sábado, 5 de junio de 2010

Cuestiones del Bicentenario

Para esta ocasión, para hablar de esta fecha, sería mejor un poeta, lo digo porque los poetas creo, que han definido la patria mejor que los historiadores. Sin ir mas lejos entre nosotros, Maria Elena Walsh hablando de la patria decía:
“porque me duele si me quedo / pero me muero si me voy”
Bellas palabras, para describir esa relación un tanto contradictoria que solemos tener los argentinos con nuestra tierra o nuestra patria, que es el tema que nos convoca, ¿porque de que otra cosa vamos a hablar hoy, que no sea de la patria?
Con esto, también estoy diciendo, que esta palabra patria, es una palabra que no pienso regalarle a nadie, e invito a todos que hagan lo mismo, es decir que no apropiemos de la palabra patria, que suele ser usada con cierto desparpajo e impudor por la derecha y por algunos uniformados, o muchos.
Aunque no lo parezca, la apropiación de las palabras tiene su importancia, ya que para la construcción de una identidad cultural o de una patria, es necesario presentar batalla no solo en el terreno material sino también en el terreno espiritual.
Ahora que estamos en el 2º centenario no puedo evitar refirme a algunas cuestiones sucedidas en el 1º centenario. Concretamente de aquellos versos que un poeta nicaraguense y columnista del diario La Nación de Buenos Aires, Ruben Darío, que en su famosa Oda a la Argentina, versos desbordantes de admiración por lo que estaba sucediendo, o por lo menos lo que el veía o quería ver de lo que estaba sucediendo en aquel lejano 1910. Me gustaría que presten atención a este poema que en una parte decía:
y en verso cordial Argentina
que sea inexhausta tu mina
inacabables tus rebaños
y que todos los pueblos extraños
coman el pan de tu harina”.

