La tan anunciada reforma educativa propuesta por el kirchnerismo comenzó a aplicarse oficialmente a partir de este año, sin embargo y como era previsible, no se registran grandes cambios en la realidad concreta de las aulas y el nivel educativo continúa cayendo a índices asombrosos. Es evidente que la reforma kirchnerista es una de las nuevas reformas que no reforman nada y que el modelo educativo de los ´90 no solo sigue vigente sino que se profundiza.
Si hay un punto en el que están de acuerdo todos (absolutamente todos) los políticos desde los progresistas hasta los más derechistas, desde los menemistas hasta los kirchneristas pasando por los delarruistas, desde el Fondo Monetario hasta el gremio docente es en que la educación de los sectores populares tiene que apuntar a la contención y no tanto a los conocimientos académicos, de modo que la escuela cumpla una función inclusiva, por ejemplo evitando que el alumno ingrese en la delincuencia o en el flagelo de la drogadicción. Este es el basamento sobre el que se construye el modelo educativo que rige desde hace 15 años y que los docentes conocemos como “escuela inclusiva”.
El nivel educativo de los jóvenes es bajo sencillamente porque no es un objetivo de la educación elevarlo y porque no hay ninguna institución que cumpla ese servicio. ¿Dónde van a aprender los jóvenes lo que antes aprendían en la escuela? ¿De qué nos asombramos? Antes de la reforma educativa había una institución que por lo menos era gratuita donde trabajaban personas que se llamaban profesores, que enseñaban cosas como historia, biología y matemáticas, que evaluaban para saber si los alumnos habían aprendido y el sistema funcionaba si el alumno lograba aprender. Hoy esa institución no existe, la escuela sirve para otra cosa y ése es el gran cambio que ha logrado el modelo educativo vigente. Hoy los hijos de los trabajadores no tienen un lugar donde educarse.
La escuela pública ha reducido su tarea a la de impedir (tratar de impedir) que los alumnos caigan en una situación de marginalidad (de allí inclusiva, aunque sería mejor incluyente, en fin…) Esa tarea antes la hacían otras instituciones específicas entre las que figuraban los centros para adictos, los reformatorios. Cuando la familia no podía contener a su hijo al punto que quedaba en una situación de riesgo, el Estado se hacía cargo con personal adecuado, en instituciones adecuadas, con un sistema disciplinario adecuado (lo hacía mal, pero la institución existía y ese era su objetivo) Lo que ha logrado el modelo educativo es convertir al sistema educativo en un reformatorio. Hoy la escuela pública sirve para contener situaciones de riesgo, no para enseñar contenidos académicos.
Por: Mariano Bringas.
sábado, 24 de abril de 2010
La escuela pública
Hoy la escuela pública sirve para contener situaciones de riesgo, no para enseñar contenidos académicos.
En primer lugar, la gran mayoría de los jóvenes son pobres pero no están en una situación de riesgo, ni están a un paso de la marginalidad ni son potenciales delincuentes como desde la derecha y el progresismo nos quieren hacer creer. La mayoría de los jóvenes son futuros trabajadores que no joden a nadie, que hacen esfuerzos para estudiar, que pretenden recibir conocimientos (conocimientos que nadie les va a dar) y, en general, con un talento enorme que el actual sistema no deja prosperar. Yo estoy en contra de aquellos que ven a un pobre, y más a un pobre joven, y piensan que es un delincuente que necesita una escuela para delincuentes.
Es cierto que el sistema actual produce exclusión social y también es cierto que hacen falta instituciones de contención, pero esas instituciones no son las escuelas. Para combatir las situaciones de riesgo de una familia hacen falta otras instituciones que son mucho más caras que la escuela, donde el joven pueda ser tratado, alojado y verdaderamente contenido e incluido, con pedagogos, asistentes sociales etc. En esas instituciones (antes se llamaban reformatorios) también deberían funcionar escuelas donde estos jóvenes puedan aprender contenidos académicos. Los reformatorios tienen el objetivo de incluir, las escuelas de enseñar.
