Antes de la guerra en el paraguay había 435 escuelas, la enseñanza primaria era
gratuita y obligatoria, y no existía el analfabetismo.
Las escuelas fueron arrasadas durante la guerra y nunca se reconstruyeron.
Decoud,
que formó parte del gobierno títere liberal, reconoce en 1877 que: “No se ha
fundado una sola escuela en la campaña, ni ningún instituto de educación,
excepto el colegio que hoy se proyecta fundar en la ciudad para educar apenas
cincuenta niños internos gratuitamente. En cambio hay cerca de cien mil niños
en al República que vegetan en la más espantosa ignorancia" (Decoud.
“Cuestiones políticas y económicas”). Atestigua el argentino General Mansilla:
“Es un hecho comprobado que en el Paraguay, durante y después del Gobierno del
doctor Francia, era raro encontrar quien no supiera leer y escribir. En toda
villa o aldea, los tres edificios que primero se construían por el Estado, y
estaban frente a la plaza, eran la iglesia, la comandancia militar y la
escuela”.
A las confesiones, agregamos el testimonio de un “representante del pueblo bárbaro
del Paraguay”, el teniente Manuel Frutos, sobreviviente de aquel genocidio, que
en 1914 evocaba: “Mi pueblo natal, Tbytimí, hoy pobre villorrio, tenía entonces
veinticuatro escuelas y en el presente apenas tiene una.”
Fue la guerra más repugnante de América, la más dolorosa y vengativa. Los derrotados
fueron aplastados, humanamente destrozados, deshechos junto con su país. Pretendieron
que sus consecuencias fueran para siempre. Casi lo lograron. El Paraguay
contaba antes del conflicto con 500 mil habitantes, cinco años más tarde su
población no pasaba de 116 mil, de los cuales, más de 100 mil eran mujeres,
niños y niñas. 90% de los hombres adultos paraguayos murieron en la guerra o a
causa de ella.
Fuentes: www.lagazeta.com.ar; www.blogs.elpais.com
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