Esas palabras de Ruben Darío, me obligan a pensar sobre, si al oir hablar del trigo y de los inacabables rebaños sentirían lo mismo los dueños de la tierra que una vez terminada la cosecha y se iban 6 meses a Europa a tirar manteca al techo, que los trabajadores de los quebrachales o los tabacales que trabajaban por un vale de comida situación que con gran valentía inmortalizó Hugo del Carril en su inolvidable película “Las aguas bajan turbias”.
¿Sentirían lo mismo los peones golondrinas que venían del norte a la pampa gringa a cosechar ese trigo, para seguir luego hacia la vendimia mendocina, y así en una nomadismo interminable, paseando su miseria por miles de surcos ajenos?
Este y no otro, era el escenario del festejo: Una patria oficial recibiendo todas las personalidades del mundo, y la otra patria que no podía comer satisfactoriamente en un país que exportaba trigo y carne para millones, y que además en ese mismo festejo se realizaba con estado de sitio, con actividad sindical prohibida y con la aplicación de la ley de residencia que deportaba a cualquier extranjero encontrado en actividades supuestamente subversivas.
Si no podían sentir lo mismo, cuando oían los versos de Darío, quiere decir que no había una sola patria. Había por lo menos dos patrias, irreconciliables entre si. Esas dos patrias no caben bajo el mismo cielo. Se rechazan y se rechazarán eternamente hasta tanto no se resuelva ese conflicto en favor de la justicia.
Cambiando las circunstancias, como la Argentina sigue exportando alimento para 400 millones de personas y muchos de los 40 millones que aquí habitan revisan comida de la basura, entonces no va a haber una sola patria. Solo puede haberla si hay un techo mínimo donde todos tengamos cabida, es decir un piso de justicia básica, aquello que un estadista argentino llamó la línea de la vida, debajo de la cual ningún habitante de este suelo debería estar. Para que haya una sola patria, no puede existir nada, absolutamente nada que nos llene de culpa y de indignación, como ver gente revolviendo basura para comer, o durmiendo en cualquier lado o aún aquellos que tienen trabajo, pero están trabajando con regímenes laborales propios del siglo XIX, en el que la jornada de 8 hs parece ser un lejano recuerdo.
La otra cuestión tiene que ver con la identidad
Es un tema muy complejo. Con el desarrollo actual de los medios de comunicación es un tema mas complejo aún. No voy a transitar por esas complejidades que todos advertirán, ya que los medios masivos prácticamente me ordenan ¡vistete de este modo! ¡escucha esta música! y adoptá estos gustos, por lo tanto la posibilidad de decidir libremente sobre nuestra propia identidad es muy escasa.
Vinculado a la identidad y a la formación de la misma, me voy a valer para referirme a ella, de un ejemplo mucho mas profano. Es probable que todos los que estamos acá debido a que estudiamos historia, entendamos que la identidad o la nacionalidad es algo que se va construyendo y que va adoptando muchas formas, cambiantes, buenas, malas, regulares etc.
Tampoco creo mucho, cuando se dice los argentinos son así, los europeos son así, los brasileños son así. Serán así unos y otros serán de otro modo, la condición humana es bastante parecida en todos lados. No obstante, a la hora de mostrar algunos rasgos identitarios, es posible decir que tal pueblo por lo menos en sus comportamientos colectivos suele actuar de este modo o de aquel modo.
Siendo así, esa identidad colectiva, esos rasgos comunes se pueden cambiar, para bien o para mal, pueden repetirse conductas solidarias o conductas egoístas. No es la identidad nacional o la argentinidad una esencia inmutable que nació un 25 de mayo y permanece inalterada a través de los años. Es algo que va mudando, cambiando de formas, manteniendo algunas y otras quedando de lado.
El año pasado fue noticia de los diarios un episodio sucedido en Mendoza que me gustaría vincularlo con esto que estoy diciendo. Un grupo de turistas extranjeros, que venían en un micro de Chile parecía que estaban todos con gripe A, por lo tanto corría riesgos sus vidas si no eran atendidos en forma urgente. Ante la evidencia de los síntomas que tenían los pasajeros, el colectivo se dirige hacia un hospital. Al enterarse del episodio un grupo de vecinos comienza a apedrear al colectivo para que no sean atendidos porque el hospital no cubría satisfactoriamente las necesidades locales. No escapa a mi razonamiento, que en cualquier ciudad fronteriza ya sea internacional o entre dos provincias argentinas o entre dos municipios, corresponde a las autoridades, coordinar las formas y los lugares de atención para evitar problemas saturación de algún hospital. Todo en función de una mejor atención. Pero pienso, que si bien eso se tiene que solucionar civilizadamente, ante una urgencia y alguien corre peligro de muerte o si alguien nace, si alguien necesita una ayuda urgente, no interesa cual es su nacionalidad, barrio de residencia, condición social o el domicilio.
Ustedes dirán, pero mira lo que hacen en España y en Europa con los inmigrantes. Que suceda en España o en ciudades europeas o norteamericanas enfermas de racismo, no significa que voy a imitar a las llamadas naciones desarrolladas en sus prácticas más despreciables. Nosotros vamos a actuar como nuestra mejor humanidad lo indique, aún con las personas de aquellas nacionalidades en cuyos países actúan de esa forma tan mezquina. Nosotros tenemos que ayudar al que pasa por un mal trance. Los argentinos que tenemos nuestros defectos, pero también tenemos nuestras virtudes y la solidaridad no es algo ajeno a nuestra mejor tradición cultural, la gauchada no es un mito, existía. Pero ese espíritu solidario, no es una esencia inmutable que va a perdurar eternamente porque si nomás. Solo con nuestra conducta podemos abonarla. Hagamos que siga existiendo.
Yo quiero imaginemos un chico de 9 ó 10 años que vive en la ciudad que sucedió este episodio. Que va paseando con su madre y por casualidad ve a toda esa gente apedreando el colectivo. Este hecho va a tener sobre ese chico un efecto didáctico-pedagógico muchísimo más potente, que mil actos y loas que se hagan a la patria, a la escarapela y a toda la simbología patriótica a la que la enseñanza formal nos acostumbra. Esas personas apedreando el colectivo, realizan un enorme aporte a la identidad colectiva, pero es un aporte que no puede ser peor. Ese episodio, va a sumar mucho más a la identidad de ese niño y a la forma de ser argentinos que mil actos escolares, no les quepa duda.
Es decir que la construcción de una identidad está en constante evolución, que nuestra conducta cotidiana también va a dar como resultado un carácter nacional acorde con esa conducta.
Por último creo oportuno hacer alguna referencia a los recordatorios de las fechas patrias.
Este ha sido un festejo especial, aunque solo sea por el hechizo que producen los números redondos, de tal manera que el aniversario 200 se torna mucho más importante que el 199 o que el 201. Motivo? Creo que ninguno.
Pero sin duda que el festejo, tuvo su emotividad y creo que estuvo muy bien. Hubo sobre todo una mas que generosa adhesión popular. Fue mucho mas importante la adhesión popular que la profundidad de los debates sobre los significados de la fecha, que no los sentí tan sustanciosos. Pero como sea, o como lo haya sentido cada uno, nosotros historiadores, que de algún modo formamos parte de una especie de cofradía o club de los memoriosos y como tales no podemos olvidar que en esta misma avenida ahí en esas cuadras que pasan por el obelisco, donde hubo millones de personas festejando, hace solo 9 años, en diciembre del 2001, hubo 30 muertos, entonces no podemos ignorar el cambio de contexto o de escenario.
No debemos perder esta perspectiva. El pasado no debe ser para nosotros un pasivo de nuestra nostalgia, sino un activo de nuestra memoria.
Pero para desarrollar mi idea, voy a dejar de lado lo excepcional y emocionante aniversario, es decir que me voy a referir al aniversario habitual, al aniversario 197, 198, 199, o al 201. En general estas fechas no salen de la rutina escolar, de la evocación burocrática. Entonces cuando llega la fecha y todos ponemos gestos de preocupación, aunque en general, no estamos preocupados. Esa es la verdad.
Ustedes se preguntarán si eso sucede porque el sentimiento patriótico está en declive? De ninguna manera creo que ese sea el motivo. Y si ustedes me disculpan, creo tener la respuesta a esa apatia hacia la recordación. Creo que el motivo es el siguiente.
Aquella gesta de mayo puede arrojar sobre nosotros, o sobre el presente sonoridades que muevan la cuerda de nuestra sensibilidad, solamente si estamos como sociedad emprendiendo alguna tarea, alguna empresa colectiva, alguna batalla política, que por su envergadura, sintamos que guarda alguna relación o es comparable con aquella, que su trascendencia nos haga sentir herederos de aquella gesta, que es una continuación de aquella que evocamos cada 25 de mayo.
Si no es así, aquella gesta que sospechamos heroica, indefectiblemente se va a tornar una evocación formal y burocrática y va a ser cada día más, un edulcorado y tierno recuerdo cada vez mas borroso, de guardapolvos almidonados y tapas de Billiken con la foto del cabildo.
En cierto sentido, están pasando algunas cosas en este tiempo que invitan a cierto optimismo. Están soplando, no diría vientos primaverales, pero por lo menos alguna brisa primaveral, cierto retorno saludable de la política, de discusiones un poco más apasionadas de temas importantes. En buena hora.
Pero creo hace falta algo más, para que este involucrada una cantidad significativa de personas. Hay problemas de sobra que justificarían salvar las dificultades políticas que impiden que las mayorías populares se encolumnen masivamente detrás de un proyecto colectivo de envergadura. Cuando eso suceda, tengan por seguro, que los días que recordamos las fechas que nos dieron vida como pueblo, van adquirir nueva dimensión y van arrojar sobre nosotros emociones que nos harán sentir que nuestra lucha y nuestra empresa colectiva tuvo sus antecesores y somos parte de esa misma historia. Solamente el proyecto presente, puede hacer que el pasado nos vuelva a emocionar y no solo en el aniversario 200 sino en el 201 y en el 204, que sólo así, pueden adquirir actualidad, significado profundo y verdadera dimensión.
Para cerrar, volviendo a la idea del principio: a los poetas y a la patria: Marechal, con encendido misticismo bíblico definía la patria como “un dolor que llevamos en el costado”.
Agregaría yo, que ese dolor que llevamos en el costado requiere curaciones urgentes, el grito de mayo no ha sido completado, es necesario una nueva emancipación, para sacar a la patria de ese pantano de injusticias y contradicciones irresueltas, que ya por su arraigo parecen de orden natural y que nos están inmunizando frente al dolor.
Para evitarlo es necesario, sentir, que este cacho de cielo que compartimos, que llamamos patria, nos cobije a todos por igual, sin ventajas para nadie, solo de ese modo tal vez podamos construir una sola patria que en palabras criollas, sería aquella en que sea para todos la cobija o para todos el invierno.Creo que nosotros como docentes tenemos que bregar por esta idea, y si alguien nos mira con gesto asombrado, insinuando lo inoportuno de nuestras palabras o lo exagerado de nuestras pretensiones, es algo que no debe desanimarnos, ya que en mundo excesivamente materialista una mirada crítica y esperanzada va a ser siempre un gesto inoportuno.

ENRIQUE DE ALZAA

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