Los actuales jóvenes que están en situación de riesgo necesitan mucho más que una escuela para estar contenidos. ¿Qué puede hacer un docente para enfrentar situaciones de riesgo cuando este tipo de problemas se combaten con políticas mucho más intervencionistas, personalizadas, asistencialistas y represivas? La actual escuela funciona como un reformatorio, pero como un reformatorio barato que tampoco cumple con la función de incluir, para eso hacen falta, ya lo dijimos, reformatorios caros y específicos. La marginalidad no se para haciendo afiches de “No a la violencia”. Por otra parte, tampoco estaría mal que el sistema económico dejara de producir excluidos sociales.
Una institución, en un periodo de crisis, puede cumplir un objetivo que no es el propio, sería el caso de una escuela alojando a inundados, mientras dure la inundación la escuela funcionaría como vivienda, lo que sería equivocado es convertir a las escuelas públicas en viviendas permanentes. La escuela actual no es una escuela que trata de contener a algunos sectores sociales en un periodo de emergencia sino que es la escuela adaptada al sistema capitalista de exclusión (y contención) social. El sistema social los margina y los contiene en la marginación. Es la escuela destinada a los pobres para que permanezcan en un estado de marginación. No está mal que en tiempos de crisis funcionen comedores en las escuelas, lo que está mal es que los chicos tengan que comer siempre en la escuela y no en sus casas. Así como los sectores populares merecen una alimentación digna; también merecen políticas educativas, no políticas socioeducativas.
Como dice Martín Caparrós “hoy a la escuela pública no va el que quiere, sino el que no tiene otro remedio”. Las clases medias han perdido el derecho a recibir enseñanza gratuita y no tienen otra alternativa que recurrir al sistema de gestión privada que, sin ser bueno, al menos no tiene el objetivo de contener. El año pasado uno de cada tres egresados de escuela secundaria se recibió en una escuela privada, lo que demuestra una lenta pero ya avanzada privatización de la educación. Muchos trabajadores que no se resignan a que sus hijos no reciban educación realizan grandes esfuerzos económicos para pagar la cuota que significa un colegio privado. El 80% de los docentes lo hace, no porque les sobre la plata sino porque conocen cómo funciona la educación pública. Ahora bien, la mayoría debe resignar el derecho a recibir educación y debe conformarse con la escuela reformatorio cuyos resultados conocemos. Nadie, especialmente los hijos de los que pregonan la escuela inclusiva, quiere estudiar allí.
Los jóvenes tienen problemas que exceden lo educativo, que sobrepasan la escuela. El problema de la juventud hay que abordarlo desde varias instituciones, cada una con su función específica. La escuela no es un comedor, ni un centro contra la drogadicción, ni un instituto para madres embarazadas, ni mucho menos un reformatorio para enfrentar “de manera progresista” la delincuencia. La escuela tiene una manera específica de incluir que es la de incluir a los jóvenes en el mundo del conocimiento, sino cumple esta tarea no es una escuela. Por otra parte, todos los jóvenes tienen el derecho recibir conocimientos hasta los niveles que, ellos o sus familias, crean necesarios. Por supuesto que hace falta contener a los jóvenes, que por otra parte ellos mismos excluyen, pero solo podrán ser incluidos en la medida en que se fortalezca todo un sistema de instituciones (comedores, centros de drogadicción etc.) destinadas a combatir los distintos problemas que puede sufrir un joven, el resto es sacarse el problema de encima, al menos, por las cuatro horas que dura el día de clase. En estos 15 años se ha demostrado que la escuela inclusiva no incluye a nadie en ningún lado y que ha excluido a por lo menos dos generaciones de hijos de trabajadores del mundo del conocimiento.
Desde mi punto de vista, lo que se debe discutir es el tipo de instituciones que necesitan los jóvenes para estar contenidos y dentro de esas instituciones cómo funciona la escuela pública. En esas discusiones habría que analizar desde los contenidos educativos hasta los casos en que se debe intervenir una familia cuando un menor está en situación de riesgo y qué tratamientos son más efectivos para el consumo de drogas duras etc. La cosa no pasa como pretende el gobierno por definir si la orientación es en sociales o en informática, sino en fortalecer (refortalecer) todas las instituciones estatales que constituían un derecho social y hoy están devastadas.
Por: Mariano Bringas
Nota: El autor es docente de la ESB Nº 20, Distrito Ezeiza.
