Esos locos que enseñan. Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano por la mañana y están en el cole una hora antes, otros salen del cole una hora más tarde porque tienen entrevistas con los padres que trabajan y no pueden acudir a otra hora, otros recorren todos los días más de 100Km de ida y otros tantos de vuelta. Están locos.
En verano les dan vacaciones pero no desconectan del todo, piensan en sus clases, preparan tareas para el curso siguiente. En invierno hablan mucho, siempre llevan caramelos de miel y limón en los bolsillos, otros con una botella de agua a su lado. Su garganta siempre está dolorida, pero siguen enseñando, a veces fuerzan su voz, pero siguen transmitiendo sus conocimientos con cariño e ilusión. Yo los he visto, no están bien de la cabeza. Salen de excursión con sus alumnos y se encargan de gestionar autorizaciones, recogida de dinero y responsabilidad extra.
Qué será de ellos y ellas. Por la noche sueñan con el colegio, se les aparecen planetas, ecosistemas y personajes históricos. He escuchado que llegan cargados con cuadernillos y exámenes, que han corregido la tarde anterior en su casa. Son mujeres y hombres, casados, solteros, de diferentes edades, pero a todos les apasiona su trabajo, ver crecer a sus alumnos, ayudarlos y conseguir de ellos ciudadanos competentes.
Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza. Disfrutan con lo que hacen, aunque haya padres que no los valoren, les critiquen e incluso les quiten autoridad (a veces hasta les agreden), pero ellos siguen hacia adelante. Están mal; suelen hacer cursos de formación y no les importa perder tiempo de su ocio para capacitarse. Dicen que son autocríticos y que hacen balance de sus experiencias educativas, que se frustran cuando no salen las cosas como esperaban, que se alegran cuando sus alumnos avanzan.
Están mal de la cabeza, yo los he visto. Dicen de algunos que fueron muy importantes, que siempre tienen palabras de aliento; dicen sólo que son docentes y que se sienten muy orgullosos de serlo.
Anónimo
Nota del editor: Pese a los esfuerzos no he dado con el autor. He encontrado cientos de páginas que han plagiado, que simplemente se han apropiado de este sentido texto. Las he encontrado en diferentes idiomas y hasta el 2007. Ello me ha llevado a reflexionar sobre la idea de Atahualpa Yupanqui, la que sostiene que uno se transforma en poeta cuando el pueblo se adueña de los versos. Y esto es lo que aquí ha pasado.
viernes, 11 de noviembre de 2011
lunes, 31 de octubre de 2011
Elecciones, Ciudadanía y Docencia.
Desde aquel reclamo social del 2001 pidiendo “que se vayan todos” a la actualidad, hay notorios cambios en la vida política. El paradigma cambio y tal vez de una manera inesperada, si tomamos nota como los docentes incrementaron ampliamente, su participación en listas de partidos políticos.
Mientras la escuela, desde ese nefasto año, asumió la responsabilidad de cumplir funciones más amplias que las de enseñar historia, lenguaje o matemática, los docentes reforzaban sus esfuerzos en la militancia social, incrementando su participando en listas de diferentes partidos, desde sus diferentes ideologías.
Tras la recuperación de la democracia, pocos y conocidos por todos, como Puigross, Oporto, ó Mary Sanchez participaban de la política partidaria postulándose a cargos electivos, previo paso por experiencias sindicales o como funcionarios, siempre relacionados al plano educativo. Probablemente la excepción en lo cuantitativo se daban en algunos partidos de la izquierda o vecinalistas, como en su momento Unidad Comunal.
Hoy la realidad es otra. En nuestro distrito, dos docentes pudieron presentarse al máximo cargo ejecutivo más un intento fallido que quedo en la Junta Electoral, varios participaron en al menos dos listas más como candidatos legislativos y en un número mayor se postularon a consejeros escolares.
Ahora bien, ¿Por qué la participación de los docentes? Una respuesta la podemos encontrar en que debido a su actividad especifica, traen consigo un manejo particular de la oratoria, competencia indispensable para el desempeño de la tarea de enseñar, además de otras, como la facilidad de comunicación, el trabajo en equipo, la creatividad y sobre todo, el contacto con la realidad cotidiana, el conocimiento del problema.
Más allá de cualquier análisis, es loable el incremento de la participación docente como cuadros políticos partidarios. Demuestran que estamos dando un paso más en nuestro camino hacia la construcción de una sociedad más democrática, basada en el debate y la participación. La ejercitación de las obligaciones ciudadanas, conduce y muestra inevitablemente, a una mejor sociedad.
Por: Cesar Leonel Miralia, Profesor de Historia (ISFD Voglino; T. Suárez)
jueves, 13 de octubre de 2011
Eduardo Delfino
La Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, mediante las resoluciones con fecha 29/09/11 y 3/10/11, formalizó la identificación de cinco personas que se encontraban desaparecidas: Miguel Ángel Mastrogiovanni, Ismael Antonio Monzón, Ana María Liendo, Juan Benítez y Alberto Eduardo Delfino, fueron identificados entre los restos exhumados en el Cementerio Municipal de Avellaneda en el año 2006, en el sector donde se encontraban sepultadas protagonistas de los sucesos ocurridos el 23 de diciembre de 1975 en el Batallón de Arsenales “Domingo Viejobueno” de Monte Chingolo.
Las exumaciones fueron efectuadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense, quienes afirmaron que “el plano labrado al momento de la inhumación de los cuerpos (año 1975), agregado en la causa penal, no correspondía con la disposición en la que finalmente fueron inhumados y hallados en la excavación, así como tampoco se encontraban los esqueletos completos, esto debido a movimientos de tierra por posteriores construcciones e inhumaciones". Las resoluciones dictadas por el Tribunal fueron remitidas a la Unidad Fiscal Federal y al Juzgado Federal N° 1 de La Plata, en el cual se tramita la causa Nº 82.090 ‘Barbate Daniel Roberto y otros s/ Inf. Ley 20.840, etc. en Batallón de Arsenales "Domingo Viejobueno" de Bernal’.
En diciembre de 2009, Alicia, hermana menor de Eduardo y miembro del Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, había comentado en que "hubo momentos en que para los familiares era peligroso acercarse hasta el lugar” en donde el 22 de diciembre de ese año, se inauguró un friso de dos metros de ancho por tres de alto (en el cementerio de Avellaneda) en homenaje a los militantes torturados, fusilados y desaparecidos luego de participar en el intento de copamiento referido.
El 23 de diciembre de 1975, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) se lanzó sobre el destacamento Domingo Viejobueno sin saber que habían sido delatadas sus intenciones por Jesús “el Oso” Ranier. Informes militares del 2006 declararon que fueron 49 los muertos enterrados en tumbas NN en el cementerio de Avellaneda (no es el número de muertes totales, que incluyen a criaturas de pocos años). A los restos de los combatientes les cercenaron las manos y las guardaron en frascos de formol para su identificación, y luego de pintarles un número con pintura roja en el pecho desnudo, los enterraron. A uno de los que lograron escapar lo habrían capturado herido en cercanías de Puente La Noria, por lo que se creyó -sin ningun fundamento- que podría haberse tratado de Eduardo, a quien también se aseguraba que lo habían visto en el hospital de Ezeiza, versión que con la confirmación de la identificación de sus restos, queda totalmente descalificada pero que incluyo para ilustrar los pesares de sus allegados. Cabe recordar que los procedimientos de desaparición se llevaron a cabo bajo el gobierno constitucional de María Estela Martínez, viuda de Peron.
Los familiares, que conocían el hecho, se reunían en el cementerio cada año al cumplirse un nuevo aniversario, y en el 2005 comenzaron a organizarce. Finalmente en 2006 lograron que el Concejo Deliberante de Avellaneda emitiera una ordenanza para preservar el espacio y poder inhumar los restos, el mismo año en que se decidió levantar un monumento, siguiendo una iniciativa de Laura Bonaparte –Madre de Plaza de Mayo con una hija inhumada en el lugar, declarado patrimonio de la provincia.
A modo de homenaje
Nos encontramos en French y Savedra y caminamos hacia la estación cuando apenas comenzaba aquella noche decembrina. No hablamos mucho, sólo trivialidades. Ya en la esquina de la plaza me dijo: "Va a ser grande". No lo volvi a ver.
