lunes, 2 de septiembre de 2024

Procrastinar

  Pertenezco al selecto pero denostado grupo humano que no nos molesta procrastinar nuestras tediosas obligaciones. No es que no nos traiga problemas con nuestras relaciones, ya laborales o sociales e incluso, con nosotros mismos. Tenemos consciencia de la ansiedad, malestar e incluso, la decepción que le causamos a quienes nos están esperando puntualmente.... y nosotros no llegamos.
  Explicar el por qué somos impuntuales no tiene caso, nadie nos cree y en un rincón de nuestra honestidad, admitimos que razón, tienen. Sin embargo, ello no significa que avancemos a un cambio conductual paulatino. Y no siempre es nuestra culpa, al menos de una manera comprensiblemente generosa.
  A quién no le ha pasado que saliendo con tiempo suficiente para nuestro compromiso, nos encontramos con alguien que hace mucho que no vemos y por tal, sería una descortesía no pararnos a conversar, o pusimos mal la alarma, perdimos el tren y el siguiente no salió a horario, nos olvidamos de algo fundamental, etc, etc. Son situaciones comunes, razonables, creíbles hasta que nos suceden con mucha asiduidad.

  Como no podemos cambiar nuestro destino de procrastineros irremediables culpa seguro, de una conspiración universal, aceptamos estoicamente nuestro destino y nos sumamos al movimiento que ha logrado que se nos reconozca nuestro hado.
  Nosotros, los que llevamos adelante una tan heroica como inútil batalla contra cronos, tenemos nuestro día de reconocimiento y premio. El Procrastinators Club of América, fundado por Les Waas en 1956, estableció que el 5 de septiembre es el "Día de Llegar Tarde". La motivación fundacional era brindarnos la tranquilidad, el descanso, de dejar para mañana lo que podríamos hacer hoy.
  Lo que de esto sufrimos, debemos conocer que los estudios científicamente elaborados han concluido en que buscamos generar adrenalina extra y que nos divertimos cuando actuamos contra el reloj, cuando desafiamos su impecable e inapelable andar. Hacer las cosas con tiempo, no nos sirve.

 

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Nota del editor: Esta nota debería haber salido el año pasado, pero no llegó a tiempo.