En primer lugar, la gran mayoría de los jóvenes son pobres pero no están en una situación de riesgo, ni están a un paso de la marginalidad ni son potenciales delincuentes como desde la derecha y el progresismo nos quieren hacer creer. La mayoría de los jóvenes son futuros trabajadores que no joden a nadie, que hacen esfuerzos para estudiar, que pretenden recibir conocimientos (conocimientos que nadie les va a dar) y, en general, con un talento enorme que el actual sistema no deja prosperar. Yo estoy en contra de aquellos que ven a un pobre, y más a un pobre joven, y piensan que es un delincuente que necesita una escuela para delincuentes.
Es cierto que el sistema actual produce exclusión social y también es cierto que hacen falta instituciones de contención, pero esas instituciones no son las escuelas. Para combatir las situaciones de riesgo de una familia hacen falta otras instituciones que son mucho más caras que la escuela, donde el joven pueda ser tratado, alojado y verdaderamente contenido e incluido, con pedagogos, asistentes sociales etc. En esas instituciones (antes se llamaban reformatorios) también deberían funcionar escuelas donde estos jóvenes puedan aprender contenidos académicos. Los reformatorios tienen el objetivo de incluir, las escuelas de enseñar.
Los actuales jóvenes que están en situación de riesgo necesitan mucho más que una escuela para estar contenidos. ¿Qué puede hacer un docente para enfrentar situaciones de riesgo cuando este tipo de problemas se combaten con políticas mucho más intervencionistas, personalizadas, asistencialistas y represivas? La actual escuela funciona como un reformatorio, pero como un reformatorio barato que tampoco cumple con la función de incluir, para eso hacen falta, ya lo dijimos, reformatorios caros y específicos. La marginalidad no se para haciendo afiches de “No a la violencia”. Por otra parte, tampoco estaría mal que el sistema económico dejara de producir excluidos sociales.
Una institución, en un periodo de crisis, puede cumplir un objetivo que no es el propio, sería el caso de una escuela alojando a inundados, mientras dure la inundación la escuela funcionaría como vivienda, lo que sería equivocado es convertir a las escuelas públicas en viviendas permanentes. La escuela actual no es una escuela que trata de contener a algunos sectores sociales en un periodo de emergencia sino que es la escuela adaptada al sistema capitalista de exclusión (y contención) social. El sistema social los margina y los contiene en la marginación. Es la escuela destinada a los pobres para que permanezcan en un estado de marginación. No está mal que en tiempos de crisis funcionen comedores en las escuelas, lo que está mal es que los chicos tengan que comer siempre en la escuela y no en sus casas. Así como los sectores populares merecen una alimentación digna; también merecen políticas educativas, no políticas socioeducativas.
Como dice Martín Caparrós “hoy a la escuela pública no va el que quiere, sino el que no tiene otro remedio”. Las clases medias han perdido el derecho a recibir enseñanza gratuita y no tienen otra alternativa que recurrir al sistema de gestión privada que, sin ser bueno, al menos no tiene el objetivo de contener. El año pasado uno de cada tres egresados de escuela secundaria se recibió en una escuela privada, lo que demuestra una lenta pero ya avanzada privatización de la educación. Muchos trabajadores que no se resignan a que sus hijos no reciban educación realizan grandes esfuerzos económicos para pagar la cuota que significa un colegio privado. El 80% de los docentes lo hace, no porque les sobre la plata sino porque conocen cómo funciona la educación pública. Ahora bien, la mayoría debe resignar el derecho a recibir educación y debe conformarse con la escuela reformatorio cuyos resultados conocemos. Nadie, especialmente los hijos de los que pregonan la escuela inclusiva, quiere estudiar allí.
Los jóvenes tienen problemas que exceden lo educativo, que sobrepasan la escuela. El problema de la juventud hay que abordarlo desde varias instituciones, cada una con su función específica. La escuela no es un comedor, ni un centro contra la drogadicción, ni un instituto para madres embarazadas, ni mucho menos un reformatorio para enfrentar “de manera progresista” la delincuencia. La escuela tiene una manera específica de incluir que es la de incluir a los jóvenes en el mundo del conocimiento, sino cumple esta tarea no es una escuela. Por otra parte, todos los jóvenes tienen el derecho recibir conocimientos hasta los niveles que, ellos o sus familias, crean necesarios. Por supuesto que hace falta contener a los jóvenes, que por otra parte ellos mismos excluyen, pero solo podrán ser incluidos en la medida en que se fortalezca todo un sistema de instituciones (comedores, centros de drogadicción etc.) destinadas a combatir los distintos problemas que puede sufrir un joven, el resto es sacarse el problema de encima, al menos, por las cuatro horas que dura el día de clase. En estos 15 años se ha demostrado que la escuela inclusiva no incluye a nadie en ningún lado y que ha excluido a por lo menos dos generaciones de hijos de trabajadores del mundo del conocimiento.