Su entrega a los ideales fue pura y totalmente generosa, ofrendo su vida en ello. Si estaba equivocado o no, hoy es solo una apreciación y no esta en su amigo hacerla. Los que hicimos la secundaria con el, lo recordamos, siempre, como era. Decidido, audaz, tan generoso que se le fue la vida en ello.
Por: Juan Carlos Ramirez
Las exumaciones fueron efectuadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense, quienes afirmaron que “el plano labrado al momento de la inhumación de los cuerpos (año 1975), agregado en la causa penal, no correspondía con la disposición en la que finalmente fueron inhumados y hallados en la excavación, así como tampoco se encontraban los esqueletos completos, esto debido a movimientos de tierra por posteriores construcciones e inhumaciones". Las resoluciones dictadas por el Tribunal fueron remitidas a la Unidad Fiscal Federal y al Juzgado Federal N° 1 de La Plata, en el cual se tramita la causa Nº 82.090 ‘Barbate Daniel Roberto y otros s/ Inf. Ley 20.840, etc. en Batallón de Arsenales "Domingo Viejobueno" de Bernal’.
En diciembre de 2009, Alicia, hermana menor de Eduardo y miembro del Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, había comentado en que "hubo momentos en que para los familiares era peligroso acercarse hasta el lugar” en donde el 22 de diciembre de ese año, se inauguró un friso de dos metros de ancho por tres de alto (en el cementerio de Avellaneda) en homenaje a los militantes torturados, fusilados y desaparecidos luego de participar en el intento de copamiento referido.
El 23 de diciembre de 1975, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) se lanzó sobre el destacamento Domingo Viejobueno sin saber que habían sido delatadas sus intenciones por Jesús “el Oso” Ranier. Informes militares del 2006 declararon que fueron 49 los muertos enterrados en tumbas NN en el cementerio de Avellaneda (no es el número de muertes totales, que incluyen a criaturas de pocos años). A los restos de los combatientes les cercenaron las manos y las guardaron en frascos de formol para su identificación, y luego de pintarles un número con pintura roja en el pecho desnudo, los enterraron. A uno de los que lograron escapar lo habrían capturado herido en cercanías de Puente La Noria, por lo que se creyó -sin ningun fundamento- que podría haberse tratado de Eduardo, a quien también se aseguraba que lo habían visto en el hospital de Ezeiza, versión que con la confirmación de la identificación de sus restos, queda totalmente descalificada pero que incluyo para ilustrar los pesares de sus allegados. Cabe recordar que los procedimientos de desaparición se llevaron a cabo bajo el gobierno constitucional de María Estela Martínez, viuda de Peron.
Los familiares, que conocían el hecho, se reunían en el cementerio cada año al cumplirse un nuevo aniversario, y en el 2005 comenzaron a organizarce. Finalmente en 2006 lograron que el Concejo Deliberante de Avellaneda emitiera una ordenanza para preservar el espacio y poder inhumar los restos, el mismo año en que se decidió levantar un monumento, siguiendo una iniciativa de Laura Bonaparte –Madre de Plaza de Mayo con una hija inhumada en el lugar, declarado patrimonio de la provincia.
A modo de homenaje
Nos encontramos en French y Savedra y caminamos hacia la estación cuando apenas comenzaba aquella noche decembrina. No hablamos mucho, sólo trivialidades. Ya en la esquina de la plaza me dijo: "Va a ser grande". No lo volvi a ver.
Su entrega a los ideales fue pura y totalmente generosa, ofrendo su vida en ello. Si estaba equivocado o no, hoy es solo una apreciación y no esta en su amigo hacerla. Los que hicimos la secundaria con el, lo recordamos, siempre, como era. Decidido, audaz, tan generoso que se le fue la vida en ello.
Por: Juan Carlos Ramirez
miércoles, 12 de octubre de 2011
Día del Respeto a la Diversidad Cultural.
Hasta no hace mucho tiempo, conmemorábamos en esta fecha el inicio de un proceso que aún hoy esta en marcha: la globalización. Tomábamos como base que a partir de la gesta de 1492, el mundo comenzó a integrarse definitivamente.
No esta mal festejar la puesta en contacto de toda la raza humana, pero no era ese el sentido de la celebración. Desde un europeísmo centrista, festejábamos que C. Colón traía la civilización a nuestras civilizaciones, que había traído cultura a nuestras culturas. El Día de la Raza no era entonces el Día de la Raza Humana, era el día del festejo de la derrota americana a manos de los conquistadores europeos, y de las calamidades entonces sufridas. Se festejaba el despojo, el genocidio, la humillación de las culturas americanas.
Hoy soplan otros aires en América, hoy los pueblos denostan la barbarie invasora y rescatan a la América profunda. No por ser nuestras culturas mejores que otras, sino por ser tan valiosas como otras.
En una escuela de T.Suárez (Vista Linda, ES 314), ayer, se pudo ver el ejercicio de esta convicción. Se escuchaba y bailaba música tropical, cumbia claro, en versión de los suburbios metropolitanos. También reggaetón latino rappeado, e incluso, se bailo al son afro rioplatense de la murga que la visitara. Todo un encuentro de culturas, todas distintas, todas formando parte de nuestra identidad.
No nos olvidamos que aplaudimos a una llajuas danzando un tinku, baile típico boliviano que justamente, se inicia con la puesta en marcha del desprecio español por nuestros pueblos, haciendo que “nuestros indios”, se pelearan entre sí, tal el origen de esta danza que nos recuerda qué llamaba a festejar el Día de la Raza. Pero hoy hay una nueva visión, no despreciamos otras culturas, solo sostenemos que son tan buenas como las nuestras, como las de todos. Por eso ya no festejamos el día de la raza y lo que aquello significaba. Hoy, convencidos, celebramos el Día del Respeto por la Diversidad Cultural.
Por: Juan Carlos Ramirez
No esta mal festejar la puesta en contacto de toda la raza humana, pero no era ese el sentido de la celebración. Desde un europeísmo centrista, festejábamos que C. Colón traía la civilización a nuestras civilizaciones, que había traído cultura a nuestras culturas. El Día de la Raza no era entonces el Día de la Raza Humana, era el día del festejo de la derrota americana a manos de los conquistadores europeos, y de las calamidades entonces sufridas. Se festejaba el despojo, el genocidio, la humillación de las culturas americanas.
Hoy soplan otros aires en América, hoy los pueblos denostan la barbarie invasora y rescatan a la América profunda. No por ser nuestras culturas mejores que otras, sino por ser tan valiosas como otras.
En una escuela de T.Suárez (Vista Linda, ES 314), ayer, se pudo ver el ejercicio de esta convicción. Se escuchaba y bailaba música tropical, cumbia claro, en versión de los suburbios metropolitanos. También reggaetón latino rappeado, e incluso, se bailo al son afro rioplatense de la murga que la visitara. Todo un encuentro de culturas, todas distintas, todas formando parte de nuestra identidad.
No nos olvidamos que aplaudimos a una llajuas danzando un tinku, baile típico boliviano que justamente, se inicia con la puesta en marcha del desprecio español por nuestros pueblos, haciendo que “nuestros indios”, se pelearan entre sí, tal el origen de esta danza que nos recuerda qué llamaba a festejar el Día de la Raza. Pero hoy hay una nueva visión, no despreciamos otras culturas, solo sostenemos que son tan buenas como las nuestras, como las de todos. Por eso ya no festejamos el día de la raza y lo que aquello significaba. Hoy, convencidos, celebramos el Día del Respeto por la Diversidad Cultural.
Por: Juan Carlos Ramirez
sábado, 10 de septiembre de 2011
Revolución de Mayo en facebook
Luego de ver y aprender de este trabajo, he comenzado a cuestionarme ampliamente mis prácticas educativas.
jueves, 26 de mayo de 2011
Camino al Tricentenario
La Nación Argentina es una creación colectiva, es el estado actual de un largo proceso, de construcciones que se reformulan permanentemente. El esfuerzo conjunto de pueblos por consolidar un camino en común se tradujo en la Historia Nacional escrita por quiénes representaban más a los responsables de las desigualdades notorias en Mayo de 1910, que a los que construían con la exposición de su propio cuerpo, de sus fatigas, dolores y penares, la opulencia que la orgullosa clase dirigente exhibía como logros. Aquella burguesía proyectaba su optimismo al futuro, dejándonos una muestra de la opulencia lograda en estatuas glorificadoras de su presente, el que no incluía... a los excluidos de siempre.
