El pasado viernes, el diario La Nación nos informaba sobre un nuevo caso de control de la sociedad, a manos de delincuentes liberados con tal fin. Con la seguridad que le brinda la inmunidad legalizada, un juez autorizó a un asaltante de 17 años a concurrir a la escuela. El joven, que se habría mostrado preocupado por perder días de clases del 9no. año que cursa, esta preso por participar en un violento asalto el pasado 4 de septiembre. Tras reducir a una familia junto con un cómplice, golpearon a los dueños, arrojaron a uno de ellos por las escaleras y jugaron a la ruleta rusa con los rehenes. La fiscal general sostuvo que las víctimas tenían miedo de que los acusados quedaran en libertad, dado que el menor liberado le indicó en reiteradas oportunidades a su compañero: "disparales que nos vieron, nos van a reconocer".
No imaginamos la tranquilidad llevada a los padres de sus compañeros de estudios, cuando asegura el juez que a medida que el delincuente "vaya comprendiendo las normas", podría acceder a "otro tipo de beneficios”. Tiene razón el juez en autorizar su reinserción escolar, allí donde no se le pudo inculcar que robar o golpear a los mayores no es legal. Pensamos en la ridícula posición en que coloca a los preceptores, encargados de que las rutinas escolares se desenvuelvan en un orden favorecedor de urbanidad y de respeto a sus mayores docentes y auxiliares; siempre van a contar con poder aplicar la ejemplar sanción de dejarlo “sin recreos”, salvo que un juez o inspectora dispongan que no se puede “castigar” así a un niño de 17 años.
Vivimos tiempos de la legitimación cotidiana de otrora delitos o actos reñidos con la convivencia. Ministros que despenalizan la droga, alumnos que impiden que sus compañeros reciban conocimientos, políticos que utilizan a los pobres para que tengan miedo los que se resisten a empezar a serlo. Se presupone que el victimario es tan víctima como su víctima (ex Ministro de Seguridad León Arlasnian), lo cual es un interesante ejercicio teórico. Claro que como recuerda el docente Miguel Corsi: "En teoría, no hay diferencia entre teoría y practica, pero en la practica si". La escuela actual no tiene los mecanismos adecuados para los que han optado por intentar matar o matar a los que se interponen entre sus deseos y la realidad que se los niega. Parece ir en aumento el número de jueces, que disponen de la protección de custodias armados que les paga la sociedad a la que ellos desprotegen, que entienden que las penalizaciones son inadecuadas. La cuestión es que están discriminando, pretenden garantizar los derechos humanos a quienes, evidentemente, les niegan la condición de tales. El educador Corsi sostiene que una de las características del ser humano, es su capacidad de discernir y obrar en consecuencia. Si se comete un acto delictivo se debe pagar en proporción a la ofensa cometida, porque como sostuvo el filósofo J. P. Sartre, el individuo, en cuanto hombre libre, debe ser responsable de sus actos frente a la sociedad.
El epistemólogo Mario Bunge sostiene que urge una declaración de Deberes y Derechos Humanos. Un término sólo adquiere significado en presencia del otro; se trata de opuestos complementarios, no de opuestos enemigos. Si a los jóvenes no se les respeta el derecho y el deber de ser responsable, ¿qué sociedad conformarán en su adultez?
Afirma el filósofo Sergio Sinay en Elogio de la responsabilidad, que las sociedades no nacen de repollos ni son improntas de un instante, se forjan en el tiempo con la responsabilidad asumida o no de sus integrantes. La sociedad del futuro la forjan los padres, los funcionarios educativos, los adultos de hoy, los jueces, y el sentido de responsabilidad que les inculquemos a los chicos HOY.
Juan Carlos Ramirez
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