Carta
de un día de marzo del 2020
Un día de
sol con un nudo en la garganta que atraviesa la impotencia. Tristeza, ansiedad
y el miedo, la distancia, el día a día… ¿Empezó cuándo? ¿Alguien lo sabe? ¿Lo recuerda?
Tengo tan poca información. Nada más que alguna película, alguien en un
documental contando algo; o registro de alguna imagen que vi por casualidad en
la tele.
Hace unos
días, no sé cuándo, estaba con los niños en un patio, fuimos a la plaza y vino
la abuela. Arreglamos el jardín y renegamos por las hormigas invasoras (que
palabra, que sentimiento –invasión-, ahora me doy cuenta que no tenía registro
de lo que eso significaba).
Sentada
en el patio de casa sola, porque mi marido no tiene un buen día. Le duele el
estómago, tal vez nervios, tal vez conoce mucho más que yo del tema porque lee
mucho, tal vez evita pensar porque no es momento de alarmarse ya que no tenemos
herramientas para solucionar ciertas cosas.
La
mayoría estamos conteniendo a nuestros padres, abuelos y niños. Cuídate, lávate
las manos, ojo no te toques la boca, la nariz, los ojos. Y todo desde un lugar
tan lejano, como si hubiéramos salido de este planeta, desde un celular o de
una computadora.
Mi madre
vive sola y como todos no quiere dejar su casa, por suerte mi hermano siempre
estuvo y esta con ella, somos afortunados. Ésta, como otras veces, nos va a
encontrar luchando juntos. Por alguna razón siempre en los malos momentos,
estamos unidos y dispuestos para salir adelante. Creo que es instinto de
supervivencia. El amor, el cariño, nos ha llevado siempre a unirnos para ser
más fuertes.
Sé que no
se puede ayudar a todos, sé que mucha gente no tomara conciencia porque no
tiene herramientas culturales de educación, ni apoyo familiar, ni hablar de la
desigualdad de condiciones, de la falta de recursos humanos. No todos vivimos
en el amor, no todos somos acariciados por la vida.
A las hs.
12 am cerré mi negocio. Dicen hasta el 31 de marzo 2020, no lo sabemos, y me
vino un frio en el pecho.
Entendí varias
cosas. El que viene a comprar porque hoy tiene una changa y con eso lleva un
plato de comida, o paga los servicios; y yo no estoy para proveer ese artículo
indispensable, y es un eslabón de tantas cadenas que se están cortando, y de tantas
puertas que se van a cerrar.
Lo
increíble, es que me dispuse cómoda sentada en una reposera para estudiar una
obra de teatro que, está en pleno proceso de ensayo. Estudiar texto y buscar
personaje, aprovechar este precioso tiempo, pero cuando estaba por empezar, mi
cabeza se disparó para otro lado con sentimientos encontrados, con bronca, con
un nudo en la garganta, con recuerdos y pensamientos, y voces de mucha gente. Imágenes
que me hacen creer firmemente que somos lo que otros planean para nosotros,
pueden cambiarnos la vida en pocas horas y no importa cuál sea tu condición. Esas
diferencias económicas y sociales nos crean un mundo diferente, donde la objetividad
se mide con la vara de tu espacio, ese que solo podés ocupar vos, y nadie puede
invadir por una ley universal.
La
realidad hoy es el minuto a minuto, escuche en la tele. ¡Ja, ja, ja! Como si no
supieran que estas cosas son planeadas con mucho tiempo y guardadas hasta el
momento exacto, el lugar indicado, y los intereses sobre la mesa.
Desgraciadamente
de esto quedaran imágenes, lagrimas, recuerdos en cabezas con secuelas por las
pérdidas, por los seres queridos que dejamos de ver, de tocar, la tristeza de
la distancia, los besos que no dimos, los abrazos que extrañamos.
Y un día
del 2020, tal vez, aparezca un salvador, un grupo de genios salidos de alguna
lámpara guardada bajo siete llaves, con la vacuna, el antídoto para volver al
mundo real, al mundo verdadero, al maravilloso mundo de me creo todo lo que me
contas, porque no tengo alternativa. Y podamos seguir disfrutando de la vida
con la alegría de trabajar hs 12 por día sin tiempo para los vínculos, para el
descanso, para la salud, de estudiar carreras que no ejercemos porque no nos
dan la posibilidad. De mandar a los niños a escuelas mediocres, pagas o del
estado, que enseñan nada o tal vez peor: te enseñan que vales por lo que tenes.
Todo menos educación, respeto, dignidad. Compañerismo, amistad, no son materias.
Y volveremos
con esta maravillosa vacuna a comer, a comprar al super toda la comida
envenenada que nos venden, los productos llenos de conservantes que no
conservan nada, colores que son engañosos, sabores que están en tu imaginación.
Sabor queso, pero no existe el queso. Sabor naranja, pero dónde está la naranja.
Y gracias
a la vacuna maravillosa, que pagaremos con sangre, sudor y lágrimas, como
decían los abuelos. Volverán los maravillosos shoppings, los grandiosos lugares
de comidas rápidas, donde podremos depositar a los niños para llenarlos de
ansiedad, histeria, engordarlos con grasas trans y otras yerbas, diría la
abuela.
Es
viernes, hay un silencio espantoso. Quiero saber ya, que dicen ahora en la tele.
¿Ya tenemos los números de muertos de hoy? ¿Serán menos que ayer? Será posible
otra vez este pibe, que no se quedó encerrado en la casa; desde chico fue la
oveja negra de la familia y ahora, entre todos, te vamos a juzgar. ¿No entendes?
Vos si sos un pelotudo, nos vas a matar a todos; si, a todos. A los que pasamos
por una vereda y vemos una familia durmiendo con los niños, y no nos
preocupamos por los 2 grados que dice la tele que hace afuera. A todos, los que
vemos las colas de los abuelos en los bancos en invierno y en verano y no nos
importa, total no somos viejos. Nos vas a matar antes de poder juzgar a una
mujer feminista, que de cerca le toco una violación, una muerte, y ahora se
cree con derecho a mostrar las tetas o tatuarse. No podés arriesgar la vida de
todos con tu imprudencia de salir a trabajar; igual estas en negro, sin
seguridad social, sin posibilidades, sin saber si vas a conseguir una changa.
¿Crees que vale la pena? Y te digo más, nos estas quitando con tu actitud la posibilidad
de seguir viviendo cómodos en la mentira, en el consumismo, en el capitalismo
salvaje, en la comunicación porque ahora si estamos comunicados, es que la
tecnología nos supera, la tecnología nos alimenta de memes, imágenes
discriminatorias y mentirosas. Nadie es en persona, “como se ve en la pantalla”,
y así vamos creyendo opinando, juzgando, castigando.
Un día
del 2020.
Gladys Noemí Paez (La Corta)
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