martes, 1 de diciembre de 2015

Entre Stuart Mill y Keynes



La contradicción existente entre capital-trabajo y regulación-planificación y la libertad de mercado, es llevada al extremo por el neoliberalismo, y de ahí su crisis y su insostenibilidad. El Estado-Nación no es ya el sujeto del desarrollo mundial capitalista, va siendo paulatina pero sostenidamente reemplazado por el mercado en el cual, las naciones tienden a diluirse transfiriendo soberanía al mercado global. En Argentina, pero sospecho que en otras naciones latinoamericanas también,  las particularidades le han permitido adquirir rasgos específicos.
Argentina ha decidido continuar construyendo su destino dentro de la concepción utilitarista de la sociedad (individualismo extremo), bajo las formas de una democracia representativa que busca la felicidad para un núcleo posible de individuos; y lógicamente ello implica que un número indeterminado de personas vivirán en la infelicidad. El individuo ya no volverá a ser presionado para participar de la vida política y podrá dedicarse solo a su vida privada, vida que comenzará a ser regida por la libertad de empresa y de la propiedad privada. Estas premisas prácticamente nos devolverán a un "Estado de naturaleza" más grave que el de Hobbes, porque primara el egoísmo que lleva a la guerra de pocos poderosos contra todo el resto.
El neoliberalismo se compone de individualismo, libertad económica, competencia y, esencialmente, desigualdad.  En las sociedades actuales no existe la igualdad e incluso ésta no es deseada pero en la particularidad argentina, durante el Kirchnerismo, se plasmó su búsqueda en políticas regulatorias. El Estado es el único que puede regular y controlar los procesos de acumulación y distribución de la riqueza en una economía capitalista, eficazmente realizado durante la fase de "economía de bienestar" populista que comenzó a ser desandada por la última dictadura y que finalmente fuera superada por las políticas implementadas por el ex presidente peronista Carlos Saúl Menem.
La Argentina de los ’90 fue un experimento neoliberal periférico ejecutado por grupos económicos locales y extranjeros, con el auxilio de los partidos políticos e ideado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El aumento de la exclusión social y la pobreza, permite mensurar el éxito del modelo: la concentración de la riqueza rápidamente evadida al exterior. La rebelión urbana de diciembre de 2001 fue la expresión clara del rechazo a los niveles insostenibles de pobreza generalizada, sin embargo,  la crisis no impidió que un elevado número de ciudadanos en pos de elegir a sus representantes, la clase media en particular, añorara aquellas políticas votando a  Mauricio Macri en 2003.
Esta nefasta tendencia, en los últimos comicios terminó aflorando nuevamente. Claro que luego que se frenara la exclusión masificada, gracias a la política de los Kirchner y el pleno apoyo popular en su intento de superación del capitalismo neoliberal, llevando adelante una reconstrucción del Estado-Nación sobre bases más igualitarias de redistribución de la riqueza.

Por Juan Carlos Ramirez Leiva.