Aquel sujeto inmigrante constructor de una nueva raza blanca en América, el crisol, comenzaba a ser el cuestionador violento, tan distante al criollo manso, a esos gauchos devenidos en Don Segundo Sombra, luego de ser Martín Fierro o el Gaucho Hormiga. Otra utopía de los 25 de Mayo comenzaba a no ser creíble, a deconstruirse, a ser añorada. No la Utopía Moreniana de la igualdad, no la de los Estados Unidos en el Sur, sino la de la América Europea.
Se preguntaba Andrés Rivera (La revolución en un sueño eterno), ¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad?, pregunta que se han hecho todos los dirigentes desplazados, o los intelectuales que representaban a la élites. A nuestra generación le paso el Terrorismo de Estado como brutal intento de frenar posibles Revoluciones de Mayo y sus intentos de discutir la distribución de la renta.
Sostiene atinadamente Federico Lorenz, que el Juicio a la Junta (1985) fijó un “piso de verdad histórica”. Como sociedad, enfrentamos la dificultad de no lograr elaborar un relato histórico abarcador que pueda unirnos desde su enseñanza en las escuelas. Nuestras contradicciones están más acentuadas que nunca. Incluso, por años hemos sostenido la necesidad de crear y sostener la Patria Grande, pero como condición, muchos sostienen que sea sin bolivianos, peruanos, paraguayos, etc., etc. Muchos añoran lo que dio lugar al relato del guatemalteco Augusto Monterroso (La oveja negra y demás fábulas), la idea de hacer muertas estatuas a las revoluciones fracasadas como forma de dejarlas quietas y en el pasado. También se podría seguir buscando el horizonte que el Che oteaba, cuando Alberto Korda le saco la famosa foto. Algunas historias argentinas, recuerdan a la idea de Comunidades imaginarias, de Benedit Anderson. Después de todo, crece la historiografía que plantea que Argentina, que América toda, sólo es un resultado, una consecuencia casi mecanicista del proceso de desintegración de la unidad monárquica española (Fabio Wasserman), opinión que se suma a los que interpretan que la historia toda, es producto de lo impensado, del azar (las Invasiones Inglesas y la reacción del pueblo en general, por ejemplo).
Qué respuestas buscaremos camino al Tricentenario, con qué preguntas. Como docentes, qué recorte practicaremos, cómo lo difundiremos. Cómo actores sociales de cambio, ¿buscaremos un camino alternativo para recorrer trayectos históricos? o reafirmaremos lo dado aún conscientes de que ello, depende de quién lo dio. Aunque no nos preguntemos para qué lo hizo, ni por qué lo repetimos.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
lunes, 9 de mayo de 2011
Soy un geronte
La negación de la edad es una tontería. No le tengo miedo a esta etapa que empieza a los sesenta años. Ser sexagenario no está tan mal. Cuando acudo a un gimnasio o cuando salgo a trotar, nadie piensa que no quiero aceptar que no soy un pendejo; por el contrario, algunos dirán con simpático asombro: ¡Miralo al viejito! Cumplir seis décadas es estar frente a una encrucijada, frente a la decisión de elegir nuestro próximo derrotero: nos convertimos en un trasto viejo, en un desubicado, o en un hombre maduro que comienza su andar de viejo sabio, de quien comienza a adivinar los finales de las películas sin dejar de disfrutarlas por ello.
Tener la certeza de ya no ser joven no me lleva a coincidir con Georges Bernard Shaw y pensar que la juventud es un defecto que se cura con el tiempo, prefiero si referirme al acerto de Alejandro Pushkin, aquel que decía: Feliz aquel que fue joven en su juventud, feliz aquel que supo madurar a tiempo. El miedo a la vejez es un invento del capitalismo, es la prolongación del consumismo: se demanda más cremas antiarrugas y no solo me refiero al viagra, sino a teñidos más sofisticados que la tradicional carmela, a usar colita en el pelo o aritos; y si pertenecemos a una capa de ingresos altos, hasta podemos llegar a intentar la gran Legrand. El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada como algo indigno.
En nuestras vidas vamos superando, viviendo, distintas etapas: somos niños, jóvenes, adultos, y finalmente el premio de llegar a viejo. Nosotros atravesamos las cuatro etapas de la vida y si negamos una, tendremos problemas. Cuando por no acceder a un mínimo de confort o cuando se nos forma exclusivamente en un mundo de concentradas riquezas materiales, perdemos la infancia y perderemos la capacidad de soñar, de ser creativos. Si se nos reprimió la adolescencia a fuerza de tener que ser adultos o empastillarnos y sus variantes, vamos a perder la rebeldía. Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por distintas estaciones. Como sostiene el psicólogo Alfredo Moffat (Terapia de Crisis. La emergencia psicológica), en cada una hay que bajarse y tomar el otro tren (son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el viaje de la vida.
Ser un geronte es una etapa muy rica porque es la época de la reflexión, es cuando podemos expresarnos como filósofos y de sentir la fuerza de la libertad sartreana. Algunos comienzan a temerle a la muerte; de todas maneras, el final del proceso de la vida es un tema negado en nuestra cultura. La agonía, a veces tiene características traumáticas, como algunos partos al inicio.
Se puede tener setenta, ochenta, noventa o más años años, y tener proyectos, que es lo que aleja a la muerte. Lo decía Pichón Rivere anciano: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”. El tema es la construcción de la esperanza.
Buscaré no convertirme en un trasto viejo y disfrutar el camino a la vejez, sin ignorar sus miserias pero sin dejar de disfrutar sus ventajas. Y no es algo que parezca difícil. Pensaré qué cosas haré apenas termine esta, siempre viviré el hoy y querré hacerlo mañana. Daré un sentido al tiempo. Así lo aprendo en la serenidad de mi padre, en los planes para continuar el futuro que me cuenta mi noventosa madre; porque después de todo, los padres que no le tienen miedo a la muerte educan hijos que no le tienen miedo a la vida.
Juan Carlos Ramirez.
Tener la certeza de ya no ser joven no me lleva a coincidir con Georges Bernard Shaw y pensar que la juventud es un defecto que se cura con el tiempo, prefiero si referirme al acerto de Alejandro Pushkin, aquel que decía: Feliz aquel que fue joven en su juventud, feliz aquel que supo madurar a tiempo. El miedo a la vejez es un invento del capitalismo, es la prolongación del consumismo: se demanda más cremas antiarrugas y no solo me refiero al viagra, sino a teñidos más sofisticados que la tradicional carmela, a usar colita en el pelo o aritos; y si pertenecemos a una capa de ingresos altos, hasta podemos llegar a intentar la gran Legrand. El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada como algo indigno.
En nuestras vidas vamos superando, viviendo, distintas etapas: somos niños, jóvenes, adultos, y finalmente el premio de llegar a viejo. Nosotros atravesamos las cuatro etapas de la vida y si negamos una, tendremos problemas. Cuando por no acceder a un mínimo de confort o cuando se nos forma exclusivamente en un mundo de concentradas riquezas materiales, perdemos la infancia y perderemos la capacidad de soñar, de ser creativos. Si se nos reprimió la adolescencia a fuerza de tener que ser adultos o empastillarnos y sus variantes, vamos a perder la rebeldía. Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por distintas estaciones. Como sostiene el psicólogo Alfredo Moffat (Terapia de Crisis. La emergencia psicológica), en cada una hay que bajarse y tomar el otro tren (son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el viaje de la vida.
Ser un geronte es una etapa muy rica porque es la época de la reflexión, es cuando podemos expresarnos como filósofos y de sentir la fuerza de la libertad sartreana. Algunos comienzan a temerle a la muerte; de todas maneras, el final del proceso de la vida es un tema negado en nuestra cultura. La agonía, a veces tiene características traumáticas, como algunos partos al inicio.
Se puede tener setenta, ochenta, noventa o más años años, y tener proyectos, que es lo que aleja a la muerte. Lo decía Pichón Rivere anciano: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”. El tema es la construcción de la esperanza.
Buscaré no convertirme en un trasto viejo y disfrutar el camino a la vejez, sin ignorar sus miserias pero sin dejar de disfrutar sus ventajas. Y no es algo que parezca difícil. Pensaré qué cosas haré apenas termine esta, siempre viviré el hoy y querré hacerlo mañana. Daré un sentido al tiempo. Así lo aprendo en la serenidad de mi padre, en los planes para continuar el futuro que me cuenta mi noventosa madre; porque después de todo, los padres que no le tienen miedo a la muerte educan hijos que no le tienen miedo a la vida.
