Desde que
el Neoliberalismo hizo su entrada triunfal en la historia, tras la simbólica
caída del Muro de Berlín, las desigualdades sociales han ido en aumento de la
mano de los políticos empleados por quiénes son los “dueños” del Libre Mercado.
Las
épicas luchas sostenidas por nuestros despojados pueblos apoyando a lúcidos
dirigentes de la talla de Lula, Chávez, Correa, Evo, y la dupla
Néstor/Cristina, frenaron los primeros avances depredadores de quienes
autodenominándose Capitalistas, destruían la base del sistema consumista: el
poder adquisitivo de los pequeños burgueses y del proletariado. El éxito de la
intervención política en la economía Argentina fue de tal magnitud, que se
manifestó incluso en indicadores propios de la clase media: el aumento de los
vuelos en avión. Sin embargo, algunos no soportaron que la distribución de
riqueza alcanzara a las capas más desfavorecidas y se pegaron un tiro en… los
pies.
El acceso
al poder por vía democrática, de los grupos económicos que otrora llegaran solo
a través de los ejércitos de ocupación nacional, legitimó los cambios
estructurales que se están llevando a cabo. Los medios masivos de comunicación
asociados hacen contínua apología de la desigualdad como base del crecimiento,
con burdas manifestaciones como que eran falsas las ilusiones de prosperidad
social, lo que el Premio Nobel de Economía Stiglitz llamó «subversión de la
democracia».


Por Juan
Carlos Ramirez Leiva.
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