Muchas falencias se pudieron superar, además, por la labor digna de destacar del personal del Archivo, que siempre con la mayor buena voluntad y predisposición ha atendido a los investigadores. Todos somos conscientes de la necesidad de digitalizar y utilizar los medios más modernos para preservar el patrimonio documental, incluyendo los archivos sonoros, fílmicos y gráficos, pero mucho mayor es la necesidad de contar con un edificio en condiciones, algo por lo que se viene bregando desde hace mucho tiempo.
Durante años los directores fueron nombramientos políticos, sin llamado a concurso, y el funcionario designado padeció el ostracismo de la falta de medios para mejorar la realidad. La llegada de José Luis Moreno, a propuesta de numerosos historiadores, significó una luz de esperanza, por la probidad y eficiencia de su gestión. Hizo mucho con contados recursos y tanto más esperábamos de su gestión. Abierto al diálogo franco, sin exclusiones ideológicas, nos manifestó en un par de ocasiones los reclamos que hacía al Ministerio para atender las más elementales necesidades.
En las vísperas del Bicentenario se abre un nuevo interrogante: de seguir sin recursos el Archivo, corremos el grave riesgo de perder la memoria de más de 400 años de historia. Es hora de que el Poder Ejecutivo y el Legislativo adviertan que ya no hay tiempo que perder.
Por: Roberto L. Elissalde. (Publicado en La Nación el 19/08/2009
El historiador Roberto L. Elissalde, supo residir en Monte Grande. Ha publicado varias obras, entre las que se encuentran historias sobre las invasiones inglesas y la aparición temprana en los medios peiodísticos de Monte Gtande.
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