Juan Carlos Ramirez.
domingo, 1 de mayo de 2011
Pedagogía militante
La Escuela Pública debe responder a las necesidades públicas y con tal propósito, el Estado diseña los núcleos y competencias a desarrollar.
La globalización impacta en las necesidades de conocer los pro y consecuencias del modelo económico imperante, y las instrumentaciones políticas y culturales en juego que permiten que siga siendo dominante. La necesidad de superar la visión fragmentaria de las geografías enseñadas, llevaron a modificar los contenidos para comprender al espacio como algo que transformamos por razones económicas a través de instrumentaciones políticas. Desde esta posición nos alejamos de la enseñanza de la geografía física para enseñar a buscar comprensiones de cómo las políticas neoliberales han impactado en la apropiación de recursos naturales y la modificación de las condiciones de vida de las sociedades. No es que ya no importa cómo es el paisaje de desiertos o cómo es la vida en escenarios para nosotros, exóticos. Se trata de que a esos conocimientos, accedemos a través de los facilitadores medios masivos de comunicación. Ellos nos traen permanentemente imágenes, comentarios, divulgaciones precisas sobre lo que antes conocíamos sólo a través de fotos en manuales.
Los nuevos recursos energéticos y la lucha por el medio ambiente, sobre su concepción y administración, debía ocupar un espacio preponderante en esa enseñanza, y de ahí las reformas implementadas. Los desastres que la naturaleza provocó en Japón, no deben impedirles a los estudiantes ver la consecuencia de la implementación de plantas de energía nuclear en zonas potencialmente peligrosas, ni como el Estado que regula estas actividades, priorizó la continuidad de la producción en desmedro de la protección de sus ciudadanos. Posibilitarles la comprensión del rol de los medios de comunicaciones globales para que vislumbren los propósitos de esos medios, al no seguir el tema, al no dar información sobre las personas a las que se expuso a radiación y/o contaminación por no cerrar o evacuar preventivamente; y además enseñar cuáles son las energías alternativas o buscar cuáles podrían serlo.
Nuestros establecimientos educativos no deben tener alumnos ya que no los alumbramos, ni menos aún tener educandos, ya que lo que necesitamos es que lo cuestionen todo, que indaguen permanentemente buscando su máximo de creatividad.
Creatividad significa dar a luz, producir; la creatividad es un proceso dinámico en donde se da la capacidad de encontrar relaciones en forma de nuevos esquemas. La enseñanza debe provocar cambios en cuanto a la fluidez, flexibilidad, elaboración, originalidad, sensibilidad a los problemas y su redefinición. Innovación y apertura al entorno es una de las metas a conseguir mediante la enseñanza de cualquiera de los espacios, necesaria para buscar el máximo de cohesión social respetando la diversidad.
Originalidad supone independencia y autoconfianza, y este es un desafío a atender por los profesorados. Sólo se pueden alcanzar si ambos actores, estudiantes y docentes, han desarrollados estos supuestos. Mientras los que estamos saliendo del sistema tradicional aprendimos lo previsible, nuestros estudiantes deben ser capaces de gestionar las incertidumbres.
La revolución educativa en marcha a través de la fuerte inversión del Estado en libros y en el acceso indiscriminado a la red, permitirá que tanto los docentes como los estudiantes, accedan a los nuevos conocimientos a un mismo tiempo. Con estudiantes temerosos de la participación, no desarrollaremos adultos críticos e innovadores; con docentes no respaldados, sin una autoestima alta por miedo a la intervención de inspectores políticos en las escuelas, tampoco podrán canalizarse las políticas educativas ni el pensamiento crítico de sus estudiantes, y todo el esfuerzo será en vano.
Este es el Año de la Inclusión, de ese desafío nos tenemos que encargar toda la sociedad, pero es el docente el actor social más privilegiado para su logro. Inclusión no debe volver a significar contener en un ámbito para que no nos molesten los jóvenes en las calles. Inclusión significa escuchar y abrir brechas para todos. Y para esto, la Pedagogía debe ser militante y los docentes debemos ser Militantes de la Educación.
Este es el desafió del momento educativo: Capacitar para la gestión de la incertidumbre, acumulación de conocimientos para su transformación, innovación de prácticas de estudios y de enseñanza para todos.
Por: Juan Carlos Ramirez
La globalización impacta en las necesidades de conocer los pro y consecuencias del modelo económico imperante, y las instrumentaciones políticas y culturales en juego que permiten que siga siendo dominante. La necesidad de superar la visión fragmentaria de las geografías enseñadas, llevaron a modificar los contenidos para comprender al espacio como algo que transformamos por razones económicas a través de instrumentaciones políticas. Desde esta posición nos alejamos de la enseñanza de la geografía física para enseñar a buscar comprensiones de cómo las políticas neoliberales han impactado en la apropiación de recursos naturales y la modificación de las condiciones de vida de las sociedades. No es que ya no importa cómo es el paisaje de desiertos o cómo es la vida en escenarios para nosotros, exóticos. Se trata de que a esos conocimientos, accedemos a través de los facilitadores medios masivos de comunicación. Ellos nos traen permanentemente imágenes, comentarios, divulgaciones precisas sobre lo que antes conocíamos sólo a través de fotos en manuales.
Los nuevos recursos energéticos y la lucha por el medio ambiente, sobre su concepción y administración, debía ocupar un espacio preponderante en esa enseñanza, y de ahí las reformas implementadas. Los desastres que la naturaleza provocó en Japón, no deben impedirles a los estudiantes ver la consecuencia de la implementación de plantas de energía nuclear en zonas potencialmente peligrosas, ni como el Estado que regula estas actividades, priorizó la continuidad de la producción en desmedro de la protección de sus ciudadanos. Posibilitarles la comprensión del rol de los medios de comunicaciones globales para que vislumbren los propósitos de esos medios, al no seguir el tema, al no dar información sobre las personas a las que se expuso a radiación y/o contaminación por no cerrar o evacuar preventivamente; y además enseñar cuáles son las energías alternativas o buscar cuáles podrían serlo.
Nuestros establecimientos educativos no deben tener alumnos ya que no los alumbramos, ni menos aún tener educandos, ya que lo que necesitamos es que lo cuestionen todo, que indaguen permanentemente buscando su máximo de creatividad.
Creatividad significa dar a luz, producir; la creatividad es un proceso dinámico en donde se da la capacidad de encontrar relaciones en forma de nuevos esquemas. La enseñanza debe provocar cambios en cuanto a la fluidez, flexibilidad, elaboración, originalidad, sensibilidad a los problemas y su redefinición. Innovación y apertura al entorno es una de las metas a conseguir mediante la enseñanza de cualquiera de los espacios, necesaria para buscar el máximo de cohesión social respetando la diversidad.
Originalidad supone independencia y autoconfianza, y este es un desafío a atender por los profesorados. Sólo se pueden alcanzar si ambos actores, estudiantes y docentes, han desarrollados estos supuestos. Mientras los que estamos saliendo del sistema tradicional aprendimos lo previsible, nuestros estudiantes deben ser capaces de gestionar las incertidumbres.
La revolución educativa en marcha a través de la fuerte inversión del Estado en libros y en el acceso indiscriminado a la red, permitirá que tanto los docentes como los estudiantes, accedan a los nuevos conocimientos a un mismo tiempo. Con estudiantes temerosos de la participación, no desarrollaremos adultos críticos e innovadores; con docentes no respaldados, sin una autoestima alta por miedo a la intervención de inspectores políticos en las escuelas, tampoco podrán canalizarse las políticas educativas ni el pensamiento crítico de sus estudiantes, y todo el esfuerzo será en vano.
Este es el Año de la Inclusión, de ese desafío nos tenemos que encargar toda la sociedad, pero es el docente el actor social más privilegiado para su logro. Inclusión no debe volver a significar contener en un ámbito para que no nos molesten los jóvenes en las calles. Inclusión significa escuchar y abrir brechas para todos. Y para esto, la Pedagogía debe ser militante y los docentes debemos ser Militantes de la Educación.
Este es el desafió del momento educativo: Capacitar para la gestión de la incertidumbre, acumulación de conocimientos para su transformación, innovación de prácticas de estudios y de enseñanza para todos.