Desde mi punto de vista, lo que se debe discutir es el tipo de instituciones que necesitan los jóvenes para estar contenidos y dentro de esas instituciones cómo funciona la escuela pública. En esas discusiones habría que analizar desde los contenidos educativos hasta los casos en que se debe intervenir una familia cuando un menor está en situación de riesgo y qué tratamientos son más efectivos para el consumo de drogas duras etc. La cosa no pasa como pretende el gobierno por definir si la orientación es en sociales o en informática, sino en fortalecer (refortalecer) todas las instituciones estatales que constituían un derecho social y hoy están devastadas.
Por: Mariano Bringas
Nota: El autor es docente de la ESB Nº 20, Distrito Ezeiza.
viernes, 2 de abril de 2010
La multa del Bicentenario
Un descendiente de Saavedra, procesado por "ocultamiento" de patrimonio
histórico.
Marcelo White Pueyrredón es descendiente de Cornelio Saavedra, el presidente de la Primera Junta. En 2007 vendió en una subasta pública un documento histórico, firmado por Saavedra y Mariano Moreno el 22 de agosto de 1810, que él había heredado. Aunque el documento fue comprado por la Biblioteca Nacional en 27 mil pesos, el entonces subdirector del Archivo General de la Nación, Pedro Bevilacqua, lo denunció por ocultamiento. El motivo: no había informado al Archivo de la existencia del documento (considerado Patrimonio Histórico Nacional) ni tampoco de la subasta.
Ayer trascendió que el Juez federal Marcelo Martínez de Giorgi ha procesado a White Pueyrredón y al rematador, Enrique Bullrich, por "ocultamiento de documentos históricos". La multa, estipulada por una ley de 1961, equivale a 0,0000000000001 pesos actuales. Sin embargo, tanto el rematador como el propietario deberán pagar también los costos judiciales del proceso, 2.500 pesos cada uno.
Diario Clarín, 30 de marzo de 2010
Foto: Asociación de Fundadores de la Patria (Diario Perfil. Buenos Aires; 15/11/2009)
Nota del editor: Pretendemos reflejar que no siempre hemos leido todo (reflejo positivista); que hay males argentinos genéticos (si ya Saavedra se quedaba con los documentos oficiales, de que nos asombramos a veces); que la multa no creemos que los inquiete, más bien alienta a los funcionarios a seguir tomando por privado lo público.
histórico.
Marcelo White Pueyrredón es descendiente de Cornelio Saavedra, el presidente de la Primera Junta. En 2007 vendió en una subasta pública un documento histórico, firmado por Saavedra y Mariano Moreno el 22 de agosto de 1810, que él había heredado. Aunque el documento fue comprado por la Biblioteca Nacional en 27 mil pesos, el entonces subdirector del Archivo General de la Nación, Pedro Bevilacqua, lo denunció por ocultamiento. El motivo: no había informado al Archivo de la existencia del documento (considerado Patrimonio Histórico Nacional) ni tampoco de la subasta.
Ayer trascendió que el Juez federal Marcelo Martínez de Giorgi ha procesado a White Pueyrredón y al rematador, Enrique Bullrich, por "ocultamiento de documentos históricos". La multa, estipulada por una ley de 1961, equivale a 0,0000000000001 pesos actuales. Sin embargo, tanto el rematador como el propietario deberán pagar también los costos judiciales del proceso, 2.500 pesos cada uno.
