viernes, 26 de junio de 2020

Poemario de Ezeiza (fragmento)

Y llegué a Ezeiza
en un día cualquiera;
y con una consigna:
volverme cuando pueda.
Mas, un día fue la tierra,
otro día fue el sol,
el cielo era más ancho,
los jardines con flor.
Tomaba yo las flores
que estaban tan a mano
y a mi madre llevaba
un colorido ramo.
Aquí se han criado
mi hijo y mis nietos;
aquí velé a mis muertos.
Ezeiza...¡Aquí me quedo!

LYDIA ALEXA

domingo, 7 de junio de 2020

Periodista


Periodista es quien siente o necesita hacer del ejercicio de la libertad de expresión una tarea periódica, y la ejecuta. Ese ejercicio puede ser remunerado o vivido como militancia entendiéndose como tal, los trabajos que encaramos buscando provocar un cambio social, alertando, explicando; en fin, difundiendo.
Periodista implica ser un observador curioso que combina la urgencia con la pausa necesaria para el proceso de análisis y verificación. Estamos en tiempos (quizás siempre fue así), que la velocidad y variedad de los cambios, llevan a que deba conocer una infinidad temática de las cuales, lógicamente, sabrá muy poco de cada una de ellas. Puede, inevitablemente tiene que aceptar su falta de conocimientos específicos sobre un tema dado, quedando ello salvado por lo que no puede soslayar, su honestidad.
El periodista tiene que apropiarse y corporizarse en los objetivos del periodismo, llevar adelante una prensa libre e independiente, facilitar el derecho a la información con una comunicación basada en el rigor metodológico, con pasión por el arte de cuestionar y por la artesanía de explicar. Debe sentir, como sostiene nuestro periodista Hugo Goncalvez, la adrenalina por la vorágine de la actualidad (saber estar), junto con el cuestionamiento si lo supo trasmitir (saber hacer).
Desde la aparición de los pasquines (recordado en este medio por el célebre Víctor García Acosta), el periodista se ha reinventado constantemente, usando las innovaciones tecnológicas para conocer, ampliar, verificar la información a la que ha accedido y cree que el público debe conocer. Entre los desafíos a los que se enfrenta el periodismo en la actualidad (repienso, quizás siempre fue así), esta en encontrar la manera de ganarle al discurso político y empresarial negador de hechos, muy institucionalizado en todo el mundo.
El periodismo no puede ser como otrora, controlado por los propios emisores de noticias debido al peso de su historia y prestigio. Sería ingenuo aquel que pretendiese ejercer como honesto periodista su libertad de explicación, desatendiendo la libertad de las empresas comunicadoras basadas en su control de los medios. Cómo explicar lo que sucede sin caer en nuestra historia reciente, plagada de fake new propaladas por profesionales, ha de ser el desafío.
La estructura actual de la comunicación ha cambiado con la aparición de las redes sociales, que disputan lo profesional sin el peso de contrastar las noticias, sin el peso de los códigos de ética. Las noticias falsas agigantan la denominada “grieta”, las noticias falsas aumentan la polarización. Cuando la gente no sabe en qué creer, la capacidad de los periodistas de explicarnos el qué sucede, se debilita y fortalece al poder. No podemos permitir que las compañías privadas o los gobiernos decidan lo que la gente debería conocer, pero ¿Qué hacer para que las publicaciones se ajusten a conseguir la máxima relación entre lo que se ve, se conoce, y se difunde?
La libertad de expresión incluye el derecho a recibir y a impartir información sin interferencia. Pedir a las propias redes que se encarguen de verificar lo que en ellas se publica, es jugar con la posibilidad de censura. La democracia se alimenta de pluralismo, y se debilita por la censura privada o pública.
Solo los consumidores pueden marginar las noticias falsas, y para que pueda alcanzarse este deseo, el público tiene que tener más y más acceso a la educación, y más y más acceso a la pluralidad. Punto este, en que se acrecienta el rol de los mediosregionales y sus periodistas.
A todos ellos, los que nos permiten conocer responsablemente lo que sucedió y lo que puede pasar, a nuestros queridos periodistas: ¡Feliz día!


Por: Juan Carlos Ramirez Leiva