Por: Juan Carlos Ramirez
viernes, 22 de abril de 2011
Copistas al fin
Cuenta Laura Ramos que a los 17 años, escribía con una pluma que mojaba en un tintero, apoyada sobre un piano de una casa ajena (solía dormir en diversas casas de amigos de su padre, el `Colorado`Ramos). Más que escribir, cuenta, dibujaba las palabras que imaginaba podría escribir Eugenia, el personaje de Balzac. Refiere que siendo niño, Jean Paul Sartre transcribía relatos de una revista sin considerarse copista porque retocaba los nombres de los personajes. Transcribe: “Esas ligeras alteraciones me autorizaban a confundir la memoria y la imaginación. En mi cabeza se formaban unas frases nuevas y totalmente escritas con la implacable seguridad que se otorga a la inspiración. Yo las transcribía, ellas tomaban para mí la densidad de las cosas. Si, como comúnmente se cree, el autor inspirado es en lo más profundo de sí mismo, otro distinto de sí, yo conocí la inspiración entre los siete y los ocho años”(Las palabras). Laura imitaba a Sartre, quien detenía su escritura simulando que dudaba para sentirse escritor.
Cuenta Laura que en El caballo de Nietzsche, el narrador Abdelfattah Kilito habla de su niñez como copista de clásicos y como aprendiz de escritor: “Cada mañana, al despertarme, abría un cuaderno virgen y esperaba a que se produjese el milagro. Lo único que me venía a la mente eran frases de libros que había copiado. Estaba habitado por las palabras de otros. Incrustadas en mi memoria, constituían una riqueza molesta de la que no era capaz de deshacerme”.
La infinita cultura de Laura le permite recordar que Walser trabajaba como copista en la Cámara de Escritura para desocupados de Zúrich; que Bartleby, el escribiente de Herman Mellville, vive en la oficina, donde copia durante interminables horas del día y de la noche, incluso los domingos. Que los relatos de Melville y Kafka, de acuerdo a Jacques Rancière, se convierten en experiencias de pensamiento (como los textos de Levrero).
Todo su relato La terapia grafológica, nos invita a econocer nuestras limitaciones, a sentirnos más humilde. Llama a practicar la modestia del uruguayo Mario Levrero (El discurso vacío), quien en el acápite de La novela luminosa, dice: “Las personas o instituciones que se sientan afectadas o lesionadas por opiniones expresadas en este libro deberán comprender que esas opiniones no son otra cosa que desvaríos de una mente senil”.
Por: Juan Carlos Ramirez
Nota 1: Sobre el texto La terapia grafològica. Publicado en Diario Clarín. Bs As; Argentina; 20/03/2011
Nota 2: Laura Ramos nació en Buenos Aires, Argentina y pasó su infancia en Montevideo, donde fue alimentada, entre otras cosas, con sopa de letras, puré artificial y cigarrillos negros. Su madre, la revolucionaria y feminista Faby Carvallo, era conocida como “La Maga” entre su cenáculo de amigos intelectuales y bohemios de los sesenta. El nombre de guerra de su padre, el inventor del trotskismo de la izquierda nacional, era “El Colorado”, aunque se llamaba Jorge Abelardo Ramos. Laura trabajó como correctora de los libros que editaban sus padres desde los doce años. Durante el período en el que su padre se refugió en el campo mientras lo buscaba la dictadura militar, se graduó como calificadora de leche vacuna y ejerció el oficio en dos tambos de la provincia de Córdoba. Desde los dieciocho trabajó como camarera, acompañante terapéutica y editora; transcribió ensayos filosóficos de un escritor no vidente, fue redactora especial del diario “La Razón” y colaboradora de Página 12 durante los primeros tiempos de su fundación. Dirigió la sección Transformaciones de la revista El Periodista y realizó coberturas en España, México y Estados Unidos para La Razón y Clarín.
Es autora de Buenos Aires Me Mata (Sudamericana, 1993), llevada al cine en 1997, Ciudad Paraíso (Clarín-Aguilar, 1996), Diario íntimo de una niña anticuada (Sudamericana, 2002) y coautora de Corazones en llamas (Clarín-Aguilar, 1991), que lleva diez ediciones y más de cincuenta mil ejemplares vendidos “Su último libro es “La niña guerrera” (Planeta, 2010).” Sus columnas de aguafuertes en el diario Clarín eran escritas en las servilletas de los bares y discotecas y enviadas a los talleres gráficos por la madrugada. Se leían en los afterhours los sábados y los domingos, recién salidas de imprenta, mientras los acontecimientos narrados aún seguían sucediendo.
Tomado de: www.lauraramosescritora.blogspot.com (21/04/2011)
Cuenta Laura que en El caballo de Nietzsche, el narrador Abdelfattah Kilito habla de su niñez como copista de clásicos y como aprendiz de escritor: “Cada mañana, al despertarme, abría un cuaderno virgen y esperaba a que se produjese el milagro. Lo único que me venía a la mente eran frases de libros que había copiado. Estaba habitado por las palabras de otros. Incrustadas en mi memoria, constituían una riqueza molesta de la que no era capaz de deshacerme”.
La infinita cultura de Laura le permite recordar que Walser trabajaba como copista en la Cámara de Escritura para desocupados de Zúrich; que Bartleby, el escribiente de Herman Mellville, vive en la oficina, donde copia durante interminables horas del día y de la noche, incluso los domingos. Que los relatos de Melville y Kafka, de acuerdo a Jacques Rancière, se convierten en experiencias de pensamiento (como los textos de Levrero).
Todo su relato La terapia grafológica, nos invita a econocer nuestras limitaciones, a sentirnos más humilde. Llama a practicar la modestia del uruguayo Mario Levrero (El discurso vacío), quien en el acápite de La novela luminosa, dice: “Las personas o instituciones que se sientan afectadas o lesionadas por opiniones expresadas en este libro deberán comprender que esas opiniones no son otra cosa que desvaríos de una mente senil”.
Por: Juan Carlos Ramirez
Nota 1: Sobre el texto La terapia grafològica. Publicado en Diario Clarín. Bs As; Argentina; 20/03/2011
Nota 2: Laura Ramos nació en Buenos Aires, Argentina y pasó su infancia en Montevideo, donde fue alimentada, entre otras cosas, con sopa de letras, puré artificial y cigarrillos negros. Su madre, la revolucionaria y feminista Faby Carvallo, era conocida como “La Maga” entre su cenáculo de amigos intelectuales y bohemios de los sesenta. El nombre de guerra de su padre, el inventor del trotskismo de la izquierda nacional, era “El Colorado”, aunque se llamaba Jorge Abelardo Ramos. Laura trabajó como correctora de los libros que editaban sus padres desde los doce años. Durante el período en el que su padre se refugió en el campo mientras lo buscaba la dictadura militar, se graduó como calificadora de leche vacuna y ejerció el oficio en dos tambos de la provincia de Córdoba. Desde los dieciocho trabajó como camarera, acompañante terapéutica y editora; transcribió ensayos filosóficos de un escritor no vidente, fue redactora especial del diario “La Razón” y colaboradora de Página 12 durante los primeros tiempos de su fundación. Dirigió la sección Transformaciones de la revista El Periodista y realizó coberturas en España, México y Estados Unidos para La Razón y Clarín.
Es autora de Buenos Aires Me Mata (Sudamericana, 1993), llevada al cine en 1997, Ciudad Paraíso (Clarín-Aguilar, 1996), Diario íntimo de una niña anticuada (Sudamericana, 2002) y coautora de Corazones en llamas (Clarín-Aguilar, 1991), que lleva diez ediciones y más de cincuenta mil ejemplares vendidos “Su último libro es “La niña guerrera” (Planeta, 2010).” Sus columnas de aguafuertes en el diario Clarín eran escritas en las servilletas de los bares y discotecas y enviadas a los talleres gráficos por la madrugada. Se leían en los afterhours los sábados y los domingos, recién salidas de imprenta, mientras los acontecimientos narrados aún seguían sucediendo.
Tomado de: www.lauraramosescritora.blogspot.com (21/04/2011)
domingo, 17 de abril de 2011
Ay, el amor (sin morir en el intento)
El año pasado, fui a la fiesta donde se anunciaba el Premio Clarín de Novela 2010. Como de costumbre,hubo discursos, homenajes y un número musical. La encargada de ese número fue Soledad Villamil. Morocha y vestida de rojo, ni bien entró al escenario se apoderó de él y nos cautivó con su voz. Sin embargo, cuando llegó el último tema algo empezó a incomodarme. La canción era realmente bella, pero un malestar corporal inespecífico que de a poco se fue definiendo como un repentino dolor de estómago, subió por el medio del pecho y terminó convertido en un nudo en la garganta que no me dejó disfrutarla. Y mientras tanto en mi cabeza se repetía la siguiente frase: “Yo no quiero eso, yo no quiero eso para mí”.
