y de lo fácil a lo difícil, hacer los trabajos escolares menos pesados para todos, avanzar lentamente en todo orden de cosas, permitir al espíritu que haga lo que desee por sí mismo en función de su edad y su método, empezar a darle sentido a todas las cosas y mostrar su utilidad inmediata.
Si erigimos escuelas, les ponemos vidrios y estufas, si volvemos a Protágoras y al humanismo como forma de vida, si volvemos la mirada con el afán de aprender cómo lo hicieron Sarmiento y el maestro Luis F. Iglesias, seguramente encontraremos que los militantes de la educación se multiplican y logremos otra vez, caminar hacia la felicidad.

Juan Carlos Ramirez.