"Por estos días se sustancia el juicio por el caso de las coimas en el Senado a mediados del 2000. En el banquillo están el ex presidente Fernando De la Rúa, su ex ministro de Trabajo y su ex jefe de la SIDE. También, tres ex senadores peronistas. Y el “arrepentido” Mario Pontaquarto, que intervino en el chanchullo y confesó la manera en que se repartieron cerca de 5 millones de dólares en calidad de soborno a diversos honorables miembros de la Cámara. Si todo sucede del modo en que suelen ocurrir las cosas en la sociedad argentina, lo más probable es que el único condenado sea el que develó la trama perversa. Porque se trata de la misma sociedad que ha premiado con un cargo de senador a Carlos Menem. Que el personaje haya encabezado una de las tantas malas y corruptas administraciones que padeció la Argentina no resulta un obstáculo para que cobre su sueldo a expensas de los impuestos de la ciudadanía.
Es la misma sociedad que observa, impasible, cómo el jefe de la organización guerrillera más poderosa de los años de plomo, Mario Firmenich, lleva una serena vida como profesor de Economía en una universidad catalana. Entre sus logros no teóricos figuran el asalto al Regimiento de Infantería en Formosa -durante un gobierno constitucional-, que dejó un oficial, un suboficial y diez conscriptos muertos. Y la bomba -en la dictadura militar- en la Superintendencia de Seguridad Federal, masacre en la que perdieron la vida 23 personas , entre ellos tres oficiales de policía.
En esta sociedad, a un individuo que gana un opulento sueldo de algo menos de 6.000 pesos se le aplica un impuesto a las ganancias, pero a una empresa que tiene a sus empleados en negro no le pasa nada.
Medio extraña, convengamos, es esta sociedad a la cual su gobierno le miente mes a mes, y desde hace años, sobre el índice del costo de vida -lo cual es público, notorio y obvio- sin inconvenientes. Y hasta le toma el pelo: la última humorada del INDEC es que cualquiera puede alimentarse perfectamente bien con seis pesos al día.
Bastante paradojal resulta esta sociedad que no extraña ni reclama la ausencia de justicia en el crimen de Candela y, a través de un sofisticado sistema de protecciones, les da piedra libre a los barrabravas para delinquir.
Se trata de una sociedad en la que un juez federal puede frecuentar un prostíbulo y hacer grotesca ostentación de la riqueza y en la que un juez de la Corte Suprema puede alquilar propiedades a inquilinos que las destinan a la prostitución.
Una sociedad en la que el gobierno alega no tener dinero para pagar los juicios que le ganan los jubilados, pero que sí encuentra fondos para costear Fútbol para Todos .
En esta sociedad la mitad de los estudiantes secundarios no termina sus estudios “obligatorios” y los condenados pueden salir de la cárcel siempre y cuando sea para militar en actos del partido gobernante .
Una singular sociedad es ésta, que está guiada por una mandataria que homenajea a uno de los creadores de una de las guerrillas que ensangrentó la década de los 70 y tiene como canciller al editor de un diario creado para apoyar la sangrienta dictadura militar de 1976.
Es una sociedad en la cual el vicepresidente de la Nación puede presidir una sesión del Honorable Senado de la Nación para expropiar una empresa, decisión tomada con el solo fin de borrar sus propias huellas en una trama hedionda en la que está hasta las manos.
En suma, una sociedad con corrupción garantizada e impunidad prescripta.
La sociedad del qué me importa".
Por: Moreno, Marcelo A.; Clarín; Buenos Aires; 26/08/2012. Pág.45.
Nota del editor: Es una pieza que enseña cómo explicar la desazón de los que aspiramos a una sociedad más responsable, como condición previa constituyente de condiciones básicas para acercarnos a una utópica sociedad justa. Lástima que al Sr. Moreno no se le ocurrió una nota tan importante durante el crudo período neoliberal que ahora, a la distancia se atreve a cuestionar, mientras que antaño fustigaba a los que se oponían a las reformas que ahora tilda de corruptas.
Juan Carlos Ramirez
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