
Si
tuviera que explicar, supongamos a un turista, el significado del
peronismo en materia de obra pública, no dudaría ni un segundo: lo
subiría a un auto y lo llevaría a Ezeiza.

Allí se encuentra, en pocos
kilómetros cuadrados,
un resumen de buena parte del ideario peronista del "período clásico":
Autopista Ricchieri, Aeropuerto Internacional, Centro Atómico, el
Barrio Uno, Hospitales, un Centro Deportivo, las piletas populares,
viviendas del Fo.Na.Vi, caminos afaltados, un bosque con más de dos
millones de árboles de distintas especies, y si tenemos tiempo, muy
cerca de allí, Ciudad Evita: una pueblo pensado para que vivan allí más
de 50 mil habitantes, con todas las comodidades del caso.

Todo
ello, con el plus de tratarse de obras que fueron gestadas pensando en que pudieran ser utilizadas por familias de trabajadores.
Luego, le explicaría que los gobiernos que sucedieron a Perón, se encargaron eficazmente de la degradación material de toda esa infraestructura.
En el caso de las piletas, por ejemplo, hasta se tomaron el trabajo de bombardearlas desde el aire, por orden expresa del Almirante Isaac Rojas.

En cuanto al hermoso bosque de casi 600 hectáreas (ideado, como tantas otras obras, por el General Ingeniero Juan
Pistarini),
como no lo pudieron hacer desaparecer, lo abandonaron a la buena de
Dios. Durante décadas, sus caminos se fueron deteriorando, y muchas de
las especies que habían sido traídas de Europa por el mismo Pistarini,
se perdieron para siempre.
Lo que había sido concebido como un lugar
para que se cumpliera un derecho de los trabajadores -el de la
recreación- se fue convirtiendo en un enorme descampado salpicado de
ruinas.
Tomado de Conurbanos.blogspot
Fotos: Junta de Estudios Históricos del Distrito Ezeiza
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