Misión Ezeiza Dakar

Ezeiza tiene una extensa y añeja relación con el mundo de los fierros. En algunas oportunidades la Junta de Estudios Históricos del Distrito Ezeiza (www.ezeizaysuhistoria.blogspot.com), ha escrito sobre nuestro distrito y el quíntuple campeón del mundo Juan Manuel Fangio, o sobre Froilán González, de la alegría de los ezeicences cuando por la ruta pasaba Oscar Gálvez, cómo estábamos pendiente de la cupe negrita de Rubén Roux, o sobre Claudio Kohler y su Chevolet, por mencionar solo los más destacados que mi memoria registra.

En la página oficial del Dackar puede leerse: “¡Menudo día para el piloto de Ezeiza! No cabe duda de que los habitantes de este barrio bonaerense y el piloto recordarán durante mucho tiempo la etapa bucle de Copiapó. Seguro que le escucharán contar su historia, una historia marcada por la generosidad y la vehemencia que lamentablemente no ha tenido un final feliz. Son muchos quienes apoyan al piloto y a Sergio Giugno, el dueño de una discoteca que hace las veces de Jefe de Equipo. Si este piloto participa en el Dakar por segundo año consecutivo (en la edición 2011 abandonó en la quinta etapa), es gracias a la gigantesca ola de simpatía de los vecinos y pequeños comerciantes del barrio, gracias a la cual logró inscribirse en la prueba tanto el año pasado como este.” Se destaca oficialmente que Sergio Petrone tuvo medios limitados pero conto con un corazón inmenso.

Lejos de amenguar la pasión por el mundo de los fierros, la estamos llevando a nuevos horizontes sociales. La Misión Ezeiza Dackar es un emprendimiento que comenzaron unos pocos, como todos los grandes hechos, y al que pronto se sumaron muchos adherentes, desde donde pudieron. Algunos lo hicieron con amor y con dinero; otros, con lo más hermoso que un corazón puede brindar, la expresión de que un próximo, de que un prójimo, le vaya bien, pueda realizar sus sueños y al hacerlo, nos permita festejar con él sus logros. Esto es un emprendimiento colectivo, es lo que hace grande a las sociedades, y en eso estamos.

Por: Juan Carlos Ramirez