El
modelo Taylor dejó de ser eficiente, ya no basta con el principio básico de
buscar el “hombre correcto para el puesto correcto”, en donde el director tiene
el control de la información y los docentes solo tienen accesos parciales a las
razones de las directivas. Tampoco podemos desentendernos del resultado de las
interacciones humanas, ni solo usufructuar las ventajas de los acuerdos
ignorando ex profeso las contrariedades de los desencuentros.
En un
mundo que ha globalizado y facilitado la difusión de conocimientos, ya no es
imprescindible que el director lo sea por conocer más, sino porque sabe como
generar más conocimientos, y esto se realiza a través de las ideas, en el
esfuerzo creativo y de reflexión. Por tanto, ampliar la base de quienes tienen
la responsabilidad de generar estrategias para enfrentar los desafíos
cotidianos, es apropiado.
El
resultado positivo del trabajo colectivo, implica el logro de superar
divergencias relacionando las inteligencias individuales para inscribirlas en
una dinámica colectiva común. Quien dirige debe compartir información, igual
que los integrantes del equipo, quienes además, todos, tendrán que analizarla
cooperativamente. Esto implica que los integrantes del equipo de conducción
deben poseer habilidades de relaciones interpersonales con adecuados
desarrollos emocionales; crear ambientes facilitadores de confianza, y superar
mezquindades.
Superar
el pensamiento único implica que los que asumimos responsabilidades de
conducción, tenemos que atender la diversidad, la diferencia. Tenemos un uso
muy limitado del concepto de construcción a partir de los desacuerdos, y ese es
uno de los escollos más difíciles de superar porque el liderazgo ha de ser
cooperativo, es decir, compartido, tanto las responsabilidades como los logros del trabajo colectivo. Las
discusiones tenderán a ser abiertas, trabajando y decidiendo conjuntamente, respetando
una disciplina básica. Todo apuntara al compromiso, confianza, y
responsabilidad.
Compartir
los desafíos provoca menores tensiones, las decisiones encuentran una menor
resistencia, se amplía la base de la responsabilidad en la búsqueda de alternativas
para el problema a resolver, se cuenta con mayores conocimientos/información,
es más gratificante al conseguirse mejores resultados; nos integra.
El
objetivo del trabajo en equipo es incentivar inventivas, ensayar alternativas
con esfuerzos mancomunados y espíritus solidarios. El esfuerzo mayor
seguramente estará en el armado y puesta en práctica de un modelo de relaciones
que integre capacidades y necesidades, que permita soñar, crear, y sentir que
se es capaz de crear un mundo más satisfactorio para todos.
Juan Carlos Ramirez
Juan Carlos Ramirez
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