Con la obsesión por la causa-efecto (o causa-síntoma) que desarrolla años de psicoanálisis, intenté precisar cuál era la frase de la canción que interpretaba Villamil que me provocaba esa emoción. Pero enseguida la presentación terminó, vinieron los aplausos, la despedida de los músicos, y el anuncio de que de inmediato se abriría el sobre con el nombre del ganador. No había escuchado el título, pero sí que era música de Alfredo Zitarrosa y letra de Idea Vilariño.
Recién cuando manejaba para llegar a mi casa, apareció otra vez la canción y el dolor de estómago, pero no la frase. Apenas un tarareo, un balbuceo que no lograba encontrar las palabras precisas que me trasmitían ese dolor. Cuando llegué me zambullí en Internet hasta que las encontré. Dicen en la web que cuando Zitarrosa leyó el poema de Vilariño se emocionó tanto que tomó una guitarra y se puso a cantarlo. Dicen que ella le pidió que lo grabara con el nombre: “La canción y el poema”. El estribillo es así:
Quisiera morir -ahora- de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería,
quisiera morir,
quisiera ... de amor,
para que supieras …
Entonces al dolor de estómago y a las ganas de llorar se sumó la frase que se había repetido un rato antes: “Yo no quiero eso, yo no quiero eso para mí”. No quiero morir de amor. Y mucho menos morir de amor para que ése a quien ame, sepa. Tiene que saber mientras estoy viva, no cuando me muera. Y si no alcanza con que lo que diga y haga, si para saberlo necesita tal acto de sacrificio (morir de amor), entonces no sabrá. Quiero vivir en el amor, vivir enamorada pero no morir de amor. No quiero eso ni para mí, ni para mi hija, ni para mis amigas, ni para las hijas que algún día quizás tenga mi hija.
Y por supuesto que esta afirmación nada tiene que ver con el valor poético de una de las más grandes poetas uruguayas, sino con una advertencia, una alarma que suena ante el peligro. La educación sentimental de las mujeres, el concepto de lo femenino, del amor, de cuánto y cómo una mujer debe amar y demostrar que ama, se va configurando por los modelos sociales vigentes, los mandatos familiares y la tradición, en el mejor y en el peor sentido. Y eso nos llega por distintas vías, también a partir de los que nos presenta la televisión, el cine, la literatura.
La canción y el poema de Zitarrosa y Vilariño, me volvió a aparecer hace unos días cuando se repitieron una y otra vez, fuera de toda estadística, los casos de mujeres quemadas por sus parejas. Particularmente cuando oí decir a los especialistas que en muchos de estos casos si la mujer logra hablar mientras es llevada al hospital, en lugar de señalar al culpable, se preocupa por repetir: “Fue un accidente”. Tal como si respondiera a la consigna: “Si voy a morir, que sea de amor y demostrando cuánto y cómo amo”. O alguna consigna equivalente. En la película española del 2003 “Te doy mis ojos”, de Icíar Bollaín, Pilar (la protagonista) sufre la tremenda violencia física y psicológica de Antonio, su marido, y es justamente cuando ella decide darle una nueva oportunidad que le ofrece, desde la palabra, partes de su cuerpo, lo que le da nombre a la película. “Te doy mis pechos, te doy mi boca, te doy mis ojos”, ¿habrá algo más sacrificial que entregar al otro parte del cuerpo de uno? Suena bello, puede ser una poética metáfora, pero no ayuda a la educación sentimental si se lo toma literalmente, ni siquiera en el plano de lo inconsciente. Ese tipo de frases implica una entrega extrema, tan extrema que se lleva la vida con ella. Tal vez una reescritura más sana para la mujer sería algo del estilo: “Puedo darte mis besos, darte mis caricias y darte mi mirada, puedo besarte y mirarte y acariciarte las veces que los dos queramos, pero mis manos son mías, mi boca es mía, y mi cuerpo es mío, aunque te ame”. Claro, ni por asomo es tan poético, pero no estamos hablando de poesía sino de la construcción de un imaginario.
Roland Barthes hizo uno de los mejores aportes a la comprensión de lo que implica la “voz” del amor, sus palabras, sus frases, y sus signos, en “Fragmentos del discurso amoroso”. Para entender ese discurso recurre a Werther, el joven personaje de Goethe que se suicida por amor y produce un efecto de contagio en otros jóvenes (reales) de su época. Pero también recurre, entre otros, a Platón y su Banquete, a San Agustín, a Baudelaire, a Proust, a Nietzsche, a Freud, a Lacan, a Winnicott, al Zen. Porque a través de los discursos de todos ellos se fue configurando ese discurso amoroso que Barthes desarma en cada frase, un discurso con el que podemos sentirnos totalmente identificados porque tiene algo de inconsciente colectivo. Entonces, si digo “quiero morir de amor” o “te doy mis ojos”, tengo que tener presente que eso responde a un modelo de discurso amoroso histórico y social, y decidir si es el modelo que deseo hoy para mí.
Pero estamos hablando sólo de estar atentos al lenguaje, no de temerle. De dominarlo y de no repetir frases impuestas por otros que hoy no nos sirven. Las palabras son imprescindibles en el amor. Lo dice así Barthes: “El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo”.
Sí, probablemente el lenguaje sea uno de los mejores puntos de contacto para dos enamorados, siempre que elijamos bien y con libertad qué queremos decir.
Por: Claudia Piñeiro (Diario Clarín; Bs As; 13/02/2011)
Nota: Es una síntesis de la publicación original
Con la obsesión por la causa-efecto (o causa-síntoma) que desarrolla años de psicoanálisis, intenté precisar cuál era la frase de la canción que interpretaba Villamil que me provocaba esa emoción. Pero enseguida la presentación terminó, vinieron los aplausos, la despedida de los músicos, y el anuncio de que de inmediato se abriría el sobre con el nombre del ganador. No había escuchado el título, pero sí que era música de Alfredo Zitarrosa y letra de Idea Vilariño.
Recién cuando manejaba para llegar a mi casa, apareció otra vez la canción y el dolor de estómago, pero no la frase. Apenas un tarareo, un balbuceo que no lograba encontrar las palabras precisas que me trasmitían ese dolor. Cuando llegué me zambullí en Internet hasta que las encontré. Dicen en la web que cuando Zitarrosa leyó el poema de Vilariño se emocionó tanto que tomó una guitarra y se puso a cantarlo. Dicen que ella le pidió que lo grabara con el nombre: “La canción y el poema”. El estribillo es así:
Quisiera morir -ahora- de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería,
quisiera morir,
quisiera ... de amor,
para que supieras …
Entonces al dolor de estómago y a las ganas de llorar se sumó la frase que se había repetido un rato antes: “Yo no quiero eso, yo no quiero eso para mí”. No quiero morir de amor. Y mucho menos morir de amor para que ése a quien ame, sepa. Tiene que saber mientras estoy viva, no cuando me muera. Y si no alcanza con que lo que diga y haga, si para saberlo necesita tal acto de sacrificio (morir de amor), entonces no sabrá. Quiero vivir en el amor, vivir enamorada pero no morir de amor. No quiero eso ni para mí, ni para mi hija, ni para mis amigas, ni para las hijas que algún día quizás tenga mi hija.
Y por supuesto que esta afirmación nada tiene que ver con el valor poético de una de las más grandes poetas uruguayas, sino con una advertencia, una alarma que suena ante el peligro. La educación sentimental de las mujeres, el concepto de lo femenino, del amor, de cuánto y cómo una mujer debe amar y demostrar que ama, se va configurando por los modelos sociales vigentes, los mandatos familiares y la tradición, en el mejor y en el peor sentido. Y eso nos llega por distintas vías, también a partir de los que nos presenta la televisión, el cine, la literatura.
