sábado, 4 de julio de 2020

Día del Médico Rural


Esteban Laureano Maradona nació en 1895 en Esperanza, Santa Fe, donde su padre se encontraba circunstancialmente para inaugurar el Primer Congreso Agrícola del país. Fue el noveno hijo del matrimonio de Encarnación Villalba y Waldino Maradona, sanjuanino amigo de Domingo Daustino Sarmiento que había llegado a ser senador de Santa Fe, maestro, periodista y productor rural. Era descendiente de Plácido Fernández Maradona, gobernador en varias ocasiones y ministro de Nazario Benavidez, y de José Ignacio Fernández de Maradona, jesuita y primer diputado electo por el pueblo de San Juan al ser reputado como el “mejor probidad” ante la Junta Grande (1810-1811) y responsable de que en 1811 se sancionara el decreto que extinguía el tributo que pagaban los indios a la Corona. Ambos eran hijos de los españoles Francisco Fernández de Maradona y Francisca Arias de Molina y Jofré, arribados de San Pedro de Arante en el año 1748 (Juan Manuel Cervera; Waldino B. Maradona, un civilizador de provincia).
La mamá de Esteban Maradona se llamó Petrona Encarnación Villalba Sosa y era hija de Esteban Villalba, santiagueño, estanciero. Este había trabajado a cargo del cuidado de la hacienda de la familia Ezeiza, quienes al regresar al país de su exilio, encontraron que no solo Villalba había cuidado su hacienda sino que la había duplicado. En agradecimiento, los Ezeiza le pagaron con patacones de plata, lo que le permitió comprar varias hectáreas por la zona de Barrancas y Coronda (Sta. Fe).
Cerca de allí, en Esperanza, nació Esteban Laureano Maradona Villalba, el 4 de julio de 1895. Años después, la familia se trasladó a la estancia “Los Aromitos”, en Barrancas (Sta. Fe), que su abuela había heredado sobre las costas del Río Coronda. Para cursar sus estudios secundarios, Esteban Laureano se trasladó a la capital provincial y luego a la Capital Federal para estudiar medicina en la Universidad de Buenos Aires. Supo contar que: “No me gustaba ese aire elitista y aristocrático que tenía la universidad de aquel entonces. Los estudiantes iban con galerita, y yo, como buen rebelde, aparecía por las aulas con un enorme chambergo de tipo criollo”. Entre sus maestros se encontraron Bernardo Houssay, Pedro de Elizalde, Nerio Rojas, y Gregorio Aráoz Alfaro. En el libro Doctor Maradona (Justo Lindor Olivera) consta que el original del diploma, en poder del Dr. José Ignacio Maradona, data del año 1930 (libro 5, folio 30, número 239).
Ya graduado viajó a Resistencia (Chaco, en aquel entonces capital del Territorio Nacional del Chaco), en donde instaló un consultorio y se dedicó al periodismo entre 1931 y 1932, dictó conferencias sobre diversos temas como lepra, lactancia e incluso sobre los accidentes de trabajo, lo que le granjeó enemistades por asesorar a los trabajadores sobre cómo defender sus derechos. Viajó a la Isla del Cerrito, donde la lepra hacía estragos e impulsó la construcción de un lazareto, además de estudiar su botánica.
Supo declarar: “Los capitalistas me tenían entre ojos, y como yo atacaba al gobierno militar del señor Uriburu, la policía me perseguía”.  Partió entonces rumbo a Paraguay donde comenzaba la Guerra del Chaco Boreal. Ofreció sus servicios de médico y, aunque pasó un tiempo en prisión sospechado de espionaje, pudo ejercer su profesión en el Hospital Naval de Asunción, donde fue designado director, redactó el reglamento de Sanidad Militar del Paraguay y tuvo tiempo para ocuparse de la colonia de leprosos de Itapirú.
En Asunción, se enamoró y se comprometió con la que fue la única novia que se le conoce, Aurora Ebaly, sobrina del presidente paraguayo. Esta muchacha de apenas 20 años, falleció de fiebre tifoidea el 31 de diciembre de 1934. “Lo único que me retuvo en el Paraguay fue la guerra. Tanto sufrí con su muerte que nunca más me volví a enamorar”, recordaría años más tarde.
Corría el año 1935 cuando regresaba en tren desde Paraguay. Pensaba hacer escalas en Salta, Jujuy, y Tucumán (allí vivía su hermano Juan Carlos, intendente de la capital provincial), y por último instalar un consultorio en Lobos (Buenos Aires), donde vivía su madre. Aquel 2 de noviembre su vida cambiaría en la estación formoseña “Km 234” del paraje Guaycurú, también llamado Estanislao del Campo (Territorio Nacional de Formosa, hoy Formosa).
Recordaba: “Un grupo de personas preguntaba a voz en cuello si algún pasajero se animaba a asistir a una parturienta en estado de gravedad. (…) Tomé mi maletín. Subí a un sulky. De las riendas tiraba una mujer cincuentona. (…) El parto fue difícil. La parturienta en verdad estaba grave. Se llamaba Mercedes Almirón y a mano saqué a esa criatura, una nena”. Cuando regresó a la estación a comprar un pasaje para el siguiente tren se encontró con una multitud que reclamaba sus servicios. Recordaba: “De golpe me vi rodeado por un indiaje astroso, bárbaro. Patente recuerdo algunos rostros como de animales chúcaros, ariscos, y, al mismo tiempo graves, profundamente necesitados. (…) Puedo ver esos rostros con absoluta nitidez: narices, lóbulos de las orejas mutiladas con tatuajes; manos como de cuero se me extendían suplicantes. Me arremangué, empecé a atender y me quedé con ellos…”.  
En donde todo era monte, con cuatro o cinco ranchos rodeado de indios, logró erradicar la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera y la sífilis. Los indios lo llamaban Piognak —«Dr. Dios» en pilagá—. Consiguió la adjudicación de tierras fiscales en donde fundó la colonia aborigen Juan Bautisata Alberdi (1948), fundó y fue docente de una escuela rural que, recibió el nombre de José Ignacio Maradona.
La escala en aquel lugar se extendió por más de cincuenta años, donde el médico, filántropo, naturalista y escritor, vivió austeramente, sin luz, gas, ni teléfono, atendiendo a los pobladores, muchos de ellos aborígenes. En 1986, con 90 años de edad, enfermó y debió trasladarse a la ciudad de Rosario, donde vivía su sobrino. Llegó en un estado calamitoso, por lo que debió internarse en un hospital. Ya de alta, se quedó a vivir con la familia de su sobrino, de donde no se mudaría más. En sus últimos años recibiría muchos homenajes y distinciones y no aceptaría ningún tipo de pensión vitalicia. Murió de vejez el 14 de enero de 1995, a los 99 años, en Rosario. Sus restos se guardan en la ciudad de Santa Fe, en el panteón familiar.
El 27 de junio de 2001, el Congreso de la Nación sancionó la ley 25 448, instituyendo el 4 de julio como Día Nacional del Médico Rural, conmemorando el natalicio del doctor Esteban Laureano Maradona.

Juan Carlos Ramirez Leiva

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