Hace unos días, tuve la oportunidad de asistir a un seminario del que participaban como panelistas: periodistas, intelectuales y otras personas del mundo de la cultura. En un momento, ante la educada pregunta de un asistente a los panelistas refiriéndose a “los medios” y “el discurso”, un periodista, referente reconocido de aquellos, saltó a la defensiva, como si hubiese sido atacado. La emprendió justificando y queriendo explicar que esto de “los medios” no existe, que es una creación del gobierno, etc. etc. A pesar de ello, sabemos del poder formador de opiniones de “los medios” a los que vamos a definir como los grupos de poder, grandes corporaciones, que detentan la información a través de la propiedad de canales de televisión, diarios, revistas y señales de radio. (Dejaremos a salvo de estos comentarios a los pequeños medios de difusión, generalmente locales y que son dirigidos, trabajados, difundidos y comercializados podríamos decir por “sus propios dueños”. Pequeños periódicos, radios FM, boletines y revistas que con mucho sacrificio permiten la expresión libre de ideas y nacen justamente de la necesidad de su difusión).
La palabra MEDIO, me refiere al lugar del medio. Para muchos sería el lugar del equilibrio, de la no desmesura, de la equidad, de la visión equitativa, de la justicia... Sin embargo, no se puede ser medio inteligente, medio honesto, medio ético, medio trabajador, y sí podemos pensar en que se puede ser medio tonto, medio vago o medio tránsfuga. También me remite a CLASE MEDIA. ¿Qué es la clase media? Considero que tampoco se puede ser medio rico o medio pobre. O tal vez el pobre prefiera llamarse Clase Media para no asumirse como pobre. Y los ricos prefieran hablar de Clase Media para acallar sus conciencias si las tienen. Prefiero pensar en la clase media más como clase trabajadora, esto es, el amplísimo sector de la sociedad que trabaja, gana su sustento con su propio trabajo, y no puede subsistir sin él. Este sector mayoritariamente asalariado o cuenta propista que reúne a empleados, artesanos, profesionales y comerciantes. Claro, para algunos sonará mejor al oído el término clase media que asalariado, o trabajador, así de chic.
Arturo Jauretche hace una exquisita descripción de la Clase Media Argentina en su libro “El medio pelo en la Sociedad Argentina”, (cuya lectura recomiendo). Medio Pelo, ni largo ni corto. Quiere pero no puede. Aparenta pero no es. Habla y siente como si fuera, y aún apoya y vota a quienes le jugarán en contra, en contra de sus intereses, ya que la Clase media es un pobre venido a más, o un descendiente de ricos venido a menos, pero que difícilmente llegará a ser rico. Justamente, “los medios” entran en los hogares de estos otros medios: “Clase media” a través de las ventanas abiertas de sus televisores y radios. Los grandes medios detentan y manipulan la información que inyectarán en la casa de los otros medios, los de la clase media. Y allí obtendremos lo que los mismos medios llaman “la opinión pública”, y las “encuestas de opinión”. Los medios o mejor dicho los empleados de los medios, son pagados por grupos económicos que velan por sus propios intereses, que justamente no son los mismos intereses de los receptores de la información. Los empleados de los medios no son precisamente libre pensadores. En la mayoría de los casos piensan por lo que les pagan o en otros callan lo que no conviene a su patrón.
Asistimos a seudo periodistas que en realidad son “opinadores”, que recortan las noticias e interpretan los hechos para sus oyentes, lectores o televidentes. Éstos consumen el producto como a una ostia, religiosamente, como una cuestión de fe. Una ostia bien masticada, y contagiada con el ADN del emisor. Y así, los televidentes, oyentes, y lectores pasan a ser consumidores, compradores compulsivos, de mercaderías o de ideas, y las toman como si fuesen sus propias ideas, convencidos de que fueron ellos mismos quienes las pensaron. Hoy en los ámbitos familiares o laborales generalmente no se discuten ideas, se repiten los slogan escuchados sin desmenuzar su contenido. La realidad se ve en la tele. Se mira la tele mientras se cena, se escucha la radio mientras se desayuna, se comenta el fútbol. La mayoría brindará detallado relato del último escupitajo que una seudo bailarina mediática le estampó a alguien más, ya que lo vio en vivo y en directo, y además el hecho fue debidamente repetido y comentado en cada programa de chimentos, espectáculos, actualidad, noticiero y etcétera que se precie Será centro de la conversación el tamaño de la anatomía de la escupidora a la que ya referimos, pero ideas..... Ciertamente, estarán ausentes.... No existe la lucha de clases para la Clase Media. No tiene identidad propia, ya que pretende lo que no es. Su lugar no es un lugar deseado ni por los ricos ni por los pobres, quienes prefieren soñarse ricos. El lugar del medio (el de la clase media) pasa a ser así el lugar de la indiferencia. Y este ejército de soledades, que no se identifica con sus pares, emite opiniones que no son realmente suyas. Critica y opina sin poder ahondar en criterios, sin saber demasiado de qué se trata.
El lugar del medio es como el jamón del sándwich, el sándwich no existe sin el jamón, pero el jamón no lo sabe. El pan le hace creer que está a su lado, que lo acompaña, que no lo va a defraudar. Lástima que si el jamón no advierte su propia identidad, sus posibilidades, su gran capacidad dormida, su destino será el de ser devorado.
Por: María Amelia López de Militelli
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