La canción y el poema de Zitarrosa y Vilariño, me volvió a aparecer hace unos días cuando se repitieron una y otra vez, fuera de toda estadística, los casos de mujeres quemadas por sus parejas. Particularmente cuando oí decir a los especialistas que en muchos de estos casos si la mujer logra hablar mientras es llevada al hospital, en lugar de señalar al culpable, se preocupa por repetir: “Fue un accidente”. Tal como si respondiera a la consigna: “Si voy a morir, que sea de amor y demostrando cuánto y cómo amo”. O alguna consigna equivalente. En la película española del 2003 “Te doy mis ojos”, de Icíar Bollaín, Pilar (la protagonista) sufre la tremenda violencia física y psicológica de Antonio, su marido, y es justamente cuando ella decide darle una nueva oportunidad que le ofrece, desde la palabra, partes de su cuerpo, lo que le da nombre a la película. “Te doy mis pechos, te doy mi boca, te doy mis ojos”, ¿habrá algo más sacrificial que entregar al otro parte del cuerpo de uno? Suena bello, puede ser una poética metáfora, pero no ayuda a la educación sentimental si se lo toma literalmente, ni siquiera en el plano de lo inconsciente. Ese tipo de frases implica una entrega extrema, tan extrema que se lleva la vida con ella. Tal vez una reescritura más sana para la mujer sería algo del estilo: “Puedo darte mis besos, darte mis caricias y darte mi mirada, puedo besarte y mirarte y acariciarte las veces que los dos queramos, pero mis manos son mías, mi boca es mía, y mi cuerpo es mío, aunque te ame”. Claro, ni por asomo es tan poético, pero no estamos hablando de poesía sino de la construcción de un imaginario.
Roland Barthes hizo uno de los mejores aportes a la comprensión de lo que implica la “voz” del amor, sus palabras, sus frases, y sus signos, en “Fragmentos del discurso amoroso”. Para entender ese discurso recurre a Werther, el joven personaje de Goethe que se suicida por amor y produce un efecto de contagio en otros jóvenes (reales) de su época. Pero también recurre, entre otros, a Platón y su Banquete, a San Agustín, a Baudelaire, a Proust, a Nietzsche, a Freud, a Lacan, a Winnicott, al Zen. Porque a través de los discursos de todos ellos se fue configurando ese discurso amoroso que Barthes desarma en cada frase, un discurso con el que podemos sentirnos totalmente identificados porque tiene algo de inconsciente colectivo. Entonces, si digo “quiero morir de amor” o “te doy mis ojos”, tengo que tener presente que eso responde a un modelo de discurso amoroso histórico y social, y decidir si es el modelo que deseo hoy para mí.
Pero estamos hablando sólo de estar atentos al lenguaje, no de temerle. De dominarlo y de no repetir frases impuestas por otros que hoy no nos sirven. Las palabras son imprescindibles en el amor. Lo dice así Barthes: “El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo”.
Sí, probablemente el lenguaje sea uno de los mejores puntos de contacto para dos enamorados, siempre que elijamos bien y con libertad qué queremos decir.
Por: Claudia Piñeiro (Diario Clarín; Bs As; 13/02/2011)
Nota: Es una síntesis de la publicación original
domingo, 10 de abril de 2011
El sentido del periodismo local y La Palabra de Ezeiza
El sentido pasaría por intentar reflejar todas las voces a coro de la población, aunque fuera un coro que sonara un poco destemplado, ése sería nuestro mayor deseo: la polifonía de la palabra. Volverle a dar significado esencial a la palabra plural porque se lo merece por su riqueza. Ampliar el abrazo de la palabra porque la palabra sirve para comunicar, tender puentes, comprender.
El sentido podría buscarse ampliando aún más la cobertura de notas. Tal vez no fuera algo complicado, el distrito es grande pero no tanto. Y no sólo a los que cursan invitación por un evento, también podría permitirse con mayor asiduidad la espontaneidad y la producción. Entonces, imaginamos el potencial alojado en los colaboradores espontáneos que puede haber, por ejemplo, entre los docentes que trabajan a diario con alumnos curiosos. Pero claro, alguien dirá y es cierto: hay que escribir y/o acercarse al semanario. O el semanario puede también acercarse a la nota, a la entidad, al vecino, al caso, al tema. Y eso se hace, de un lado y de otro.
El sentido del periodismo local existe si puede interrogarse con sentido crítico sobre todo lo que nos rodea cotidianamente: los vínculos, el paisaje, los vecinos. Eso no significa preguntarle al perro que uno tiene como mascota si se siente realizado en esta vida, sino apuntar a despojarse de la mirada naturalizada del entorno, imaginar cuánto hay de construído en todo eso. Y consecuentemente, considerar en qué puede uno desde su lugar, o varios, a colaborar para mejorar ese entorno. Particularmente, encontramos ese espacio en el semanario en la historieta de cada semana, La barra de Carlín y Carlón, ellos son nuestros filósofos con todo lo que eso puede tener de risueño… o de patético.
Y el sentido local que le hallamos al semanario, también, es el de ser “el” prácticamente único espacio de contención para los que impulsamos a diario la vida cultural del distrito. Digo casi, porque no puede involucrar aspectos culturales que tienen una dinámica que excede el biplano y la tipografía blanco y negro, pero, así y con todas esas limitaciones, siempre dá cuenta de esas expresiones. De hecho, la oficina de La Palabra de Ezeiza es un centro cultural a escala donde disfrutamos de conmovedoras manifestaciones de arte.
Lic. Patricia Faure.
Nota: a propósito del 16to. aniversario del periódico
El sentido podría buscarse ampliando aún más la cobertura de notas. Tal vez no fuera algo complicado, el distrito es grande pero no tanto. Y no sólo a los que cursan invitación por un evento, también podría permitirse con mayor asiduidad la espontaneidad y la producción. Entonces, imaginamos el potencial alojado en los colaboradores espontáneos que puede haber, por ejemplo, entre los docentes que trabajan a diario con alumnos curiosos. Pero claro, alguien dirá y es cierto: hay que escribir y/o acercarse al semanario. O el semanario puede también acercarse a la nota, a la entidad, al vecino, al caso, al tema. Y eso se hace, de un lado y de otro.
El sentido del periodismo local existe si puede interrogarse con sentido crítico sobre todo lo que nos rodea cotidianamente: los vínculos, el paisaje, los vecinos. Eso no significa preguntarle al perro que uno tiene como mascota si se siente realizado en esta vida, sino apuntar a despojarse de la mirada naturalizada del entorno, imaginar cuánto hay de construído en todo eso. Y consecuentemente, considerar en qué puede uno desde su lugar, o varios, a colaborar para mejorar ese entorno. Particularmente, encontramos ese espacio en el semanario en la historieta de cada semana, La barra de Carlín y Carlón, ellos son nuestros filósofos con todo lo que eso puede tener de risueño… o de patético.
Y el sentido local que le hallamos al semanario, también, es el de ser “el” prácticamente único espacio de contención para los que impulsamos a diario la vida cultural del distrito. Digo casi, porque no puede involucrar aspectos culturales que tienen una dinámica que excede el biplano y la tipografía blanco y negro, pero, así y con todas esas limitaciones, siempre dá cuenta de esas expresiones. De hecho, la oficina de La Palabra de Ezeiza es un centro cultural a escala donde disfrutamos de conmovedoras manifestaciones de arte.
Lic. Patricia Faure.
Nota: a propósito del 16to. aniversario del periódico
domingo, 27 de marzo de 2011
DÍA DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA
Los golpes de Estado han tenido una larga y difícil historia y nunca constituyeron sólo episodios protagonizados por militares. Sectores de la prensa, de la iglesia, de la cultura, de la clase política argentina y de la ciudadanía, tuvieron su parte de responsabilidad cada vez que se subvertía el orden constitucional.
El 24 de marzo de 1976, hasta el 10 de diciembre de 1983, se instaló en nuestro país un gobierno de facto a cargo de las Fuerzas Armadas, que se atribuyó la suma del poder público y se arrogó facultades extraordinarias. En el ejercicio de esos poderes ilegales e ilegítimos, aplicó un terrorismo de Estado que se manifestó en la práctica de graves violaciones a los derechos humanos. En el juicio a las Juntas, la causa 13.984 caratulada “Jorge Rafael Videla y otros”, quedó probado que a partir de ese día se instrumentó un plan sistemático de imposición del terror y la eliminación física de miles de ciudadanos sometidos a secuestros, torturas, detenciones clandestinas y toda clase de vejámenes.
