Tras una breve recorrida por las calles que conducen a la histórica plaza, se pudo observar que la fragmentación no afecto lo cuantitativo y que los espacios próximos al poblado escenario, fueron ganados por un gremio fuerte, cuyo líder no habló. Más dispersos, casi caótico, fue la distribución de jóvenes con abundante cotillón ya que mientras una columna enorme esperaba para entrar (lo que finalmente no hicieron), otros grupos estaban dispersos en los laterales de la plaza y al menos un centenar de ellos se marcharon hacia donde los esperaban los numerosos colectivos que los transportaron, antes de que hable su líder.
Fue muy claro el llamado del titular de la CTA, Hugo Rubén Yasky, quién señaló que el "movimiento sindical tiene un mandato, luchar por las cosas que el Gobierno tiene que garantizar… /como el/ "nivel adquisitivo", a la par que reclamó la necesidad de “distribuir la riqueza", para lo cual "hay que construir poder político… /con/ organización popular". Mientras esto lo expresaba un sindicalista diputado oficialista, otros, lejos de allí física e ideológicamente hablando, los “gordos”, se limitaban a pedir que los dejaran integrar listas que los eleven a tan preciados nombramientos. Para estar en sintonía, en La Matanza, el oficialista Pérsico prometía limpiar La Matanza (¿de peronistas?).
En tanto y en el mismo día, casi en soledad, el Presidente inauguraba una autopista que se comenzó en tiempos de Menem.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva