martes, 10 de agosto de 2010

Luís Fortunato Iglesias. Maestro (1915- 2010)

Nació el 28 de diciembre de 1915 en Tristán Suárez y fue desde maestro de la escuela primaria a profesor en la Universidad de La Plata, desde periodista a Inspector y Doctor Honoris Causa de la Universidad de L. de Zamora. Pero jamás ha dejado de ser el Maestro, un militante de la educación, un generador de climas educativos que buscaron darle a la escuela el rol de transformadora de la sociedad, lo que hoy nuestro tiempo reclama.
Contaba que la escuela primaria de Tristán Suárez tenía solo hasta 4to. grado, y que fue la directora, la maestra Elvira Cándida Rodríguez, una mujer educativamente inquieta que venía de Quilmes, la que propuso: “Por qué no lo inscribimos en la Escuela Normal de Lomas", la que después fue el "Mentruyt".
Recordaba que en su pueblo no había bibliotecas ni libros, y que acompañaba a su padre a los trabajos (arreglaba cocinas, molinos, bombas, fue el herrero de lugar) con la intención de leer lo que encontrara. Sostenía que la búsqueda desesperada de libros había sido todo un drama en su infancia, y cuando ingresó al Normal y tuvo a su alcance toda la literatura, se fue enamorando de lo que sería su profesión.
Formó su biblioteca con libros que no costaban mucho, que tenían una base pedagógica pero como creía que: “El que sabe solamente pedagogía ni pedagogía sabe”, leía todo lo que podía adquirir en las librerías de viejo de la calle Corrientes. Sostenía, como Gorki, que tenía sus "universidades": el pueblo, la escuela Nº 4 de T. Suárez, la Esc. Normal de Lomas, la calle Corrientes, el teatro, el cine y desde luego todos los lugares donde había actos públicos.
Su carrera
Obtuvo el título de Maestro Normal Nacional en la Esc. Normal Nacional de L. de Zamora en 1935. Se desempeñó como Maestro, Director e Inspector de la Pcia. de Bs. Aires entre 1936 y 1966. Por doce años (1950-1962) fue Profesor contratado por la U.N. de La Plata; Consejero General de Educación (1980); Consultor de la UNESCO del Proyecto Nicaragua (1981); Fundador, Codirector y Director del Periódico "Educación Popular" (1961-1978); Profesor Titular del Instituto Varona (Cuba, 1995) y Profesor Adjunto del Instituto Pedagógico Latinoamericano (1995).
Fue distinguido con numerosos premios: en 1960 recibió la Beca UNESCO; Tercer Premio de Crítica y Ensayo otorgado por la Municip. de Bs. Aires (1979); Primer Premio Nacional de Ciencias de la Educación (1984); Premio A. Ponce otorgado por la Asociación Amigos de Aníbal Ponce (1985); Premio Konex 1986; Primer Premio de Educación otorgado por la Fund. Navarro Viola (1988) y Medalla por su defensa de la Escuela Pública otorgada por la Fund. Ricardo Rojas (1992). Por si le faltaran reconocimientos, la U.N. de L. de Zamora le otorgó el Dr. Honoris Causa, en 1994. Podríamos continuar con los homenajes que recibiera en vida, o los documentales, pero es historia reciente y el listado no agota las distinciones que recibió incluso en otros países latinoamericanos, donde hay escuelas con su nombre.
A partir de su labor como maestro único elaboró didácticas renovadoras que aún hoy son fuente inspiradora. Publicó: La escuela emotiva (Ensayo Pedagógico, 1945); Viento de Estrellas (Antología Creaciones Infantiles, 1942); La escuela rural unitaria (1957); Pedagogía creadora (1980); Didáctica de la libre expresión (1980); Aprendizaje vivencial de la lectura y la escritura (1987); Los guiones didácticos: Técnica para la conducción del aprendizaje (1988).
Maestro
En 1935 era el único hombre que se había recibido en Tristán Suárez, y fueron sus orgullosos amigos los que peticionaron para que lo nombraran en la Esc. Nº 6 de M. Grande. Allí fue maestro de primer grado durante dos años y luego lo trasladaron a la Nº 4 de T. Suárez. Fue por un reclamador discurso que hizo en un 25 de Mayo por el que las autoridades lo enviaron a la Escuela Rural Nº 11.
Creyeron castigarlo cuando en realidad le estaban abriendo el camino a la inmortalidad. Por veinte años fue maestro único, maestro unitario; en una escuelita que no tenía más que la campana y el pizarrón, y unos pocos bancos; lo demás lo construyó él. Fue maestro siempre de escuela primaria; allí encontró el material de vida.
Homenaje
Es difícil rendirles homenajes adecuados a quienes le debemos la práxis de la máxima de Sarmiento, la de que: “Educarse es simplemente ser un hombre libre”.
Nuestros maestros desarrollan su cotidiana y a veces desagradecida labor, sin que los impulse la sentencia de que enseñar es un ejercicio de inmortalidad (R. Alves). Sí están plenamente conscientes de la sentencia del filósofo I. Kant: “El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.
El Maestro Iglesias no fue un hijo de dioses, no tuvo poderes extraterrestres, ni fue un iluminado. Fue un hombre responsable de su tiempo, comprometido con su sociedad, con la humildad de escuchar y entender qué y cómo necesitaban aprender sus alumnos, aceptando los desafíos de no contar con recursos necesarios, diseñando estrategias posibles para la trascendente misión de educar para ser mejores personas.
Falleció el 8 de agosto de 2010, casi a los 95 años. Hoy también él es Viento de Estrellas. De esas que nos iluminan a los docentes cuando la desesperanza nos invade.

Por: Juan Carlos Ramirez
Docente

1 comentario:

  1. Una hermosa dedicatória,sin duda alguna mi halago a la figura del profesor. Los padres nos crean y los profesores nos esculpen, unos con mejores herramientas que otros y los mejores siempre seguirán vivos en sus alumnos. Se nota que usted es uno de esos grandes y habrá hecho libre a más de uno.
    Un saludo con mucho cariño Juan.

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