Diario Clarín, 30 de marzo de 2010
Foto: Asociación de Fundadores de la Patria (Diario Perfil. Buenos Aires; 15/11/2009)
Nota del editor: Pretendemos reflejar que no siempre hemos leido todo (reflejo positivista); que hay males argentinos genéticos (si ya Saavedra se quedaba con los documentos oficiales, de que nos asombramos a veces); que la multa no creemos que los inquiete, más bien alienta a los funcionarios a seguir tomando por privado lo público.
jueves, 1 de abril de 2010
El Mundial y sus dos caras
Al Mundial de 1978 se lo puede intentar conceptualizar desde dos líneas que inevitablemente se encuentran entrelazadas: política y deporte. La dictadura militar necesitaba tiempo y se lo compro a la sociedad en un primer momento con “la plata dulce” y posteriormente jugando con el fútbol. Mientras se desmantelaba la industria, se sometía a la sociedad a vejaciones jamás pensadas y se endeudaba al país en una forma miserable, se invertían 520 millones de dólares en infraestructura mundialera (sin incluir los incentivos en los “inconvenientes” brasileños y peruanos).
Si bien el Mundial sirvió a la dictadura, también sirvió para que el mundo conozca a las Madres de Plaza de Mayo. Cuando los medios latinoamericanos habían perdido o abandonado su independencia, y gran parte del periodismo europeo se mostraba indiferente, un periodista holandés dio a conocer la lucha inclaudicable de las Madres. No fue tan comprometida la acción de la televisión francesa, cuya única condición para transmitir el mundial fue que liberaran a dos detenidos, únicamente.
Un gran sector de la población argentina no sintió al Proceso recurriendo a la estrategia de desvincularse del entorno social, ya porque tenía miedo o porque las cosas no le afectaban el ombligo. Sólo así puede entenderse que gritáramos los goles con tanta fuerza que por un tiempo tapáramos los doloridos gritos de quienes estaban siendo torturados, que glorificáramos al Mundial y a sus actores, y finalmente, que un respetable conciudadano como Sergio Renán haya filmado “La fiesta de todos” en medio de un descuartizamiento moral y material.
No existe terrorismo de Estado sin complicidad civil, y un cómplice sin par fue José María Muñoz. El Relator de América, nuestro ya fallecido ex vecino, impulsaba a las barras bravas a presionar a la Comisión Internacional que investigaba sobre las violaciones a los Derechos Humanos que se estaban llevando a cabo en nuestro país, para “demostrarles que los argentinos somos derechos y humanos”. Como figura contrapuesta podemos recordar a Caloi - Clemente, ganándole al poder a través de una simple pero no indiferente caricatura que demostró que como estaban las cosas, se podía disfrutar de las habilidades de la selección y desafiar el “orden” forzado tirando papelitos y rechiflando a la Junta Militar cuando se hacía presente en los estadios.
Por: Juan Carlos Ramírez
Si bien el Mundial sirvió a la dictadura, también sirvió para que el mundo conozca a las Madres de Plaza de Mayo. Cuando los medios latinoamericanos habían perdido o abandonado su independencia, y gran parte del periodismo europeo se mostraba indiferente, un periodista holandés dio a conocer la lucha inclaudicable de las Madres. No fue tan comprometida la acción de la televisión francesa, cuya única condición para transmitir el mundial fue que liberaran a dos detenidos, únicamente.
Un gran sector de la población argentina no sintió al Proceso recurriendo a la estrategia de desvincularse del entorno social, ya porque tenía miedo o porque las cosas no le afectaban el ombligo. Sólo así puede entenderse que gritáramos los goles con tanta fuerza que por un tiempo tapáramos los doloridos gritos de quienes estaban siendo torturados, que glorificáramos al Mundial y a sus actores, y finalmente, que un respetable conciudadano como Sergio Renán haya filmado “La fiesta de todos” en medio de un descuartizamiento moral y material.
No existe terrorismo de Estado sin complicidad civil, y un cómplice sin par fue José María Muñoz. El Relator de América, nuestro ya fallecido ex vecino, impulsaba a las barras bravas a presionar a la Comisión Internacional que investigaba sobre las violaciones a los Derechos Humanos que se estaban llevando a cabo en nuestro país, para “demostrarles que los argentinos somos derechos y humanos”. Como figura contrapuesta podemos recordar a Caloi - Clemente, ganándole al poder a través de una simple pero no indiferente caricatura que demostró que como estaban las cosas, se podía disfrutar de las habilidades de la selección y desafiar el “orden” forzado tirando papelitos y rechiflando a la Junta Militar cuando se hacía presente en los estadios.
Por: Juan Carlos Ramírez
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