Mi esposo, Fernando Alturria, es un veterano de guerra.
Era cabo del ejército cuando le toco ir desde Mercedes (Corrientes); con 17
años tuvo siete hombres a cargo y fue uno de los primeros en caer prisionero.
Son héroes contemporáneos que no fueron reconocidos cuando termino la guerra,
los trajeron escondidos a Campo de Mayo y se les prohibió que hablaran de
Malvinas; por años fueron ignorados.
Las secuelas de Malvinas provocó, por ejemplo, muchos
casos de divorcio. Por años en casa no se escuchaba música en inglés, ni se
consumía nada británico. Nosotros tenemos cinco hijos, y ellos también son
héroes. Les ha tocado a los hijos de los veteranos, encontrar al papá llorando
en algún rincón, debajo de la mesa, debajo de la cama. Secan sus lágrimas, se
bancan al papá, al que llora como un niño, el que a veces incluso hasta puede
ser agresivo. Los hijos también son héroes.
Los veteranos no siempre pueden hablar de lo que les pasó
en las islas, pasó mucho tiempo antes de que en una charla que estaban dando,
me enterase que él fue elegido por los ingleses para integrar el grupo que
recogió los restos de los caídos en combate, los restos de sus compañeros.
Juan Carlos Ramirez Leiva
Nota dada en la ES14 (hoy ES16), a los estudiantes de tercer año.
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