Con preocupación vemos que muchos de nuestros alumnos han sido despojados del espíritu curioso y dinámico, tan esencial en un estudiante. No nos olvidamos que hay padres que están desocupados desde hace varios años y que la consecuencia es que los jóvenes no tienen expectativas de futuro. Son vulnerables a la drogadicción, alcoholismo, delincuencia, a la depresión; son proclives a "que me importa" o al "no me interesa". Toda una catástrofe social de la que únicamente podemos salir juntos.
Para superar esta encrucijada debemos recuperar nuestro sentido de Comunidad. Juntos, padres, municipio, docentes, hemos superado desafíos... Juntos evitaremos que la tendencia a la falta de normas y de valores, nos robe el futuro de nuestros alumnos, nuestros hijos. La ampliación de la cultura, la introducción al conocimiento científico y el dominio de la tecnología, contribuirán a la construcción de un nuevo modelo de país. Para ello necesitamos que los alumnos acudan a la escuela para aprender con el apoyo de sus padres, quienes deben volver a ser soporte, control y colaboración para ayudarnos a ser mejores maestros y profesores. Debemos recuperar a la escuela como transformadora de la sociedad. De todos nosotros depende, tenemos que ser concienzudamente protagonistas.
Sin sólida base educativa no puede existir identidad nacional, es necesario educar con sentido nacional y regional para recuperar nuestras identidades. En las páginas de los periódicos locales notamos la activa participación de vecinos advirtiendo, realizando o agradeciendo. Este espíritu comunitario debe ser reconocido y ampliado. Lo necesitamos si queremos construir una sociedad diferente con normas ordenadoras. No desde el autoritarismo aniquilador de lo diferente, tampoco desde el desinterés por el proceso social que nos condujo hasta nuestro presente. Deberíamos valorar y potenciar a nuestros hacedores locales, integrarnos a las cooperadoras escolares o a las diferentes instituciones que trabajan para ir en busca de la concreción de nuestras nuevas utopías. Narraba Juan de Salisbury (alrededor del año 1.130) que los contemporáneos somos "enanitos encaramados sobre los hombros de gigantes", afirmando que "veíamos más y más lejos que nuestros predecesores, no porque tuviéramos más aguda visión o mayor altura, sino porque las gigantescas proporciones de aquéllos nos elevan y sostienen." Tenía en claro que por el pasado había que tener respeto porque gracia a él teníamos la posibilidad de alcanzar un horizonte cognoscitivo más vasto. Los gigantes mencionados se encuentran constantemente a nuestra disposición, solo tenemos que acercarnos a nuestras escuelas, a las bibliotecas, al Museo de Historia Regional o a la Junta de Estudios Históricos del Distrito Ezeiza.
Tocamos hoy un tema de nuestra contemporaneidad porque toda historia es presente cuando la pensamos. Destacamos la necesidad de actuar juntos porque así nos construimos como Nación. Llamamos a pensar la historia nacional desde lo regional porque aquí vivimos.
Juan Carlos RAMIREZ
mejor imposible con la esperana puee suceder un milagro
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