jueves, 27 de diciembre de 2012

Raza negra y origenes del socialismo Argentino

Nuestros autores:  Victor O. García Costa, destacado vecino del Distrito Ezeiza,es escritor, periodista, historiador, coleccionista y bibliófilo. Nació el 20 de setiembre de 1932 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Fue un afiliado oculto al Partido Socialista desde 1950, por ser empleado del Estado, y posteriormente comenzó a activar en el Partido Socialista Argentino, en el que ocupó diversos cargos en los órdenes local, federacional y nacional, posteriormente Partido Socialista Popular. Como periodista ha colaborado y/o colabora, entre otros medios, con "La Vanguardia", "Propósitos", "Panorama", "Primera Plana", "Todo es Historia", "La Opinión", "La Voz del Interior" (Córdoba), "La Prensa" y "La Nación". Fundador y director del fanzine "El Tero", del periódico "El Tábano" (acaba de salir su Nro. 70), de Ezeiza, y de la Revista "La Mesa de los Jueves". Entre sus numerosas obras se encuentran La revolucion de mayo. Una revelación documental; Alfredo L. Palacios y su defensa de la argentinidad; La fundación del partido socialista; Alfredo L. Palacios, entre el clavel y la espada; y sin agotar la lista de su prolífica obra, Adrián Patroni y la situación de los trabajadores en la Argentina. Colaborador de la Junta de Estudios Históricos del Distrito Ezeiza y protector de la Biblioteca Alfonsina Storni, ha realizado aportes para pensar nuestra sociedad, con materiales como el siguiente:

Publicado en la Revista: Ethiopiques numéro 14; revue socialiste de culture négro-africaine; avril 1978

