Nuestros calendarios oficiales nos marcan que el 12 de octubre es una fecha festiva, por ser el Día de la Raza. Las disposiciones oficiales deben cumplirse aunque en este caso, la legalidad no coincide con la legitimidad.
Fue un gobierno constitucionalmente elegido el que estableció honrar al día en que Cristóbal Colón estableció puentes definitivos entre todas las razas del mundo. Pero esos puentes no fueron de comunicación, fueron de invasión, sometimiento, aniquilamiento del otro, del diferente. Hace años que los pueblos originarios no celebran este día, que lejos de ser festivo es de oprobio, de humillación, de dolor por la libertad perdida. Hace años que festejan el 11 de Octubre como el último día de Libertad. En otras naciones latinoamericanas se cambió el nombre de la festividad, el Día de la Raza pasó a ser el Día de la Diversidad. En nuestro país, lugar de origen del homenaje original, aún no se ha tratado legislativamente el tema pese a que el INADI ha solicitado el cambio de denominación, claro que sin sustento ni suerte alguna.
No podemos cambiar la Historia, si podemos resignificarla. No esta mal seguir denominando el 12 de Octubre como el día de la Raza, el día del comienzo del encuentro definitivo de la Raza Humana, con sus dolorosas contradicciones. El proceso que sin par desató aquella aventura, todavía esta en marcha, la integración étnica.
Se dirá que me olvido del genocidio. Diré que no me olvido de ello, sino que planteo: ¿De qué sirve cambiar de etiqueta sin cambiar el contenido? Podremos ponerle el título más rimbombante, genial, provocador, justiciero. Pero con ello no pararemos la tala de montes, la privatización de tierras comunales, la miseria de los cordones suburbanos, la tinelización de la reserva mapuche, no preservamos los glaciares, el agua, no paramos el envenenamiento ni el vació contaminante que nos dejan las mineras. Estos son los temas que nos avasallan, son el equivalente, la actualización, de las depredaciones que comenzaron a partir del 12 de Octubre de 1492.
Fue Paulo III quien finalmente aceptó que los americanos eran “realmente hombres”, eran “personas con alma” (02/06/1537), y por lo tanto el 9 de junio de 1537, afirmo que los indios eran seres humanos. Desde esa época las matanzas disminuyeron y puede afirmarse de que en nuestro país, hoy en día, nadie mata indios. Los dejamos morir solos. Sin ayuda médica, sin sostenimiento reparador, sin políticas integracionistas, sin culpas.
Juan Carlos Ramirez
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