domingo, 1 de mayo de 2011

Pedagogía militante

La Escuela Pública debe responder a las necesidades públicas y con tal propósito, el Estado diseña los núcleos y competencias a desarrollar.
La globalización impacta en las necesidades de conocer los pro y consecuencias del modelo económico imperante, y las instrumentaciones políticas y culturales en juego que permiten que siga siendo dominante. La necesidad de superar la visión fragmentaria de las geografías enseñadas, llevaron a modificar los contenidos para comprender al espacio como algo que transformamos por razones económicas a través de instrumentaciones políticas. Desde esta posición nos alejamos de la enseñanza de la geografía física para enseñar a buscar comprensiones de cómo las políticas neoliberales han impactado en la apropiación de recursos naturales y la modificación de las condiciones de vida de las sociedades. No es que ya no importa cómo es el paisaje de desiertos o cómo es la vida en escenarios para nosotros, exóticos. Se trata de que a esos conocimientos, accedemos a través de los facilitadores medios masivos de comunicación. Ellos nos traen permanentemente imágenes, comentarios, divulgaciones precisas sobre lo que antes  conocíamos sólo a través de fotos en manuales.
Los nuevos recursos energéticos y la lucha por el medio ambiente, sobre su concepción y administración, debía ocupar un espacio preponderante en esa enseñanza, y de ahí las reformas implementadas. Los desastres que la naturaleza provocó en Japón, no deben impedirles a los estudiantes ver la consecuencia de la implementación de plantas de energía nuclear en zonas potencialmente peligrosas, ni como el Estado que regula estas actividades, priorizó la continuidad de la producción en desmedro de la protección de sus ciudadanos. Posibilitarles la comprensión del rol de los medios de comunicaciones globales para que vislumbren los propósitos de esos medios, al no seguir el tema, al no dar información sobre las personas a las que se expuso a radiación y/o contaminación por no cerrar o evacuar preventivamente; y además enseñar cuáles son las energías alternativas o buscar cuáles podrían serlo.
Nuestros establecimientos educativos no deben tener alumnos ya que no los alumbramos, ni menos aún tener educandos, ya que lo que necesitamos es que lo cuestionen todo, que indaguen permanentemente buscando su máximo de creatividad.
Creatividad significa dar a luz, producir; la creatividad es un proceso dinámico en donde se da la capacidad de encontrar relaciones en forma de nuevos esquemas. La enseñanza debe provocar cambios en cuanto a la fluidez, flexibilidad, elaboración, originalidad, sensibilidad a los problemas y su redefinición. Innovación y apertura al entorno es una de las metas a conseguir mediante la enseñanza de cualquiera de los espacios, necesaria para buscar el máximo de cohesión social respetando la diversidad.
Originalidad supone independencia y autoconfianza, y este es un desafío a atender por los profesorados. Sólo se pueden alcanzar si ambos actores, estudiantes y docentes, han desarrollados estos supuestos. Mientras los que estamos saliendo del sistema tradicional aprendimos lo previsible, nuestros estudiantes deben ser capaces de gestionar las incertidumbres.
La revolución educativa en marcha a través de la fuerte inversión del Estado en libros y en el acceso indiscriminado a la red, permitirá que tanto los docentes como los estudiantes, accedan a los nuevos conocimientos a un mismo tiempo. Con estudiantes temerosos de la participación, no desarrollaremos adultos críticos e innovadores; con docentes no respaldados, sin una autoestima alta por miedo a la intervención de inspectores políticos en las escuelas, tampoco podrán canalizarse las políticas educativas ni el pensamiento crítico de sus estudiantes, y todo el esfuerzo será en vano.
Este es el Año de la Inclusión, de ese desafío nos tenemos que encargar toda la sociedad, pero es el docente el actor social más privilegiado para su logro. Inclusión no debe volver a significar contener en un ámbito para que no nos molesten los jóvenes en las calles. Inclusión significa escuchar y abrir brechas para todos. Y para esto, la Pedagogía debe ser militante y los docentes debemos ser Militantes de la Educación.
Este es el desafió del momento educativo: Capacitar para la gestión de la incertidumbre, acumulación de conocimientos para su transformación, innovación de prácticas de estudios y de enseñanza para todos.

Por: Juan Carlos Ramirez

3 comentarios:

  1. Y cuál es la pedagogía militante? De una descripción y crítica al modelo , terminás agarrádote con los inspectores políticos, y sabés bien que ese es el rol pero no necesariamente subordinado.
    Los docentes no están apachuchados por temor a represalias, como clase media temen perder lo suyo. Tampoco son ángeles.
    Acá falta concordancia de clase entre los que se formaron para estudiantes críticos, luminosos y creativos, y la inclusión que hace años se viene dando y que pone tan nerviosos a los que no saben qué hacer con ellos. Porque les temen. Por qeue no les hablan y comparten un código comunicacional. Porque se espera de la relación sometimiento y acuerdo tácito conm el docente.Así, sin friccionar, cada uno hace la suya, los profes se llevan la guita y los pibes ni el título.Es mi entender y sabés que puse lo que diria en cualquier lugar. Un abrazo.

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  2. Sr./Sra. Área 1: Gracias por su comentario, el que por sus terminos me inhibe de responder ya que al ser de carácter absoluto estaría haciendo un descargo en lugar de pensar una propuesta. Le comento que estoy en ejercicio, por lo que yo también sería uno de los profesores de clase media criticados por Ud. (y yo que siempre me considere un proletario al que el modelo de desarrollo justicialista 1945-1955, le había permitido capacitarse).
    Cordialmente
    Juan Carlos Ramirez

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  3. Area 1: Imagino que una pedagodía militante requiere pensamiento autónomo y objetivos claros. Porque para ser pedagogo hay que tener presente a la persona a la que queremos conducir por el mundo del conocimiento. Y cada uno tiene sus tiempos, sus experiencias previas, sus necesidades y sus capacidades, que el pedagogo debe respetar y tener en cuenta para hacer su trabajo. Los docentes tenemos que volver a pensar como maestros que quieren ayudar a dar a luz el nuevo conocimiento. No podemos pensarnos como simples empleados. tenemos que retomar el timón y conducir a los alumnos a reconocer sus capacidades y a constituirse como seres con independencia de criterio pero con sentido de comunidad para construir una sociedad de inclusión real y no ficticia. Terminemos con la pavada y empecemos a pensar en grande. Seamos militantes de la recuperación de la dignidad que nos da el conocimiento. Si los jóvenes no acceden al conocimiento nunca podran incluirse o se incluiran en un mundo de esclavitud.

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