martes, 2 de octubre de 2012

Yo, mi enemigo

Es notorio como se ha incrementado en los últimos días, la violencia verbal en las disidencias políticas; y ello es altamente preocupante. No me inquieta cuando los herederos de la vieja oligarquía reclaman supuestos derechos sobre su Paraíso perdido, menos aún me preocupa si la agresividad parte de los polos sojeros, financieros, o mediáticos, ya que la descalificación del otro es el juego que mejor juegan. No me sorprenden demasiado cuando los que emplean clásicas frases ofensivas son los despistados de siempre. Me angustia, me preocupa, cuando quienes pretenden apoyar las políticas del gobierno, no saben hacerlo desde lo racional, desde lo evidente, desde lo que los hace consentir esas medidas, este rumbo.
Uno de los slogan más usados por parte de quienes a todo se oponen, es el que reclama su Derecho a pensar diferente. Incomprensible reclamo a una gestión que ha enaltecido tanto ese derecho que lo ha legislado de manera pionera ya en el Matrimonio Igualitario, ya en el máximo respeto por la Diversidad Cultural, ni que hablar de la Ley de Medios.
Hacia dónde van, entonces, los reclamos. Quizás el filósofo José Pablo Feinmann dio una pista cuando dirigió la atención sobre el rebrote de odio. Quizás lo provoca el creciente protagonismo de quienes están aprovechando el momento histórico latinoamericano, y están transformando desde el campo popular. Entonces los cacerolazos, los ruidos  –como afirmara Délfor en la Revista Dislocada--, provienen de los gorilas. Y este es el punto a considerar.
Los gorilas están molestos por el protagonismo popular, son xenófobos en el más amplio sentido, el de despreciar a cualquiera cuyo origen no sea el considerado aceptable. Los gorilas no entienden, son animales útiles, especialmente para los que desean recuperar la Casa Tomada.
La finalidad de las presentes acciones políticas, es la creación de una sociedad solidaria e igualitaria como parte del proceso de liberalización de América Latina. Bastaría para cualquier cuadro político decente o rentado, recordarles a los que gustan de hacer ruido, cuál es el lado correcto a la hora de tomar decisiones. Se podía ser opositor a Yrigoyen pero no apoyando a Uriburu y sus picanas eléctricas, porque no fue lo mismo  Yrigoyen que Uriburu. Se podía ser opositor a Perón pero no apoyando a la Revolución Fusiladora, porque no fue lo mismo Perón que Rojas o Aramburu. Se debía apoyar a Illia, no a Ongania, y aunque me molesta recordar a aquella presidente, teníamos que sostener al sistema democrático, porque ese era el lado correcto en la lucha.
Comprendamos que son los aciertos lo que molesta a la derecha, no los errores. No hace falta ser historiador para saber de qué lado se debe estar, cualquier obrero lo sabe porque está en la realidad de la lucha de clases. Tenemos que ayudar a crear una oposición política, no generar odio político en los opositores porque de esa manera, hacemos el juego a la derecha; podremos hacer gala de grandes manejos teóricos, pero nuestra práxis sería funcional a la derecha.
A los gorilas se los educa y en todo caso, se los vigila, pero no se los agrede con las mismas rudimentarias herramientas que ellos disponen, porque si así lo hacemos, nos igualamos y entramos en el juego del odio, salimos de la política, de la máxima herramienta que tanto nos costó y nos cuesta aprender a usarla. Por eso creo que deben preguntarse aquellos reaccionarios oficialistas, a dónde van. A dónde conduce el salirse de la política generando enfrentamiento no sólo estériles, sino dañinos para la causa.
 Si después de todas las medidas revolucionarias que se están llevando adelante, no podemos explicar cuál es el lado correcto, si no podemos hacer docencia, entonces tendremos que ir a guitarrear a otro lado y dejarnos de embromar pretendiendo ser cuadros políticos. Juan Carlos Ramirez

2 comentarios:

  1. Excelente! El insulto brota cuando no hay argumentos. El reclamo de "libertad" de esos sectores no se entiende desde la perspectiva de la misma libertad. La "libertad" que reclaman no se puede expresar o definir porque no es digna de ser mostrada: libertad de evadir, libertad de explotar empleados, etc... En realidad el reclamo consiste en la no presencia del estado como guardián de las libertades de "todos y todas". Dentro del odio se incluyen sentimientos que los odiadores no pueden reconocer en sí, que son de admiración por el odiado/envidiado, y la impotencia de no poder competir con él. El odio no es indiferencia. El odio busca la destrucción del objeto de su odio para ocultar la propia impotencia. La mejor estrategia para combatir el odio es justamente no odiar, no retribuir con la misma moneda. Seguir el camino emprendido, pero eso sí: Comunicar. Comunicar. Comunicar. Lo digo varias veces porque tienen que existir tantas formas de comunicación como sean posibles. Para que el mensaje pueda llegar a todos los oídos. Si comunicamos sólo por un medio (ej: cadena nacional o canal oficial) los que apagan sus radios o televisores lógicamente no escucharán el mensaje, y por ende, no se enterarán de lo que pasa. Llegar a los sectores sordorizados por los bailandos, cantandos, soñandos, y demás andos, no será fácil pero creo que no es imposible. Buscar como el agua el resquicio para entrar, como una gotera, el mensaje puede también llegar, gota a gota, y en fin oradar la piedra... Saludos Profe! María Amelia

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