Es un hecho que la trata de blanca crece en la Argentina sin que se encuentren, o se quieran encontrar, soluciones al respecto. Las estadísticas muestran que en el 2008 desaparecieron alrededor de 600 mujeres víctimas del tráfico y comercio sexual. No es por falta de leyes, ya que la sanción del 29 de abril del 2008 de la ley nacional 26.364, se refiere a la prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas. De acuerdo al Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, las víctimas rescatadas a partir de la sanción de la ley asciende a 257 mujeres, 78 de ellas menores de edad, en tanto son 192 las personas detenidas.
Las chicas son engañadas bajo distintos artilugios, con promesas como la de ser modelos. Las citan en un lugar específico, y a partir de ahí comienza su calvario. En muchos casos, le cambian las identidades, las drogan, las amenazan con hacerles daño a su familia, y se mueven de un lugar a otro para evitar caer en manos de la policía, contando además, con la complicidad de las personas que acuden a los prostíbulos, donde esas chicas son esclavizadas y obligadas a mantener sexo con distinta clase de personas.
Esclavizadas de Ezeiza
Habitualmente vemos como desde los medios de comunicación nos cuentan que son mantenidas en condiciones infrahumanas y ultrajadas diariamente.
Los entregadores marcan a la chica que les interesa y en un operativo comando la "chupan" en un vehículo y de inmediato la violentan. Cuando la víctima se recobra ya está obligada a "trabajar". Tal parece ser el caso de Graciela Cañette, vecina de Villa Golf, quien logró escapar del cautiverio infligido en un prostíbulo. En octubre del año pasado, fue engañada con la promesa de trabajo y terminó como prostituta durante tres días en un club nocturno de la ciudad de Gualeguaychú. El hecho ocurrió a metros de la estación de trenes de Ezeiza, sobre la ruta y de día.
Periodismo en el Bicentenario.
En Ezeiza no hay prácticamente delitos de acuerdo a las estadísticas, y a la poca difusión que de ellos se dan, salvo en el periodismo regional. Por suerte, la comunidad comienza a insistir y da a conocer lo que nos sucede, descreída de falsas promesas de investigaciones a fondo, como habría ocurrido con Roxana, la desaparecida de y en Tristán Suárez.
La otrora complicidad de los medios, incluso la poderosa corporación nacional, ni se tomaban la molestia de ingresar en el Distrito Ezeiza para recabar información de los vecinos, quienes tuvieron que salir en busca de ellos. Por suerte hoy, y gracias a la ruptura de la alianza de los grandes medios con funcionarios del partido gobernante, aquella situación parece superada y la difusión alentará prevenciones y denuncias que permitan que la trata de mujeres, considerada como la forma de esclavitud del siglo XXI, no víctimice a mujeres de Ezeiza, ni de ningún lugar del mundo.
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