Juramos no decir jamás las frases que nos sermonearon nuestros mayores, y que tanto nos molestaban. Pero siempre llega el día en el que brotan de nuestros labios como porotos de la chaucha.
Y no sólo las consabidas interpelaciones a nuestros hijos (¿Dónde vas?, ¿con quién?, ¿cuándo te vas a cortar el pelo o afeitarte?, ¿ésa carrera vas a estudiar?), si no que, también se nos escapan los refranes paternos... En síntesis, trabajamos duro para no repetir los mismos errores que nuestros progenitores, obviamente reemplazándolos por otro tipo de equivocaciones personales, más originales. ¿Qué nos paso?. ¿Por qué no pudimos borrar el archivo completo como si la mente fuera el disco rígido de la computadora? Porque es imposible, y tampoco sé si es bueno.
Pero vayamos al principio. Cuando nacemos somos apenas un objeto de deseo que asume el rol de utopía de complitud de una mujer. (...). Nacemos, no sin angustia, y se nos viene encima todos esos significantes a través de ese Gran Otro que los porta y que es mamá. Mamá nos ama y alimenta, y nos presenta el mundo, y de paso a nosotros mismos. Sí, porque no tenemos idea de qué corno somos, y cuando nos miramos en el espejo y vemos ese cuerpo extraño, giramos la cabeza hacia ella quien asiente y nos dice: "ése eres tu".
Y seremos ese ser amable (digno de amor) que Ella nos presente como el ideal a alcanzar....Pero la pregunta insiste: ¿quién soy? Y la respuesta la seguimos buscando en otros semejantes, y mientras, nos identificamos con rasgos de hermanos, amigos, maestros, héroes de historieta, parejas, intentando hallar esa mirada que nos cuente cómo somos.
Pero esos espejos son cóncavos, no planos, y siempre nos devuelven una imagen parcial y distorsionada. Y la búsqueda continúa aunque con una diferencia. Con los años notamos que el camino recorrido fue más fructífero de lo que pensábamos. Y en parte eso se lo debemos a nuestros padres. Porque ellos nos señalaron una carreta principal, nos iluminaron un camino, y gracias a eso seguimos hoy adelante, con la seguridad de que andamos por la buena senda. La que no acepta desvíos alternativos.
Por: Luis Buero (Publicado en La 205; 29/07/2009).
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