Durante las últimas semanas recorren nuestros pagos de Ezeiza versiones de que se están secuestrando chicos para comerciar sus órganos. Padres y madres amedrentados llevan a los niños al colegio y los van a buscar a la salida. Los trascendidos arrecian. Tanto es así que dicen, que dicen... No hay denuncias ciertas. Cualquier hecho se tergiversa o se inventa. Se comenta en la feria, en la calle, en el almacén, en las escuelas. Podemos pensar que se trata de una campaña mal intencionada de corte político eleccionaria. Una morbosa campaña para sembrar el terror entre los ingenuos ciudadanos. Y dar por terminado el asunto. Pero el sólo hecho de pensar que los niños están expuestos a ser secuestrados y descuartizados pone los pelos de punta de toda la comunidad.
No puedo apartarme de mi formación psicológica social e interpretar esta situación desde esa mirada. Los padres saben que sus hijos sí están expuestos a ser atrapados y sus órganos destrozados hasta causarles la muerte. Reniegan de ponerle un nombre cierto a esta amenaza, y algunos prefieren creer que existe una banda de malvados acechándolos. El miedo paraliza y aterra. Krishnamurti (filósofo hindú) decía que el miedo sólo existe a lo desconocido. Si uno conoce, e identifica el objeto de su miedo, el miedo desaparece, y uno puede actuar, defenderse y estar prevenido. Sólo podremos desmitificar estas versiones catastróficas si identificamos cuál es el enemigo real y cierto de nuestros chicos.
Los niños, niñas y adolescentes sí están siendo emboscados. Son buscados, secuestrados y atrapados por un mal que se llama DROGA y ALCOHOL. Sus órganos, empezando por el cerebro y siguiendo por el hígado, pulmones, vías respiratorias y el resto del organismo son afectados irreversiblemente, hasta lograr quitarles la vida (en todos los sentidos y acepciones de la palabra). Somos los padres, abuelos y educadores quienes debemos conocer e identificar al enemigo de nuestros chicos, para poder enfrentarlo. Vamos a Wikipendia en Internet y nos dice que Paco es una droga callejera de bajo costo elaborada a partir de los residuos de la cocaína, procesada con queroseno y ácido sulfúrico(ocasionalmente se utiliza cloroformo, éter o carbonato de potasio. Se suele consumir por vía respiratoria en pipas (generalmente caseras)o sobre la marihuana en forma de cigarrillo (marciano, bazuco, nevado) y, debido a su composición química, es altamente adictiva. Se le conoce por el nombre de "Pasta Base", "Pasta", "Lata", "Tumba", entre otros. Cuesta alrededor de $ 5.- la dosis. Es altamente adictivo. El consumidor al ingerir una dosis experimenta varias etapas: Euforia: disminución de las inhibiciones y sensación de placer que dura de 1 a 5 minutos; Disforia: comienzo de sentimiento de angustia, depresión e inseguridad. Adicción: consumo sin interrupciones, buscando mitigar la sensación de disforia. Y finalmente la etapa de psicosis y alucinaciones en la que surge la pérdida de contacto con la realidad, agitación, paranoias, agresividad y alucinaciones que pueden durar semanas. Durante la euforia, la persona parece atontada, se queda sin habla y se le abren los ojos más de lo normal. Luego de esta euforia pasajera todo lo demás es disforia y adicción o como se dice popularmente "fisura" o estar "doblado", "quebrado", la persona se vuelve seria y su único interés es seguir fumando a cualquier costo.
Se estima que en Argentina se consumen 400.000 dosis de paco por día. El adicto puede llegar a robar para poder adquirir la dosis. Algunos especialistas la llaman la droga del exterminio. Es importante que podamos identificar cuándo estamos en presencia de un consumidor, sea alguien cercano o incluso nuestros propios hijos, para poder ayudarlos y que puedan salir de este flagelo mediante un tratamiento adecuado y profesional. Algunos síntomas que podemos advertir son: Deambulación, no pueden parar de caminar, los pies se les lastiman. Expectoración de sangre o mucosa sanguinolenta del tracto respiratorio. Degradación progresiva de la piel. Debilitamiento de los músculos. Reducción acelerada del peso corporal en algunos casos produce anorexia. Desgano e insomnio. Midriasis (ojos vidriosos). Náuseas y vómitos. Hipertensión arterial. Migraña (dolor de cabeza) severa. Amnesia afectiva. Taquicardia (palpitaciones). Frecuentemente produce ulceraciones en los labios y la cavidad bucal. Comportamiento errático y violento. Manchas oscuras en los dedos de las manos y quemaduras y costras en los dedos. En abstinencia sueño profundo, sopor y diarreas incontrolables.
La recuperación del adicto requerirá atención profesional médica y psicológica. Dónde pedir ayuda. En forma gratuita: La Provincia de Buenos Aires, cuenta con la Subsecretaría de Atención de las Adicciones, del Ministerio de Salud, Número Telefónico gratuito 0800-222-5462. En nuestro medio el CPA (Centro de Prevención de Adicciones) Dirección: Diego Laure Nº 105 y Ruta 205 - 1º Piso - Horario: L a V 9 a 17 hs. Teléfono: 4232-8832. Es de destacar que a raíz de las medidas de fuerza de los trabajadores de los CPA, se nos informó que ellos luchan junto a la comunidad, familiares, pacientes y organizaciones en defensa de una política pública en adicciones digna, es decir con una mirada sanitaria (se estaría intentando mudarla del ámbito del Ministerio de Salud al del Poder Ejecutivo), con un presupuesto acorde a las necesidades, con trabajadores con los derechos que corresponden es decir enmarcados en leyes adecuadas, y con cupos para internaciones.
María Amelia Militelli
No hay comentarios:
Publicar un comentario