"En ocasion de hallarnos buscando antecedentes relacionados con el periodismo politico argentino, para un libro sobre el tema [1], quedó ante nuestra observacion el curioso ejemplar inicial de un periodico que, por el año de su aparicion - 1858 - Y por el nombre con que se lo identifico - El Proletario -, adquiere una especial significacion. Entre otras caracteristicas importantes, El Proletario tiene la de haber introducido ese vocablo - proletario - por primera vez en el periodismo argentino.
El antecedente de El Proletario es La Raza Africana o El Démócrata Negro, cuyo redactor fue Zandalio Scuti y Quiroga. La Raza Africana vió la luz el 7 de enero de 1858. El verdadero propietario de La Raza Africana no fue Scuti y Quiroga sino Lucas Fernandez, el que- según sus propias confesiones - « a causa del poco conocimienta y falto de practica en materia de publicaciones » dejo en manos de Scuti y Quiroga la redaccion del semanario.
Sin embargo, discrepancias suscitadas entre el redactor Scuti y Quiroga y el propietario Fernandez - que, lejos de resolverse, se agravaron - hicieron que resolvieran la disolución de la empresa, con lo que La Raza Africana o El Democrata Negro dejo de existir a las pocas semanas de su aparicion.
De inmediato Lucas Fernandez, olvidando las limitaciones que habia evaluado para poner en manos de Scuti y Quiroga la redaccion de El Democrata Negro o La Raza Africana, se die a la tare a de poner en marcha otra publicacion que sustituyera a La Raza Africana o El Democrata Negro. Asi, el domingo 18 de abri ! de 1858 appareil El Proletario, cuyo numero inicial, debajo del nombre, lo identificaba como un « periodico semanal, politico, literario, y de variedades ». El objetivo de El Proletario estaba enunciado al pie de esa identificación : « Por una sociedad de la dase de color », al que seguia, para que no quedara duda del responsable, el nombre del fundador, director y redactor : Lucas Fernandez.
A tres columnas, en su primera papina, El Proletario, a modo de presentación, explicaba a quiénes estaba dirigido y euales eran sus primordiales preoeupaciones.
En esa presentación a cuyo pie daba comienzo el folletin « Los Jesuitas y El Clero Cordobés » dice El Proletario [2] :
Esta importante y preciosa porción de la sociedad portefia a que nos honramos de pertenecer, no tiene un organo que alivie las necesidades ineherentes a toda clase desvalida y pobre de un pais cualquiera, y que vigile por sus intereses tan importantes y valiosos coma los de las c1ases mas acomodadas y felices ; y si lo tuvo, el no pudo llenar sus fines y objetos primordiales ; pero aún cuando asi lo hubiera hecho no existe ya.
En la situación actual de nuestra clase, en la precocidad de inteligencia que se nota en la generación que se levanta, avida de ideas y saber, y sobre todo, en el estado de progreso moral en que se halla el Estado de Buenos Aires, se hace indispensable ese órgano que la estimule y fomente, ya con el ejemplo, ya propendiendo a que se la ensanche el camillo de la educación y de la ciencia, un poco estrecho hasta aqui, y no coma debe ser ; ayudandola a vencer los obstàculos que la openen las rancias preoeupaciones de unos, y la malevolencia de los otros ; preocupaciones poderosas por lo mismo que son generales y sancionadas por los siglos ; a través de los cuales se han ido transmitiendo con ultrage de la justicia, de una a otra generación, hasta llegar a nosotros, y que ponen una positiva valla a la pràctica de ciertas leyes que nos amparan, haciendo que no se cumplan, parque hieren, no los intereses, sino el orgullo vano y mal entendido de las clases elevadas. La educación de nuestros hermanos de color, sera, pues, uno de nuestros principales tópicos, y de que nos ocuparemos con constancia, para aprovechar ese germen de porvenir que la impregna, y que nos necesita sino una mano benéfica y protectora que la abra las puertas cerradas, hasta aqui por intereses bastardos, para que se desarrolle y fructifique.
En ello hacemos un positivo servicio al pais, que no nos detendremos en demostrar porque es palpitante y està al alcance de todos : pues para comprenderlo basta vor la distancia que hay de un hombre barbaro a otro civilizado y lo que de uno y otro puede prometerse y esperarse.
Para màs ahondar a este respecto vease nuestra historia misma, y por poco que se le conozca se vendra luego en conocimiento de que no es pequena la parte que en nuestros males ha ejercido la falta de educación de la clase de color. Viniendo de este modo a pagar las clases superiores su abandono o egoismo para con ella.
Hoy principalmente, que principian a echar raices entre nosotros recién por primera vez, las instituciones democràticas y las ideas de libertad, conviene que se populanzen tambien y echen raices las ideas de verdadera igualdad y que se hagan efectivas ; parque tras ella vendra la educacion de la clase de color y coma consecuencia de ésta el afianzamiento de ellas. Pero esto no quiere decir tampoco que nuestros hermanos se echen a esperar que les hagan el bien : no, ellos deben hacer y propender de su parte también para alcanzarlo ; con tanto màs deber cuanto que ellos son inmedlatamente los beneficiados.
Para ello debe reunirse y asociarse toda la comunidad de color sin escepción de personas, gajo la dirección de sus hombres mas competentes, porque no carece absolutamente de ellos y tratar y discutir sus necesidades y buscar los medios de llenarla.
Todos los hombres de color deben hacerlo, y el que no lo haga asî, traiciona y abandona sus intereses proprios y los de sus hijos, y pierde ya con justicia el derecho de quejarse de su situación y porvenir.
Sin la asociación no hay nada ; nad puede el hombre aisladamente y entregado a si mismo.
El principio de la asociación, apoyado por la maxima inconclusa de -_ en la unión està la fuerza, y por esta otra, su antitesis ; divide y reinaràs, esta sancionada por la aprobación univers al, y constituye tal vez la primera gloria del siglo actual, porque a él se deben todos y los màs importantes adelantos que lo embellecen ».
La vida de El Proletario fue muy breve : en junio de 1858 dejó de aparecer este exponente del periodismo negro. Aunque la concepción de clase de El Proletario no fue social sino racial, es evidente que en tanto la realidad las unificaba en la situación de explotación en que se encontraba la raza negra, no quedan dudas que El Proletario fue un verdadero procursor en la lucha social de Argentina.

[1] Victor O. Garcia Costa, « El Periodismo Politico ». Centro Editor de América Latina. Bs As. 1972.
[2] Se reproduce con la ortografia del original

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