Todavía existe una minoría que se resiste a entender que la Libertad y la Dignidad han dejado de ser para pocos, y extrañan a aquel presidente.
Fue Nicolás Avellaneda, quien ante las dificultades para pagar la deuda externa se negó terminantemente a decretar la moratoria internacional, lanzando aquella frase famosa: «Ahorraremos sobre el hambre y la sed de los argentinos». Impuso una dura política de contención en los gastos; rebajó en un 25% los sueldos y pensiones, atrasó el pago de los salarios de los empleados en 6 meses, dejó sin efecto la realización de obras públicas y sin pago a los acreedores internos del Estado. Pero se satisfizo puntualmente a los acreedores externos. Para el año 1876, el presupuesto fue reducido en una tercera parte: seis mil empleados públicos fueron a la calle. También se suspendió el pago de las subvenciones a las provincias con lo que la crisis repercutió en el interior.
La política seguida por Avellaneda fue expresada por el ministro Bernardo de Irigoyen de esta manera: «la deuda extranjera debe servirse religiosamente, cueste lo que cueste”.
No es contraditorio que hasta el gobierno de Fernando de la Rua, se haya mantenido el nombre de Avellaneda para la famosa estación. Pero ¿no es ya la hora de rendirle el merecido homenaje a quienes murieron luchando para que aquellos postulados se reviertan?. En nuestro país hemos podido recuperar para la memoria colectiva la
historia de luchadores populares, en este sentido, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán deben ser honrados. Por su entrega y compromiso perdieron la vida pero no fue en vano, hoy y siempre están presente.
El proyecto original data del 2004, en junio del 2012 diputados la aprobo. ¡Para cuándo el Senado? Es cierto que un cambio de nombre no soluciona problemas, pero si es fundamental desde lo sinbólico. El PRO se opuso por lo que Avellaneda fue, ....un sicario. Condenaron al hambre para salvarguardar intereses ajenos al pueblo; mataron para otros.
ResponderEliminarJuan Carlos Ramirez