A partir del 24 de marzo de 1976, se aplicó un plan coordinado de exterminio y represión generalizados con un costo humano calculado, que sometió a miles de personas al secuestro, a la tortura y a la muerte, y los convirtió en “ausentes para siempre”, como cínicamente proclamó el mayor responsable de los crímenes. Otros miles poblaron las cárceles sin causa o con procesos ilegales y muchos miles más encontraron en el exilio la única forma de sobrevivir. Cientos de niños fueron arrancados de los brazos de sus madres en cautiverio al nacer y privados de su identidad y de su familia. No se trataba de excesos ni de actos individuales; fue un plan criminal, una acción institucional diseñada con anterioridad al 24 de marzo y ejecutada desde el Estado mismo bajo los principios de la doctrina de la Seguridad Nacional.
La mayoría de las víctimas pertenecían a una generación de jóvenes, que cuestionaban activamente a la política del Estado de aquella época. Pero más allá de estos miles y miles de víctimas puntuales, fue la sociedad la principal destinataria del mensaje del terror generalizado. El poder dictatorial pretendía que el pueblo todo se rindiera a su arbitrariedad y su omnipotencia. Se buscaba una sociedad fraccionada, inmóvil, obediente, por eso trataron de quebrarla y vaciarla de todo aquello que lo inquietaba, anulando su vitalidad y su dinámica y por eso prohibieron desde la política hasta el arte. Sólo así podían imponer un proyecto político y económico de ajuste estructural con disminución del rol del Estado, endeudamiento externo con fuga de capitales y, sobre todo, con un disciplinamiento social que permitiera establecer un orden que el sistema democrático no les garantizaba. Las consecuencias fueron la concentración económica, el desempleo, el aumento de la pobreza, la destrucción de la economía local y la exclusión progresiva de cuantiosos sectores de la población de la posibilidad de acceder a los derechos constitucionales garantizados por los artículos 14 y 14 bis de la Constitución Nacional.
La dictadura militar fue una gran tragedia, su saldo fue luctuoso y desgarrador; lo que hace imperativa la reflexión sobre ese período. El Congreso de la Nación dispuso por ley que los 24 de marzo de cada año, fueran declarados “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”, como feriado nacional inamovible. Debe ser ésta, entonces, una jornada de duelo y homenaje a las víctimas y también para la reflexión crítica sobre la gran tragedia argentina.
En aquellos momentos terribles, la resistencia contra la dictadura fue comenzada por las Madres de Plaza de Mayo; fueron ellas las que se organizaron para enfrentar a la barbarie. Hoy, aquel proyecto criminal ha sido derrotado porque casi la totalidad de los sectores políticos, sociales, culturales y económicos rechaza ese pasado y lo juzga críticamente. Porque el pueblo que no piensa su pasado y que no lo elabora, corre el grave riesgo de repetirlo; tan importante como recordar es entender, entender y recordar. Ese proceso de recordar entendiendo, esa reconstrucción de la memoria, es un valioso mecanismo de resistencia. Creemos que la memoria no es sólo una fuente de la historia, sino que es fundamentalmente un impulso moral, un deber y una necesidad. Sólo con verdad y con justicia, conformaremos una sociedad que se desarrolle en paz.
Por: Juan Carlos Ramirez
viernes, 25 de marzo de 2011
Actitud
“...No importa como
te haya ido durante el día...
Vuelve siempre a casa con la cabeza bien erguida”
Desplumados, aporreados, maltratados pero de pié y con la cabeza en alto.
Con la serenidad de saber que dimos todo.
¡¡¡Esa es la Actitud¡¡¡ Démosle un susto a los malos de siempre. Mostremos lo que podemos hacer.
Enseñemos. Todo los días, toda la vida. Con entrega y con humor.
Nota: no pude rastrear el autor
Juan
sábado, 12 de marzo de 2011
Un mate y un amor
El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda: '¿unos mates?'.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.
En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo.
Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde:
'Como tomes vos'.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da.
La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.
Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos.
No es casualidad. No es porque sí.
El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. Es querible la compañía.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'.
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
Por: Lalo Mir. Leido en el programa 'Lalo Bla Bla' Radio Mitre (ARGENTINA)
sábado, 19 de febrero de 2011
A un chico de la calle
Si digo que me amarga tu amargura
¡basta con esto para mi conciencia?
¿basta con que me arrope de clemencia
o cubra tu indigencia de ternura?;
¿basta que clame por tu desventura
o me apiade, tal vez, de tu inocencia?;
¿o basta que en la calle y su inclemencia
de mi te aparte como la basura?
Y aunque bien sé, gorrión, que andás perdido
y estás quebrado como un Cristo herido,
yo te niego una vez, y tres y ciento
de veces, porque mi alma cristiana
nada te dió, ni un dedo de la mano,
sólo palabras que se llevó el viento.
Por:: José María Castiñeira de Dios.
¡basta con esto para mi conciencia?
¿basta con que me arrope de clemencia
o cubra tu indigencia de ternura?;
¿basta que clame por tu desventura
o me apiade, tal vez, de tu inocencia?;
¿o basta que en la calle y su inclemencia
de mi te aparte como la basura?
Y aunque bien sé, gorrión, que andás perdido
y estás quebrado como un Cristo herido,
yo te niego una vez, y tres y ciento
de veces, porque mi alma cristiana
nada te dió, ni un dedo de la mano,
sólo palabras que se llevó el viento.
Por:: José María Castiñeira de Dios.
sábado, 29 de enero de 2011
Otros modelos de sociedad
Comenzando a preparar materiales para el presente año, me encontré en la red con datos sobre Finlandia y su sistema educativo. Un dato ya resultaba altamente llamativo, solo un 0.3%, solamente cinco de cada 1.000 alumnos recursan algún tramo de sus carreras. Finlandia es un país pequeño, de sólo unos 5,3 millones de habitantes, con una distribución de recursos que la hace totalmente ajena a la Argentina.
En las páginas que hablan del sistema educativo finlandés, de las cuales hay publicadas en español por docentes que allí actúan, nos enteramos que los profesores están en constante contacto con el alumno y sus familiares, y que sus estudiantes disponen de un gran cantidad de elementos a su disposición. Ya en 1999, todos transportaban sus trabajos y fuentes en minidisc.
El profesor, pieza clave sólo discutido en Argentina, es ampliamente respetado. La vocación no es una elección, es una obligación. En educación primaria hay un docente cada 16 alumnos, y en la secundaria, hay un profesor cada 13 alumnos, con sueldos sólidos.
Como en el resto de países escandinavos, todas las esferas educativas se comunican en dos idiomas: el finés y un lenguaje optativo. De hecho, la televisión pública subtitula todos los programas al inglés, con lo que todos los miembros de la familia empiezan a familiarizarse desde los medios de comunicación con otra lengua ajena. La acreditación se alcanza tras superar cuatro pruebas obligatorias. Cabe señalar que no todo es bondadoso, ya que el país registra un elevado número de suicidios de adolescentes.
Obviamente, los sistemas educativos son tan pocos comparables como la distribución de la riqueza, y la responsabilidad ciudadana.
Elegí investigar sobre la educación en Finlandia cuando me entere que su presidente, la Sra. Tarja Halonen, hace cola en los cajeros y no pide ni se le conceden posibilidades de considerarse más igual que otros conciudadanos.
Por. Juan Carlos Ramirez
En las páginas que hablan del sistema educativo finlandés, de las cuales hay publicadas en español por docentes que allí actúan, nos enteramos que los profesores están en constante contacto con el alumno y sus familiares, y que sus estudiantes disponen de un gran cantidad de elementos a su disposición. Ya en 1999, todos transportaban sus trabajos y fuentes en minidisc.
El profesor, pieza clave sólo discutido en Argentina, es ampliamente respetado. La vocación no es una elección, es una obligación. En educación primaria hay un docente cada 16 alumnos, y en la secundaria, hay un profesor cada 13 alumnos, con sueldos sólidos.
Como en el resto de países escandinavos, todas las esferas educativas se comunican en dos idiomas: el finés y un lenguaje optativo. De hecho, la televisión pública subtitula todos los programas al inglés, con lo que todos los miembros de la familia empiezan a familiarizarse desde los medios de comunicación con otra lengua ajena. La acreditación se alcanza tras superar cuatro pruebas obligatorias. Cabe señalar que no todo es bondadoso, ya que el país registra un elevado número de suicidios de adolescentes.
Obviamente, los sistemas educativos son tan pocos comparables como la distribución de la riqueza, y la responsabilidad ciudadana.
Elegí investigar sobre la educación en Finlandia cuando me entere que su presidente, la Sra. Tarja Halonen, hace cola en los cajeros y no pide ni se le conceden posibilidades de considerarse más igual que otros conciudadanos.
Por. Juan Carlos Ramirez