Tuve oportunidad de escuchar varios y variados discursos, los hubo de distintos enfoques, algunos fueron alabanzas, otros críticos. Estuvieron quiénes se quejaron por las movilizaciones hacia la plaza, sin precisar el por qué de su malestar; estuvieron los que siguieron la Fiesta Patria por TV, y estuvieron los infaltables, los que sostuvieron que se olvidaron que había actos.
Me ha llamado la atención que los serios discursos docentes, enfocaron los hechos del pasado, en el pasado. Como si no impactara en nuestros días, como si la Revolución hubiera terminado, triunfante o no. Solo recordaron, y agradecieron. En los políticos siguió imperando el sofisma y más allá del partidismo, coincidían en el final, algo así como “Púdrete Flanders”, pero agiornado a nuestra idiosincrasia democrática. Sostuvieron con la misma intensidad que vivimos en el País de Alicia o en el Averno, y los que no coinciden con su visión, son necios y merecen el epíteto de marras.
Ha de destacarse en esta pobreza intelectual, las palabras de los estudiantes de las escuelas secundarias en donde me ha tocado estar: dos Escuelas públicas, una de ellas en zona desfavorable, y una tercera con subvención estatal. Tuvieron en común la politización del 25 de Mayo, su apropiación desde el presente, sus reclamos a los actores sociales, y sus deseos de nuevas inclusiones, nuevas libertades, nueva Justicia. Viejas demandas sostenidas y nuevas demandas establecidas. Interesantes tiempos en que los jóvenes molestan la sabiduría de los que saben por portación de edad.
Cuando celebramos el Bicentenario destaque aquella desmesura de un filósofo que sostenía que la historia se había desbocado. Que suerte que tiene mi generación, en este nuevo Mayo podemos sostener que la juventud se está haciendo cargo de su rol en la historia y que le impone su dinamismo. Que los tiempos de cambios históricos siguen acelerándose, que hay errores por salvar y también por cometer, pero no estamos quietos. Estamos, como ha dicho Galeano, caminando, en busca de la utopía de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Por: Profesor Juan Carlos Ramirez